Musica Y Arte
Enviado por izastryfi • 24 de Octubre de 2013 • 1.923 Palabras (8 Páginas) • 211 Visitas
Corre el año 1927. El lugar, Hollywood. Pleno auge del cine mudo. Las estrellas se pasean por las calles perseguidos por reporteros, fotógrafos y acérrimos/as seguidores/as (con preponderancia de las "as"). La vida se mueve alrededor del cine y lo único que pareciera importar es quién es el que está sentado en la mesa de al lado. En este contexto es en el que se desenvuelve George Valentin, una gran personalidad del cine mudo que es el protagonista de un éxito tras otro en la pantalla grande. Deseado por las jóvenes, envidiado por los hombres, el personaje interpretado por Jean Dujardin es una megaestrella de las clásicas. Es entonces que conoce, casi por accidente, a Peppy Miller (la bonaerense Bérénice Bejo, pareja del director) y entre ellos comienza una atracción tan instantánea como silenciosa. Al día siguiente, Peppy (quien figura en la tapa de todos los diarios junto a George Valentin en ese momento de encuentro fortuito) aprovecha su fama pasajera ("¿quién es esa chica?") y logra quedar seleccionada para actuar en la nueva película del personaje de Jean Dujardin, aumentando la relación con el protagonista. Luego de un tiempo, la misma se ve resquebrajada por la llegada del sonoro, haciendo que Peppy salte al estrellato y George Valentin se hunda en la miseria.
Es así que se nos cuenta una historia de amor entre dos personajes siempre alejados por el frenesí de la fama, por la ceguera del éxito, utilizando la clave de la película Nace una estrella de 1937 y de Cantando bajo la lluvia, esa gran comedia de Gene Kelly de la que este film toma muchos elementos.
Sin ir más lejos, un hecho como la llegada del sonoro (la imposibilidad de aquellas grandes estrellas del cine mudo de hablar frente a la cámara, el rechazo por parte de la industria a que algo como el sonido tuviera éxito y la actitud visionaria de ciertos productores y realizadores de subirse al "tren sonoro" y llegar al éxito) en pleno Hollywood nos remite directamente a dicho film.
Ya desde el comienzo de la película hay recursos de intertextualidad notables, no por ser originales (de hecho, no lo son) sino porque son eficaces y hablan nada más ni nada menos de lo que tienen que hablar.
El film inicia en una sala de cine repleta, en donde los espectadores miran fascinados el nuevo film de George Valentin, acompañado de una música que es incluso ejecutada por una orquesta ubicada en un foso delante de la pantalla. Así, asistimos como espectadores a este estreno, somos uno más de ellos hasta que se nos lleva a ese lugar que se encuentra más allá de la pantalla, detrás de la misma, para poder adentrarnos en el film. Vemos entonces al mismísimo George Valentin pero no como personaje de ficción dentro de la ficción sino, en un contexto si se quiere más directo, como personaje dentro de una sola ficción, la de El Artista. Y aquí es donde se ve el entramado de intertextualidad: ese George Valentin que estamos viendo no es el mismo que vimos hace un rato en esa pantalla-dentro-de-la-pantalla. Este que vemos ahora es un hombre con mirada melancólica, más reflexivo que otra cosa, muy distinto al personaje del film proyectado, pura euforia y espectáculo. Esta diferencia entre ambos va a marcar un rasgo formal importante y una intencionalidad muy clara por parte del director. La parodia (sin serlo completamente) de los personajes y la imitación del tipo de interpretación exagerada de los actores sólo sucede en estos films dentro de la película, allí en donde el dispositivo se ve claramente revelado. Es entonces que, al observar esto, nos ponemos en el lugar de los personajes de El Artista, que en esos momentos son también espectadores, y nuestra empatía (hacia los personajes y hacia el film) aumenta notablemente.
En esta escena en particular, el personaje se encuentra de pie mirando(se) a la pantalla desde el otro lado, y lo espejado de esa imagen remite a su función de reflejo de este personaje. Así, se nos presenta casi simultaneamente a George Valentin como actor y espectador, personaje y persona, un hombre que se ve a sí mismo reflejado en la pantalla de cine, observando el espectáculo desde el otro lado- casi una contemplación de la vida misma. También se pone de manifiesto en este momento del film otro recurso que es sumamente interesante. Detrás del protagonista, un cartel reza "Por favor permanezca en silencio detrás de la pantalla". La ironía es evidente. Se pide silencio al silencio mismo, y esta clase de juego sobre el uso del sonido (porque en realidad no toda la película es muda) se hará, como veremos más adelante en este análisis, evidente hacia el final del film. En la misma escena, al terminar la proyección, el silencio se hace dueño de la (nuestra) sala: la gente, en la pantalla, aplaude de pie, frenéticamente, y nosotros no escuchamos nada. Sólo un silencio fabricado, puro y artificial. Esta elección de cuándo usar el silencio y cuándo utilizar la música (ya sea diegética o no) es, se podría decir, uno de los mayores aciertos del film. Esto también sucede en la brillante secuencia en la que George Valentin actúa junto al personaje de Peppy Miller, en una seguidilla de escenas en las que el personaje debe bailar distraídamente con esta joven, casi un aditivo del decorado para la película que se está filmando. Pero el protagonista no puede hacer esta escena; en cada una de las pasadas baila más de lo debido con Peppy o permanece mirándola, abstraído, víctima de una atracción evidente. Y siempre el mismo remate, la risa contagiosa digna de un galán
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