La Musica Como Actividad Potenciadora Del Desarrollo Integral Del Niño
Enviado por aleriquelme • 20 de Julio de 2012 • 1.720 Palabras (7 Páginas) • 999 Visitas
UNIVERSIDAD ARCIS
Licenciatura en Arte
La belleza del pensamiento.
L'arte e cosa mentale. Da Vinci.
En los orígenes, la contemplación de dibujos, grabados, pinturas, etc., debió estar ligada a un fin específico, o mas aún, utilitario, cumpliendo quizás un rol más cerca de la señal, del signo. Sin embargo, la mera construcción de estos lenguajes fue un acto que traía ya inscrito los cánones fundamentales de la creación artística y la belleza: el impulso creador, el enigma del símbolo, los equilibrios de la forma ( simetría, orden, proporción, delimitación), las transferencias forma/contenido plasmadas en un jeroglífico. Las piedras basales de la creación artística nacían de la mano de la creación del lenguaje nominativo.
En algún momento y obedeciendo a impulsos naturales de comunicación y expresión, el uso de éste lenguaje se expande para representar otros mundos a través de obras creadas por seres con ciertas conexiones y capacidades alquímicas para transmutar la realidad palpable conectándola con su trasfondo, haciendo visible aquello que normalmente pasa desapercibido, multiplicando las lecturas de lo contemplado, capturando aquello que pasó por nuestros ojos sin darnos cuenta, cierta expresión de un rostro, cierto momento de aquella expresión. De alguna manera este juego crea un polo de atracción en la sociedad y éste fenómeno creativo, que trae consigo un impacto en el ser humano, comienza a desempeñar un rol fundamental en la vida del hombre, que podría definirse como la reificación de la necesaria conexión del hombre con lo místico, con una experiencia que trascienda la contingencia, un hecho que rompa el devenir sin solución de continuidad de la vida, un paliativo a la tragedia enunciada con el descubrimiento de la muerte.
La importancia del arte y sus múltiples potenciales son motivo de disputa y las cúpulas de la sociedad quieren establecer vínculos y pactos con el; y éstos artesanos, que no eran productores de bienes de consumo, deben trabajar para quienes resuelvan su problema de subsistencia. La vitrina esta bien surtida y hay productos para todos los gustos : noticias, fantasías, sueños, entretención, fetiches, status, didácticas, retratos. El negocio funciona y éste artesano, realzado a la categoría de artista por la sociedad monárquica es asociado al poder, situación que le calza perfectamente ya que la necesidad de su rol está culturalmente justificada, socialmente aceptada su función. Sin embargo tal esquema no puede sostenerse en el tiempo indefinidamente. La naturaleza intrínsecamente evolutiva del quehacer artístico buscará otros cauces para llegar a nuevos mares donde navegar a bordo de patrones estéticos diferentes. Los sistemas sociales no pueden controlar absolutamente al artista, pero indudablemente la relación artista-sociedad sigue siendo mas o menos la misma, con otros matices pero sin abandonar el utilitarismo.
La experiencia artística, es decir el fenómeno de la relación hombre-obra de arte es complementaria y supone necesariamente una complicidad entre autor y espectador, o emisor y receptor. Tal es así que me atrevería a afirmar que la historia del arte es obra de quienes eligen, inconscientemente o no, las creaciones, las interpretaciones del jeroglífico que encuentran eco en su alma, situación que demuestra la tremenda importancia del espectador dando lugar a interpretar el fenómeno artístico como algo colectivo, o al menos como algo cuya condición sine qua non es la existencia de un receptor. Sin embargo los niveles vivenciales de tal experiencia parecieran no corresponderse equitativamente en el transcurso de su evolución. El quehacer artístico adopta el esquema jerárquico social, puesto que la baja rentabilidad de sus bienes lo convierte en hijo adoptivo del mecenazgo, cuyos intereses debe representar, situación que convierte al artista en un señor, ubicado en los estratos altos de la sociedad y cuyos productos deben ser políticamente neutros para no generar conflictos dentro de éste orden, aun cuando son innumerables los casos en que velados gritos llamando a subvertir lo establecido; se insinúan, quizás anunciando cambios por venir.
La evolución de la pintura cuyo rol en un principio es el de representar la realidad física, paulatinamente comienza a abandonar ésta pretensión, y el golpe de gracia lo da la fotografía: su similitud con la realidad es insuperable. Tal situación provoca un estallido de corrientes, artistas en busca de sus musas. Abandono de la mímesis; impresionismo, expresionismo, cubismo, suprematismo, etc., muchos "pos", muchas revoluciones y vanguardias quemadas. Sin embargo la estructura medular del fenómeno artístico permanece inmutable, el artista, aun colocado en una posición sagrada, dictamina lo que ha de apreciar el público, disparando, como siempre, a su retina. La pintura deja de ser funcional y se convierte en un arte retiniano. Representar la realidad ya no tiene sentido. El arte comienza a perder su función social. Pero todos sabemos que la historia de las cosas es un ir y venir y, como en todas las crisis anteriores, estas son provocadas por cambios en la mirada social y en la soterrada emergencia de quienes articulan planteamientos diferentes, nuevos horizontes.
Duchamp debió haber intuido que el arte al ser primordialmente visual, y encontrándose en un estadio retiniano, va a mantener siempre la misma mecánica de asimilación por parte del
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