Trabajo De Sonido
Enviado por camilameyer • 4 de Junio de 2014 • 541 Palabras (3 Páginas) • 221 Visitas
lado de la ventana de mi habitación, y rompe con el silencio y la oscuridad del sueño. A través de la pared que limita con mi cama, puedo oír caer el agua en la ducha, lo que me indica que mi papá se está bañando. Es un sonido familiar y agradable.
Sigo acostada en mi cama, y el jugueteo de las sábanas tocando mi pelo y la piel de mis brazos me relaja y me despereza; es un sonido seco y absorbente.
Cuando mi papá cierra la canilla, es un ruido fuerte que se expande por toda la pared, que invita a pensar que las cañerías pasan por ella, y me hace recordar mis ganas de orinar.
A través de la ventana entran sonidos de autos, típicos de los días de semana, cuando hay más movimiento. Esto me despabila y me ayuda a despertarme. También hay ruidos de animales, seguramente jugando en la plaza de enfrente; se escucha feliz e ilusionante.
Ahora en el baño se oyen los aros de la cortina de la ducha, desplazándose por el caño; es un sonido muy propio de mi casa, usual de todas las mañanas, conocido.
Puedo escuchar también unos pasos que desembocan en la ventana del balcón siendo abierta. Parece el principio de una fase, como si el sonido se fuera para arriba. Es un ruido chirriante y molesto para cualquiera, pero normal y hasta grato para mí, por tratarse de la casa en la que vivo desde siempre.
Me levanto, y mis pies chocan con el piso, parece que no tienen amortiguación. La puerta abriéndose cruje, como si se destrabara algún mecanismo mucho más complejo que una puerta.
Lo siguiente es la ducha. El agua golpeándome, en un ruido cautivante y disfrutable; esto hace que el resto de los sonidos desaparezcan de mi mente por diez minutos. La canilla cerrándose vuelve a causar ese efecto de vibración en la pared, como si la cañería fuera nueva y todavía la casa no se hubiera acostumbrado a convivir con ella. Al salir del baño, vuelvo a escuchar los ruidos que vienen de la calle: una masa de pájaros, autos, perros y viento, que entran como una sola fuente de sonido. Es caótico pero compañero, porque tapa el silencio.
El cepillo lija mis dientes y la espuma que escupo hace un sonido redondo, medio algodonoso. La ropa fresca me abraza y acaricia, son ruidos suaves y secos, limpios. Los botones siendo abrochados suenan graves y antiguos, y los cordones de las zapatillas suenan más agudos y modernos.
La hornalla de la cocina suena como un suspiro permanente, algo triste, como un lamento impasible. La cafetera funcionando parece un taladro molesto, mientras el café cae dulce y pesado. La taza contra el mármol es cada vez más liviana y menos grave. Las tostadas saltan en un sonido desconcertante y el cuchillo untándoles el queso, las raspa. Al probarlas, en mi boca se escucha un derrumbe.
El alegre choque de las llaves, el determinante cierre de la puerta, el turbulento ascensor. Cuando llego a la calle, comienzo a percibir la masa de sonidos que
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