Literatura
Enviado por LULIGODOY • 28 de Octubre de 2014 • 2.392 Palabras (10 Páginas) • 128 Visitas
reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones
contemporáneas.2
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos
los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que
el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para
ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que
perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de
una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto
de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se
incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la
reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de
represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del
Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre
del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la
comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el
oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces de influir
en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son
delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples
sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de
"cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que
surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15
heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por
un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y
el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la
guerrilla 63 muertos.3
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial
tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los
presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de
Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes
del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de
Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas
sin piedad y narradas sin pudor.4
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete
prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela
que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que
ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como
comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes
prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo,
por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias
fuerzas.5 Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas,
pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la
Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años,
Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles"
según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago
San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios
que no la publicaron.6
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el
4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que
apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de
López Rega, capaces dc atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de
muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada
Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son
hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos
signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el
rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.8
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior
gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez
Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos
en Chile, Boliva y Uruguay.9
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros
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