Canción para Woody
Enviado por MARIA CAMILA REYES ARRIETA • 4 de Septiembre de 2020 • Ensayo • 1.221 Palabras (5 Páginas) • 169 Visitas
Canción para Woody
Realizado por: Maria Camila Reyes Arrieta
Estando allí, a miles de kilómetros de casa, intentando seguir pasos donde muchos han caído, con el viejo abrigo que mi padre me había dado después de la guerra y dentro de el una pequeña libreta, a cuestas mi guitarra contra fascistas, vi los bares donde cantaba, pasé por los callejones donde caminaba; fui feliz ese momento, aunque el frio realmente no me dejaba disfrutarlo, solo quería llegar y recitar en forma de canción aquel poema que me inspiró el gran Woody; pero quedaba mucho camino, no vi pasar ningún auto por algún tiempo y no era mi primera vez caminando por la autopista, aunque no me acostumbré al frio de la carretera y el invierno era un poco más agresivo de lo normal, lo único que me distraía era la gracia de ver los rostros de los conductores de los pocos autos que pasaban y se deslizaban casi mortalmente sobre la leve capa de hielo que cubría el asfalto, estupefactos, esperando que algo grave sucediera.
Fuera de la carretera y casi llegando a la gran ciudad, muy cerca de Woodstock había una gran zona desalojada, las capas de nieve cubrían casi todo el paisaje. Al poco tiempo de andar por la zona, un auto accedió a aventarme, conducía un extraño joven que llevaba en la parte trasera a un hombre robusto que cargaba un gato, parecía de la mafia o algo así, me dejaron sentar en la silla del copiloto; fue un largo e incómodo viaje, el hombre de atrás no dejaba de presumir que tuvo la más exitosa fábrica de sostenes en el país, alardeaba afirmando que Marilyn Monroe llegó a tener varias de sus prendas, estaba tan fastidiado que no recuerdo siquiera cuál era el nombre de la empresa, aunque recuerdo que su nombre era Patrick y su gato Pickles, del conductor solo puedo decir que maneja muy bien. Durante el recorrido, alcancé a hacer uno pequeños ajustes al poema en mi libreta, hasta que en un momento hicimos una parada en un market, salí y fumé un cigarrillo con el extraño joven que nunca supe su nombre, mientras esperábamos a Patrick, pasó mucho tiempo por lo que decidimos ir a buscarlo, el extraño hombre conductor no mostró gesto alguno cuando oímos caer a Patrick al suelo del baño; lo encontramos con la mirada perdida y algo de espuma en su boca, creo haber visto algo amarrado en su brazo izquierdo, Pickels salió corriendo, abandonando a su amo apenas abrimos la puerta, el miedo me invadió a lo que reaccioné también huyendo... Cogí mi guitarra y corrí sin pensar a dónde, por suerte, justo pasaba el autobús 64 que va directo a la gran ciudad, New York, lo tomé pagando con un poco del dinero que tomé de la guantera del carro mientras esperábamos.
Después de un rato, pegado a la ventana, vi cómo poco a poco se hacían más grandes los rascacielos, llegué a un vieja y asquerosa estación de buses, era cierto lo que decían de las ratas de New York, están en todas partes, no había manera que no te encontraras a una familia entera a cada paso, como era invierno, una neblina y la polución borraban el camino. Se estaba oscureciendo y cada vez tenía más frío, llegué a un callejón donde vi lo que parecían dos vagabundos riéndose frente a una fogata improvisada, me acerque a ellos, y con una amabilidad que poco he visto, me dejaron compartir su calor; hablamos durante horas y horas, el más viejo de los dos, tenía un nombre muy familiar para mí: Allen, que había estado todo el día junto con Paul, caminando por toda la ciudad, olvidaron su camino de regreso; eran unos fantásticos poetas, cada uno con su propio estilo -nunca había escuchado tantas hermosas frases recitadas por alguien- me permitieron ensayar mi canción para Woody con ellos a luz de la fogata, así que saqué mi libreta y canté para ellos, era hermoso ver mientras entonaba, cómo las luces de los edificios llenaban el paisaje como estrellas, pero todos sabemos que allá abajo era otra historia: un mundo que lucía enfermo y cansado, un submundo hambriento y desgarrado que pareciera que estuviera muriendo, aún así, Allen, Paul y yo, logramos olvidarnos del mundo que estaba con nosotros, embriagándonos con música y poesía junto al calor del fuego.
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