Guitarra “NUESTRA PRIMERA RELACIÓN HUMANA EN LA FAMILIA”

Tema XXI

“NUESTRA PRIMERA RELACIÓN HUMANA EN LA FAMILIA”

Uno de los acontecimientos más importantes de nuestra vida fue nuestro nacimiento, por medio del cual llegamos al mundo y empezamos a formar parte de una familia.

Nuestra vida dependía totalmente de los demás, pues el hombre es el ser vivo que tarda más tiempo en valerse por sí mismo.

La primera relación es con nuestra madre; ella forma, por decirlo así, todo el mundo del niño en los primeros tiempos de su vida. De ésta primera relación depende, en parte que el niño llegue a ser alguien que se desarrolle no sólo en el sentido físico de ir aumentando centímetros a su estatura, sino que posea las cualidades de un ser humano con madurez proporcionada a su edad.

Lo que la madre debe desarrollar en el niño en estos primeros años, es un sentimiento de seguridad por la relación de apoyo, de calor afectivo, de alegría, en una palabra, de cariño. La madre que no tuvo esta relación de cariño para con ella misma durante su niñez, encontrará difícil en proporcionarla, aunque de ningún modo le será imposible hacerlo.

La falta de cariño y protección en los primeros años da lugar a individuos pesimistas que todo lo ven con anteojos negros. Y cualquier situación imaginan que va a pasar lo peor. Otras veces, llevan a un sentimiento de fracaso y un temor para iniciar alguna empresa o correr cualquier riesgo; tienen además inestabilidad afectiva, es decir, cambian en sus afectos con facilidad, sin mayor motivo sienten empatía o antipatía por alguna persona.

Pero también un exceso de protección (ese es un cariño mal entendido) dificulta el desarrollo de los niños, porque lo hacen tímidos, inseguros, excesivamente dependientes, faltos de energía e iniciativa. Esto se debe a que la madre los acostumbró a ser dependientes, a no valerse por sí mismos. Son las personas que dicen que “se ahogan en un vaso con agua”.

Se requiere sentido común, conocimiento del niño, para saber de lo que es capaz y permitir que lo haga. En más de una ocasión conviene dejarlos correr algunos riesgos, para que comprendan por sí mismos que hay que esperar más tiempo, o bien, tomar algunas precauciones antes de enfrentarse a determinadas situaciones.

En este “dejar correr riesgos” conviene hacer lo que con los novielleros; ponerlos frente a un novillo y no frente a un toro de 500 kilogramos. Entonces las primeras relaciones del niño con su madre han de ser de tal forma que vayan construyendo un ser humano, libre y capaz de alegrar, ahcer sus propias decisiones y de obrar el bien a través del buen uso de libertad.

                PREGUNTAS:

1. ¿Procuro darle a mis hijos (niños) todo el cariño y protección que necesitan para su desarrollo físico?
2. ¿Soy excesivamente protectora de ellos?

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