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12 Cartas al amor.


Enviado por   •  24 de Abril de 2016  •  Apuntes  •  1.294 Palabras (6 Páginas)  •  499 Visitas

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12 Cartas al amor.

Desinterés.

De él para ella...

No me miras, nunca me das la cara, parece que todo lo que haces es tratar de evitarme, pues aunque yo sea tímido y no me atreva a hablarte, tu también deberías poner de tu parte; ya sabes la razón por la que no puedo hablarte, te escribí una carta hace algún tiempo en la que me refería al tema, en ella me sinceré contigo, te conté todo lo que sentía por ti y me aseguré de ser total y absolutamente honesto acerca de mis sentimientos, pero parece que no fue suficiente para ti. Me sentí nervioso, lleno de inseguridad y dudas sobre si debería o no contarte todo lo que había en mi corazón, pues como decía en aquella carta: “uno no puede evitar sentirse débil al hablar de sus sentimientos" y la verdad es que tanto hoy como en el momento en el que escribí aquella carta, era eso lo único que sentía.

Alguna vez mencioné que me sentía lleno de vergüenza al hablar contigo, y no me refería a que me preocupara la manera en que los demás me verían si hablábamos frente a frente, no, eso nunca me importó, a lo que en realidad me refería era a que cada vez que te veía, cuando nuestros ojos se encontraban, me sentía débil, mis piernas no paraban de temblar, mi corazón se aceleraba, me faltaba la respiración y mi boca se quedaba sin palabras; puede que todo lo que escribo suene algo “meloso" e incluso parezca un cliché, pero es lo que sentí en ese momento. Recuerdo que mi mano temblaba mientras sostenía el esfero con el que escribí aquellas palabras salidas de mi corazón, pensaba que sí leías la carta te reirías, así que la leí una y otra vez para asegurarme de que no te sintieras abrumada, para que cuando la leyeras no sintieras ningún tipo de presión alguna, y creó que ese fue mi error, esforzarme demasiado por hacer que te sintieras cómoda.

Cuando te vi sola, apartada de tus amigas y de las personas con las que siempre andas, decidí que era el momento indicado para entregarte aquella “confesión" y saber de una vez por todas si te gustaría o no. Lo primero que viene a mi cabeza al recordar ese día es la felicidad que me invadió en el momento en que te vi sonreír al ver que por primera vez en años te hablaba, así como la mirada de decepción que apareció en tu rostro cuando saqué de entre los pliegues de mi chaqueta aquella carta escrita para ti; aún hoy recuerdo esa mirada y lo mal que me sentí cuando después de haber entregado lo que había por entregar, me fui sin siquiera decir adiós, creó que aquello fue lo que ocasionó el motivo por el que escribo esto. Es irónico decir que la razón por la que escribo esta segunda carta es porqué la primera no logró cumplir con su cometido.

No digo que el hecho de haber escrito la carta haya sido un total fracaso, no, fue exactamente lo opuesto; al entregarte mis sentimientos condensados en una hoja de papel y al verte alejarte del lugar con ella, me sentí muy bien, lleno de vigor y de felicidad, con los ánimos renovados. Al final todo valió la pena, pues pude sacar todo lo que había dentro de mí, fue como subir a la montaña rusa, al principio tienes miedo, pero también sientes emoción y ansias por subir, sabes que te dolerá de una manera u otra, ya sea que te marees o que te golpees al salir, pero al final te gustará, porque sabes que disfrutaste cada segundo del viaje y si pudieras subirías de nuevo; eso fue lo que yo sentí cuando te vi alejarte, libertad, alivio, la sensación de que el mundo ahora me obedecía a mí. Desde el momento en el que tomaste la carta con tus manos, me sentí como un hombre nuevo, alguien que ya no temía al mundo, me sentía tan lleno de ganas por salir y hacer todo lo que se me antojase, pues ahora era la persona más feliz del mundo, pero eso no duraría mucho.

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