La Caperucita
Enviado por nklada • 5 de Noviembre de 2012 • 397 Palabras (2 Páginas) • 327 Visitas
Este diálogo nos ofrece la discusión entre un hombre que se encuentra al borde de la muerte y un sacerdote. El clérigo pretende que se arrepienta de sus pecados para que pueda morir dignamente como cristiano, sin embargo, el moribundo es un hombre ingenioso y filósofo que irá rebatiendo, uno por uno, los débiles argumentos expuestos por el cura.
En este texto queda en evidencia el sarcasmo y la lógica mordaz características del marqués de Sade, quien una vez más asume el papel de violador de tabúes.
Este controvertido pensador se define, a través de su obra y de sus actos, como un defensor de la inmoralidad como tendencia ineludible del ser humano.
Estampa primera
(En la calle)
VENDEDOR DE CUENTOS: (Viene de lejos.) ¡Vendo cuentos....! ¡Vendo cuentos....! ¡Les voy a vender un cuento....! Había una vez..., había una vez un zapatero pobre, muy pobre, ¡requetepobre!
ZAPATERO: (Cantando.) Zapatero, tero, tero, ¡clava la suela en el agujero!
VENDEDOR DE CUENTOS: Vivía frente al palacio de un príncipe, muy rico, ¡requeterrico...!
Señor Príncipe, ¿quiere usted salir? ¡Estamos en las presentaciones! (Se escuchan tres golpes.)
CRIADO: Su majestad, el Príncipe, les ruega que lo perdonen, pero no puede salir porque... (Le dice algo al oído.)
VENDEDOR DE CUENTOS: ¡Ah! Está en el baño.
CRIADO: (Haciendo señas para que se calle.) ¡Shhhh! (Se va.)
ZAPATERO: (Cantando.) Zapatero, tero, tero, ¡clava la suela en el agujero!
VENDEDOR DE CUENTOS: Debemos decir que el zapatero tenía el duende de la canción en el alma.
ZAPATERO: ¡Ah! Mi esposa sí que cantaba.
VENDEDOR DE CUENTOS: Debemos decir que el zapatero era viudo.
ZAPATERO: (Llorando.) Van para cuatro años.
VENDEDOR DE CUENTOS: (Al zapatero) ¡Vamos, don Gaiferos, no abra usted el cajoncito de los tristes recuerdos!
ZAPATERO: (Interrumpiendo.) ¡Porque han de saber que me llamo don Gaiferos!
VENDEDOR DE CUENTOS: Debemos decir que el zapatero tiene una hija.
ZAPATERO: (Interrumpiendo.) Y se llama Irene la niña, niña. ¡Anda, sal, niña!
VENDEDOR DE CUENTOS: ¡Irene, niña! ¿Quieres salir? ¡Irene! (Dirigiéndose a los espectadores.) Niños, ¿la llamamos todos?
TODOS: ¡Irene! ¡Irene!
IRENE: (Cantando.) Tengo los ojos azules / y mi corazón espera / que alguien de mí se enamore...
VENDEDOR DE CUENTOS: Ya están hechas las presentaciones: el señor zapatero y su hija Irene. Y aunque el Príncipe no pudo salir porque estaba en el baño, también está presentado. ¡Y ahora comienza la historia!
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