Análisis De La Película Instinto, Con Anthony Hopkins
Enviado por salvadorlopez • 19 de Agosto de 2011 • 2.956 Palabras (12 Páginas) • 13.173 Visitas
Análisis de la película Instinto, con Anthony Hopkins
El cazador es la bestia, un artículo sobre cine y filosofía.
Es difícil escribir sobre el cine y su relación con la filosofía. aquí intentaremos articular esos dos conceptos, incorporando ideas de distintos pensadores que, fuera del campo delcine, pueden aportar reflexiones para entender la película de cinedirigida por Turteltaub, que incursionó en el cine desde muy pequeño y dio con este extraordinario producto protagonizado por Anthony Hopkins.
Cuatro hombres armados con rifles tienen controlado a Ethan Powell, un antropólogo de la Universidad de Miami que lleva dos años perdido en el África. El gorila de espalda plateada se acerca a defenderlo y los cazadores le disparan indiscriminadamente dos balazos. Mientras el gorila agoniza, le alcanza el tiempo para mirar a Powell y dedicarle una tenue sonrisa. Powell, desde el piso, llora la muerte de la que había sido su familia. “Yo los llevé. Me rastrearon. Vinieron a quitarles la vida. Y lo lograron”, confiesa Powell a Theo Culder, el psiquiatra encargado de evaluar su estado mental.
¿Por qué los humanos se sienten habilitados para matar a los animales? ¿Es acaso el poder que emana de la posibilidad de empuñar armas? ¿O el argumento de que, como la muerteno significa nada para ellos, quitarles la vida es igual que no hacerlo puesto que no lo sienten? En “Instinto”, la película del cine hollywoodense dirigida por Jon Turteltaub, se desarrollan una serie de temas y situaciones que resultan interesantes a la hora de analizar la cuestión de la animalidad y la presuposición humana de que el hombre es superior al animal. Un ser viviente, igual que él, pero distinto a los ojos antropocéntricos del mundo.
Ethan Powell se dedica a fotografiar gorilas en su hábitat natural. Comienza a acercarse a un grupo de gorilas en una selva de África. Cautivado por su belleza y por su forma de organización, decide aproximarse cada vez más, hasta que descubre en los monos una mirada distinta, nerviosa. “Por un momento creí que mi presencia los ponía nerviosos. Pero no era yo. Era la cámara”. Para unirse a la vida animal, Powell abandona la cámara y duerme esa noche con los animales. En ese acto aparece un elemento que presupone algunos conceptos que van en contra de la tradición del pensamiento respecto de los animales, y que se puede mostrar muy bien, en este caso, a través del cine. ¿Puede decirse que no sienten? ¿Acaso esa mirada “atenta y cautelosa” no pone a prueba la aceptación o no del antropólogo en el grupo? Powell reconoce que el hecho de haber podido dormir con los gorilas constituye un milagro. ¿No son, acaso, tan seres vivos el hombre como el animal; tan parecidos; acaso no nacen, sienten y mueren?
Los hombres acuden a la cita de observar a otros seres vivos y regodearse sacándoles fotos, como si fueran directores de cine. Desde las jaulas de los zoológicos, los animales exhiben su docilidad y los adultos pueden mostrar a sus hijos “las ‘reproducciones’ de los originales que tienen en sus casas”. Está prohibido darles de comer, de eso se encargan los guardias. Está prohibido acercarse en exceso, es peligroso. Hay que contemplar, del mismo modo que se observan a los animales en las fotografías. Hasta es posible fotografiarlos. La analogía de Berger entre la galería del arte y el zoológico es ilustrativa, podría equipararse también a una película de cine. Los hombres, en vez de pararse delante de un cuadro, se paran para ver cómo el león ruge o cuida a sus hijos, para admirar el color raro de piel de alguna especie “exótica” (¿qué es una especie exótica?). El animal, cazado pero vivo, apresado y enjaulado, es un muestrario de esa “otra vida” que es la no-humana.
De todos modos, sonaría ridículo recordar que tanto los hombres como los animales pertenecen a la categoría de los seres vivos. Aunque Descartes se haya encargado de homologar al animal con una máquina, como algo sin alma ni razón. ¿En qué lugar debemos ponernos, entonces, para estudiar la cuestión de la animalidad? ¿En el de los críticos de Greenpeace, que cuestionan a las organizaciones que bregan por la vida y la libertad animales el hecho de oponerse a la caza “indiscriminada” (pero no a la caza)? ¿Hay que ubicarse en el lugar de los vegetarianos, que no pueden soportar que se mate a otros seres vivos para luego comerlos, ejerciendo “un acto de canibalismo similar a aquél de los campos de concentración”?
La aclaración de Singer es válida a la hora de proclamar un trato justo con el resto de los seres vivos: no tiene sentido tratar a dos grupos distintos del mismo modo. “Puesto que un perro no puede votar, no tiene sentido hablar de su derecho al voto”. Pero sí es posible ponerse en un plano que permita un retorno a la comprensión del carácter de “animal” que hay en el hombre y el trato que en consecuencia deberían recibir los animales, seres vivientes de la misma especie.
Ethan Powell eligió quedarse con los gorilas. Vivió con ellos, se comportó como ellos, se volvió uno de ellos. ¿Fue tal la transformación que sufrió? En definitiva, el cambio brusco que puede notarse en sus actos es la despreocupación por mojarse ante un diluvio. Así como Coetzee presenta el argumento de la no-vergüenza del animal por estar sucio como diferencia frente al hombre, Powell, en “Instinto”, al “volverse gorila”, se despoja de la norma humana que dice que ante la lluvia hay que cubrirse para no mojarse. Deja a un lado la hoja que había cortado para cubrirse la cabeza y se abandona a la lluvia torrencial.
La ciencia es la bestia
¿Por qué existen discusiones sobre la clonación? ¿Sobre qué bases Habermas, Le Breton, Sloterdijk, entre otros, elaboran sus pensamientos? El hecho fundamental ocurrió en 1997. La mirada de la oveja Dolly es la prueba de que el experimento funcionó. Es en ese momento donde surge la preocupación ante la clonación. A costa de otro ser viviente, elhombre fue capaz de demostrar que, por lo menos en los animales, la clonación es posible.Y, retomando la cita del principio, este trato dado a los animales, que son ubicados por los hombres en la categoría de “resto de los seres vivientes”, como si los hombres fueran otra clase de seres vivos, más desarrollados (como suele denominarse a los países pobres con la designación de “resto del mundo”), exhibe una forma de pensamiento, una dirección seguida en torno al animal que transforma a éste en la base de experimentos científicos. Obtenidos los resultados con animales, son homologados por el científico con la conducta humano. Así procedía Watson y su sucesor Skinner, y todos los seguidores del conductismo social.
¿Por qué, entonces, si el comportamiento de un perro o los actos de un mono sirven para explicar
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