Oxfrod en Todas las Amas. La polémica por "El Último Viaje de Robert Ryland"
Enviado por dsanapa • 19 de Marzo de 2022 • Ensayo • 5.348 Palabras (22 Páginas) • 543 Visitas
OXFORD EN TODAS LAS ALMAS. LA POLÉMICA POR “EL ÚLTIMO VIAJE DE ROBERT RYLAND”
Cuando uno lee la obra de Javier Marías, Todas las Almas, y por otro lado ve la película dirigida por Gracia Querejeta El último viaje de Robert Rylands, le es difícil creer que el filme estuviese inspirado en la novela del autor madrileño. Lo cierto es que sí, la película de Querejeta está basada en esa obra, es una “adaptación libre” según se nos indica en los créditos. Primeramente, sería bueno saber qué es lo que hace que una adaptación sea fiel o no. Es un tema complicado, pero lo que todos entendemos por fidelidad en estos casos es, básicamente, la exactitud con la que una obra reproduce lo que pasa en otra. Ciñéndonos a esto, sería realmente aberrante decir que El último viaje de Robert Rylands es fiel a Todas las almas. Y tras acabar de verla uno piensa: se trata, efectivamente, de una adaptación muy libre. La película difiere enormemente de la novela y no es de extrañar que productor y directora por una parte y escritor por otra hayan terminado en los tribunales. Lo que intentaremos será analizar en qué consisten esas diferencias, es decir, cuál era la intención de Marías, cuál la de Querejeta, qué es lo más importante en la trama de la novela, cuál es el tema fundamental en la obra, cómo se nos describen los espacios en los que ocurre la historia
Lo común entre los dos textos es que la acción se sitúa en Oxford y que uno de sus protagonistas es español. A parte de eso, todo lo demás está bastante desvinculado. Entonces, ¿por qué se conoce la película como una “adaptación” de la novela? ¿Hasta qué punto puede alguien llamar a su obra “adaptación” (aunque sea libre) de algo de lo que sólo toma un par de nombres y una vaga localización? Esta localización, Oxford, será la primera gran cuestión que analizaremos en el trabajo: cómo está representada en la novela y cuál es su correspondencia en la película. Oxford, en la novela, juega un papel fundamental. Se describe con mucha riqueza, puesto que las vivencias de nuestro protagonista tienen lugar, en su gran mayoría, en las calles, en la universidad y en algunas casas de esta ciudad inglesa. Oxford se concibe como un lugar opuesto a la ciudad natal de nuestro principal personaje. Localizado en una isla, simboliza esa antítesis que se traduce en el malestar del personaje, algo, sin duda, fruto de la diferencia entre los dos lugares y la distancia. En Oxford, “el español” es un extranjero, alguien del que no se conoce ni su infancia ni su juventud madrileñas, algo que, a pesar de que al principio pudiera ser incluso apetecible por el hecho de pasar desapercibido, se transforma en un sentimiento de extrañeza y en incluso el hastío que siente el narrador de la novela. Para él Oxford representa un mundo aparte, es una ciudad estática con unos habitantes estáticos, que no cambian. Esto está muy bien representado en la figura de Will, el portero del “college” al que acude nuestro protagonista a impartir sus clases. Éste, dependiendo del día, se sitúa en una época distinta, y llama a la misma gente con diferentes nombres. Es como si estas nuevas personas que entran al “college” no avanzaran, es como si fueran siempre aquellos personajes de hace siglos que el anciano se encarga de rememorar día sí y día también. De ahí la idea de ciudad estática o habitantes estáticos. También es estático el gris del cielo de Oxford, lo cual se convierte en otra oposición con respecto a Madrid, otra de tantas.
Lo que también es curioso sobre la ciudad de Oxford en la novela es el nuevo punto de vista que Javier Marías nos aporta. La idea tradicional que se tiene en España sobre esta ciudad inglesa es la de una ciudad ejemplar, una ciudad que cuenta con una de las universidades más prestigiosas de todo el mundo y donde todo parece “estar hecho bien”. Es decir, aquí, por lo general, la gente toma Oxford como un ejemplo a seguir en el camino hacia la erudición y el buen hacer. ¿Qué queda de esto en Todas las Almas? Más bien poco. Lo que queda, sobre todo, es la sensación de que allí cosas tan “reprobables” como fisgonear es de lo que más gusta hacer, de todo el asunto académico nuestro narrador nos cuenta muy pocas cosas e incluso nos dice que allí trabajar se trabaja poco; suponemos que por algo será. Para empezar, los banquetes (high tables) que se dan alumnos y profesores (sobre todo estos últimos, parece ser) son un auténtico espectáculo en el sentido más peyorativo de la palabra. Conversaciones absurdas, protocolo aún más inverosímil, profesores laureados y sumamente respetables borrachos a más no poder, etc. Todo ello muy ejemplar, al igual que las relaciones entre profesores, llenas de celos, competitividad extrema, hipocresía y demás sentimientos positivos. No se trata de poner a Oxford a la altura del betún, sino de dar una visión más realista que contraste con la idealización que en España se tiene de aquel lugar. “No es oro todo lo que reluce” vendría muy bien a este caso, como a la relación entre Edward Bayes y Clare Bayes por ejemplo, adúltera por completo, cosa que discutiremos más adelante.
Siguiendo con esta nueva perspectiva que se nos ofrece de Oxford, podemos decir que lo que diferencia a nuestro protagonista de la gente, de las almas que habitan Oxford, es el hecho de que él no va a quedarse allí. Es decir, él puede imaginar cómo será su vida fuera de esa ciudad, cuando vuelva a Madrid. Los que están allí no, ellos permanecerán en esa ciudad estática, totalmente privados de fantasear con lo que vendrá después, pues lo que vendrá después seguirá siendo el mismo Oxford de siempre. El narrador no, pues fantasear con qué pasará, qué será de su futuro lejos de allí es lo que le da vida y no lo convierte en otra alma muerta más (aunque en sus dos años de estancia se acercara a ello), enterrada en la vieja y constante Oxford. Un claro ejemplo de este acercamiento a ser un alma sin vida queda reflejado en los pensamientos del protagonista sobre el cubo de basura. ¿Qué sentido tiene pensar que lo que vamos echando en el cubo de basura día a día constituye una obra de arte? Éste es un claro síntoma de que la rutinaria y cíclica vida oxoniense está haciendo mella, porque tratar de buscarle sentido a la vida a través de un cubo de basura no puede significar nada bueno. Se trata simplemente de una metáfora que refleja “ese algo” de la vida que nos hace aferrarnos a ella. En Oxford había que buscar ese algo, y eso es precisamente lo que trataba nuestro protagonista a través de pensar filosóficamente sobre un cubo de basura y buscando libros antiguos de forma obsesiva por las viejas librerías de la ciudad. Todo esto, sobre todo ir de librería en librería, le ayudaba a evadirse de esa monótona realidad que iba apoderándose de él.
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