Análisis de la película "La obra de Mr. Holland"
Enviado por hoollann • 4 de Abril de 2013 • Reseña • 800 Palabras (4 Páginas) • 735 Visitas
Da muchas luces el título original: Mr. Holland’s Opus, esto es, «La obra de Mr. Holland», entendiendo «obra» en el sentido del trabajo de toda una vida. La película, en efecto, describe casi toda la vida —más de 30 años— de Mr. Holland, un brillante pianista de espectáculos que, en la década de los 60, decide hacerse profesor de música de una high school de Portland, con la esperanza de poder componer, por fin, una sinfonía. Su sueño se cumplirá con creces, pero de un modo muy distinto al que pensaba; acabará componiendo no una, sino dos sinfonías: una —sólo una— orquestal y otra vital. Y es que el destino le conducirá por la senda, aparentemente ingrata, de la entrega casi total a su labor educativa, primero en el colegio y, más tarde, también en su propio hogar, donde tendrá que ayudar a su hijo, sordo de nacimiento.
Al final de su carrera, cuando acecha el desencanto ante la superficialidad de los nuevos tiempos —en este punto, la crítica al actual sistema educativo norteamericano es durísima—, Holland descubrirá que ha aprendido dos profundas e importantes verdades. La primera es la diferencia entre un profesor y un maestro: el profesor se limita a enseñar una materia concreta y sólo tiene alumnos; el maestro, implicando su propia personalidad en su labor docente, sabe orientar integralmente las vidas de los jóvenes que dependen de él, les ofrece respuesta a las grandes preguntas, crea escuela y hace discípulos. La segunda gran verdad que descubrirá Holland es la que encierra aquella máxima del pensador francés Joseph Joubert: «Enseñar es aprender dos veces».
Desde el punto de vista argumental, Profesor Holland recuerda a películas como ¡Adiós, Mr. Chips! o El Club de los Poetas Muertos. Pero supera a ambas, al menos en cuanto a riqueza temática. Y es que el sólido guión de Patrick Sheane Duncan afronta con más decisión y hondura un mayor número de conflictos dramáticos, todos ellos muy interesantes: escondida labor de enseñanza frente a éxito y fama a cualquier precio, activa aceptación de la realidad frente a escapismo artístico, rectitud moral frente a incontrolada libertad creativa, dedicación esforzada frente a pura espontaneidad, educación humanística integral frente a educación especializada, conjunción de trabajo y familia, de arte clásico y arte moderno...
La película es descaradamente sentimental y moralizadora. Y, de hecho, en varias secuencias es imposible contener la emoción. Pero esto no es de por sí un defecto; de hecho, en este caso es una virtud. Al fin y al cabo, las películas favoritas de dos grandes maestros del cine, John Ford (El sol siempre brilla en Kentucky) y Frank Capra (¡Qué bello es vivir!), son también supersentimentales y supermoralizadoras. Además, Profesor Holland coincide con ellas —sobre todo con la de Capra, como ha reconocido Stephen Herek— en su estructura narrativa y en su sólido
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