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El encuentro educacional


Enviado por   •  5 de Febrero de 2013  •  2.365 Palabras (10 Páginas)  •  314 Visitas

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l tratar de responder a las preguntas planteadas en el título de este artículos, conviene recordar que la única cosa nueva sobre la tecnología en la educación es la propia tecnología. Si vamos a intentar comprender las funciones y los efectos de la tecnología en la educación, sería mejor que nos fijáramos primero en la educación en sí.

La educación ha tenido lugar durante mucho, mucho tiempo. ¿Pero qué sabemos realmente sobre lo que ocurre -o debería ocurrir- cuando se producen la enseñanza y el aprendizaje? ¿No es acaso imposible pensar en cómo la tecnología afecta a esa transacción si no es dentro del marco de la respuesta a esa pregunta?

Tenemos que empezar pensando en lo que yo llamo un encuentro educacional, un acontecimiento que tiene lugar siempre que hay un espacio en el que alguien trata de enseñar y alguien trata de aprender. Para el aprendiz, la experiencia es un encuentro porque la otra entidad -ya sea animada, como un profesor o un colega, o inanimada, como un libro o un vídeo- puede desencadenar un proceso que lleva a la adquisición de información, al desarrollo de destrezas, a la resolución de un problema, o a la creación de nuevos conocimientos.

El encuentro educacional

Este encuentro tiene varias características -algunas se producen secuencialmente, otras simultáneamente- pero todas ellas están presentes en un momento u otro en cualquier encuentro que sea verdaderamente educacional. Esas características son la exposición, la exploración, el desafío, la evaluación, y la motivación. La exposición a menudo inicia el encuentro. Se manifiesta como información transmitida por el profesor o el libro de texto a un estudiante. Pero esa declaración de información sólo es eficaz si se presenta a los estudiantes en el contexto de alguna pregunta suya que requiera una respuesta. Los estudiantes raramente aprenden bien o llegan realmente a dominar nuevas destrezas, a menos que lo que se les presenta aparezca en el contexto de una pregunta que han planteado por sí mismos o con la que alguien ha atraído su atención. Por ese motivo, el aspecto de la exposición está íntimamente ligado al aspecto de la motivación, un punto al que volveremos enseguida.

La exploración es algo que raramente permitimos que hagan nuestros jóvenes en los encuentros educacionales formales que tenemos en los colegios. Significa dejarles vagar por el terreno intelectual y encontrar conexiones por sí mismos. Un vagabundeo sin objeto puede, por supuesto, ser contraproductivo, y nuestra reacción contundente ante el miedo a un vagabundeo inútil es impedirlo por completo. Pero hay otro modo de afrontar el miedo.

Podríamos dar algunas indicaciones a nuestros nuevos intelectuales errantes, planteándoles unos desafíos bien pensados para que los tengan en cuenta mientras atraviesan el paisaje de la disciplina que les pedimos que estudien.

Permítanme explicar cómo funcionan la exposición, la exploración y el desafío. Suponga que le da a los niños una serie de piezas de mecano y les dice que construyan lo que quieran. Les enseña los diversos tipos de bloques de construcción y les explica cómo pueden unirse entre sí. Eso es la exposición. Los alumnos explorarán las posibilidades que les brinda el material. Muchos de ellos construirán cosas interesantes, pero algunos se limitarán a poner tornillos en los cubos al azar y terminarán con poco más que eso. Para algunas personas la exploración libre resulta frustrante y amenazadora.

Podría ser mucho más interesante proponer a los niños una serie de desafíos. Está claro que uno puede construir un cubo, que podría ser el modelo para una casa, mediante ocho tornillos y doce varas. Pero ¿pueden encerrar un volumen tridimensional utilizando menos tornillos y varas?¿Cuál es el número más bajo de tornillos y varas necesario para encerrar un volumen tridimensional? O, ¿pueden construir un puente lo suficientemente fuerte como para soportar un diccionario de diez kilos? ¿Y a un compañero de clase de 30 kilos?

No todos los desafíos son buenos. Muchas veces resultan absurdos. Un desafío que no permite a los estudiantes juzgar por sí mismos si han acertado o no, ese desafío es, en mi opinión, una estupidez. Por ejemplo, si yo le reto a utilizar una calculadora para averiguar el producto de 37 por 563, el reto no tiene ningún sentido. En cambio, si le digo que construya un puente de mecano que pueda sujetar un diccionario, no necesita a nadie para que le diga si lo ha logrado o no. Puede comprobar sus resultados al instante. Un desafío inteligente le permite juzgar si ha conseguido lo que quería. Cuando comprueba la resistencia de su puente amontonando libros sobre él, está participando en la evaluación, una parte necesaria y esencial de cualquier encuentro educativo. Como Jano, la evaluación tiene dos caras. Los instructores tienen que saber si están teniendo éxito, y cuándo y qué están aprendiendo sus estudiantes. Esa es la cara tradicional y clásica de la evaluación. Más importante para un encuentro educacional de éxito, sin embargo, es lograr que los estudiantes se pregunten: "¿Estoy aprendiendo bien?" o "¿Lo entiendo de veras?" En un sentido profundo, la educación ha fracasado si no surgen esas preguntas. Todos necesitamos internalizar el hábito de preguntarnos: "¿Cómo idear una prueba para comprobar si soy capaz de hacer algo?"

Y finalmente volvemos a donde empezamos al describir las facetas de un encuentro educacional. Todo encuentro educacional necesita motivación. Los estudiantes llegan al aprendizaje por una serie de motivos. Algunos, al menos durante algún tiempo, pueden participar en la educación para satisfacer una necesidad personal genuina, una sed de saber o de adquirir competencia. Muchos estudiantes, sin embargo, se sienten motivados por una serie de presiones externas que van desde la necesidad de entrar en la universidad o de conseguir un trabajo, hasta la conciencia de la inversión emocional de otra persona -casi siempre los padres- en sus logros.

Tenemos que ser conscientes de esas características de los encuentros educacionales cuando consideramos críticamente (y no necesariamente de forma negativa) las innovaciones educacionales, ya sean tecnológicas o de otro tipo. Cuando intentamos modificar el encuentro educacional de alguna forma, ya sea mediante la adopción de una nueva técnica de enseñanza o una nueva tecnología, deberíamos preguntarnos: "¿Cómo puede afectar este nuevo elemento a cada una de esas características del encuentro educacional?"

Además, al considerar los efectos potenciales de una innovación educacional, debemos considerar también los puntos fuertes y débiles idiosincráticos

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