Ojos Bien Cerrados o La Materia de los Sueños

Ojos Bien Cerrados o La Materia de los Sueños.

Nuestro pequeño mundo

 está rodeado de sueños.

W. Shakespeare.

Somos cobardes que no podemos soportar la obligación que tenemos de ser felices.  La manera más sencilla de auto flagelarnos son nuestras fantasías, estos anhelos que acarrearan todas nuestras culpas. La angustia y el dolor emergen en nosotros por la innegable interconexión que existe entre nuestras realidades y nuestros sueños.

Ojos  Bien Cerrados es una historia sobre los débiles límites de lo correcto, aquellos que viven provocándonos hacia una tentación que nos conllevara a nuestra desgracia y a esos secretos inconfesables que regirán nuestra vida. Una película en primera apariencia obscura y pesimista, un thriller donde en cualquier momento presentimos que algo terrible le ocurrirá a Bill, un hombre que posa siempre de carismático, negándose en todo momento a crecer y que tiene como el mejor de sus adornos a una mujer odiosamente bella y destructiva.  

El anciano Kubrick como el lunático del martillo, sabe muy bien que en la venganza y en el amor la mujer es más bárbara que el hombre (“Me iba con él a un jardín por el odio que sentía por ti”). Una película subversiva  contra el mundo masculino. Este mundo donde la mujer es siempre reducida a un accesorio masturbatorio, la mujer nos excita en la medida que entra al marco de nuestra fantasía. La sonrisa se esboza en el artista norteamericano cuando nos muestra la fragilidad de Bill ante la cruel confesión de Alice, y comprendemos lo erótico al escuchar su fantasía. El goce, la culpa y el dolor de la disfuncional pareja,  no está en el acto sino en la narrativa construida alrededor del sueño.  A partir de este momento entienden que siempre han vivido para mentirse como enemigos mortales. Alice contaminara a Bill por el resto de su vida, al hacerlo vivir nítidamente la relación de  ella con otro, lo que compondrá la oda al fracaso que tendrá que reinar por siempre en su mente.  

A partir de este momento empezara la travesía hacia una ruta compuesta de sexo, poder y muerte, donde decide permanecer imperfectamente fiel y leal, buscando aliviarse adentrándose en una larga noche de conciencia. Terminando en un espectáculo voyerista, mundo depravado donde sólo hay un compromiso: el de nunca jamás decir nada; una crítica significativa al catolicismo, a los sectarismos y al dinero. 

Ojos bien cerrados es una pieza de la negación del sexo, de la imposibilidad de consumar. La historia de un hombre que sale de su lecho lastimado y emprende un viaje al infierno por la noche de Nueva York y regresa con su mujer, aquella que lo enseño a temer y que lo hizo redimirse y que le transmite la única verdad en este mundo: coger.

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