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UNA PELÍCULA QUE NOS ENSEÑA, PERO UNA DUDA QUE NOS DESPIERTA


Enviado por   •  15 de Agosto de 2011  •  1.588 Palabras (7 Páginas)  •  1.082 Visitas

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Doce hombres en pugna es una película interesante para el que la sabe mirar, aunque su auge y su creación se remontan a la década de los 70s aproximadamente. Podría decirse que es una de las mejores en su contexto puesto que en esos tiempos las películas eran a blanco y negro, y esta no es la excepción, aburridas, para nosotros pero para los de esa época era lo mejor que había en el mercado.

La trama de esta consiste en el juicio de un muchacho, que supuestamente asesino a su padre a sangre fría, a partir de este argumento se comienzan a desenvolver varios factores que ponen en duda la acción del muchacho en el crimen, pero esto no sucede en el juicio, sino al momento de escoger si es culpable o no, en el jurado.

Aquí podemos identificar muy bien problema, y haciendo énfasis en lo aprendido anteriormente, haré una pregunta: ¿es culpable o inocente, el muchacho del cargo que se le acusa, de matar a su padre?

Desde la perspectiva del publico, el muchacho es culpable, y sin motivo de alegar demencia, puesto que los locos son ese publico, inclusive once de los doce jurados (por eso se llama doce hombres en pugna, en conflicto) también creen que es culpable, pero el único que dice que es inocente es propiamente el que sobra de los jurados, anteriormente mencionados, y no es por que crea en el muchacho, sino por que tiene una duda, una pequeñísima duda. Los demás aturdidos por la decisión de este comienzan a discutir deliberadamente y sin control, entonces llega un momento de sordidez, y es donde aprovecha el presidente del jurado para calmar las cosas y poner en orden en esa incontrolable situación – parecían animales enjaulados-. Les parecerá extraño, pues los encierran, e irónico, pues son un jurado libre de tomar cualquier decisión, pero esta tiene que ser unánime sin importar la decisión, si uno de ellos no esta de acuerdo con el resto, tienen que convencerlo o el convencer a los demás, como pasa en esta ocasión.

A la duda que tiene este sujeto, la denominamos duda metódica o hiperbólica, según Descartes, la cual consiste en encontrar evidencias, sin importar cuales, para refutar o afirmar lo que sabia, esta duda es universal, es decir, pone en cuestión absolutamente todos los conocimientos, tanto los de sentido común y los basados en la percepción como los que tienen su origen en la investigación científica, incluida la propia matemática. Es a la vez exagerada, no nos dice sólo que tenemos que dudar de aquello que, tras un examen o comprobación, veamos que es falso. Sino que es mucho más radical: tenemos que dudar de aquello que vemos que es falso, pero también de aquello que podamos plantear alguna duda, incluso en el caso de que no podamos mostrar que es falso; si nos cabe alguna duda, nos dice Descartes, podemos considerarlo como si realmente fuese falso.

Y eso fue lo que hizo realmente ese sujeto, con la mínima duda del caso decidió antes de someterlo a la muerte, comprobar la consistencia de las pruebas y del caso mismo, falta aclara que el muchacho afirma que salio al cine y regreso para ver a su padre muerto en el pavimento. Así comenzaron a aprobar y descartar las pruebas una por una; primero fue el arma con la que se cometió el asesinato, cada uno expuso en resumen, que el arma, única en su estilo, estaba clavada en el pecho de la victima y que habían dos testigos, que afirmaban la participación del muchacho en el homicidio. Uno de los testigos, un anciano, en todo el sentido de la palabra, que caminaba despacio y arrastrando uno de sus pies, dijo que escucho al acusado gritar “te matare” y 15 segundos después lo vio bajar apresuradamente por las escaleras, el otro, una mujer, vecina del apartamento al otro lado de la calle, asegurar ver entre los dos últimos vagones del tren, el momento del asesinato y como caía el cuerpo desde el ultimo piso hasta el suelo.

Eso seguramente puede ser suficiente, para que el veredicto sea “culpable”, claro, para una persona que no tiene nada que hacer mas que ver un estupido partido de béisbol, y quedarse sentado recibiendo tres dólares por eso. Pero para el sujeto de la duda, eso no era suficiente, así que mando a traer el arma con la que se cometió el asesinato, un cuchillo de colección, podría decirse, con un mango exclusivo, hermoso, con una hoja afilada, brillante, que se robaba la atención por donde pasaba, digno de un asesino.

En el juicio fue establecido que era un arma casi imposible de conseguir, inclusive en el momento de deliberar, no hubo objeción de parte del abogado defensor, un abogado joven sin experiencia y con ganas de enfrentar un juicio

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