Adhesion De Turquia A La Union Eurpoea

El debate sobre el ingreso de Turquía al seno de la Unión Europea sugiere muchos delirios. Como fondo de todo un “choque de civilizaciones”, nos da testimonio de la actual angustia de las sociedades occidentales frente al islam. Y saca finalmente a la luz la islamofobia que obsesiona a la casi totalidad de las naciones pertenecientes a este grupo.

Ningún país ha sacrificado tantos aspectos fundamentales de su cultura para afirmar su identidad europea. La Turquía moderna llegó incluso a abandonar su antiguo sistema árabe de escritura para adoptar los caracteres latinos, sus habitantes debieron deshacerse de sus ropas tradicionales para portar cotidianamente vestimentas occidentales e hicieron el laicismo oficial para que el islam dejara de ser religión de Estado.

El país avanza en reformas democráticas: los tribunales especiales de seguridad del Estado están desapareciendo, la pena de muerte fue abolida, los atenuantes de los “crímenes de honor” contra las mujeres fueron suprimidos, la criminalización del adulterio fue abandonada. En las regiones del Kurdistán se levantó el estado de emergencia, se autorizó la enseñanza del kurdo, se creó una cadena de televisión kurdófona y cuatro ex diputados presos políticos por su militancia a favor de la causa fueron liberados.

Sin duda alguna Turquía ha hecho un esfuerzo destacado por pertenecer al poderoso bloque europeo. Aún tiene cuatro años de mucho trabajo por hacer, para lograr de esta manera la adhesión, venciendo prejuicios y débiles argumentos sobre todo de parte de las potencias que lo integran.

Queda por recorrer un largo camino en materia de respeto de las libertades públicas y de los derechos fundamentales. Hará falta también que Ankara reconozca el genocidio armenio de 1915. Debe permitir la liberación de más de tres mil militantes actualmente en prisión, incluido Abdullah Ocalan, antiguo jefe de la rebelión. Pero la perspectiva de adhesión a la Unión ya tiene como efecto principal reforzar la democratización de Turquía, su laicismo y la defensa de los derechos humanos. Para los grandes países del Mediterráneo oriental, amenazados por la violencia, esta adhesión constituirá un mensaje de esperanza, de paz, de prosperidad y de democracia.

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