Artículo Vigilante de Seguridad
Enviado por CarmenEspadas • 6 de Junio de 2022 • Trabajo • 619 Palabras (3 Páginas) • 53 Visitas
Elegir una profesión es una tarea muy difícil, tanto por la prontitud en que el sistema
nos obliga a decidir como por la incertidumbre que acompaña cualquier opción:
¿seré capaz?, ¿me gustará?, ¿tendré oportunidades en un futuro?, ¿habrá
demanda en el mercado cuando finalice?, etc. También es cierto que a lo largo de
nuestra vida son muchos los momentos en que podemos “recalcular coordenadas” y
tomar nuevas direcciones pero, indudablemente, aparecerán nuevas dudas: ¿estoy
a tiempo?, ¿es esto lo que necesito?, ¿no será demasiado difícil para mí ahora?.
Pero, observemos algo, independientemente de las motivaciones que nos lleven a
esa toma de decisiones, el punto de partida óptimo, tal vez, sea común a todos los
casos: quiero hacerlo bien.
¿Qué sería “hacerlo bien”? creo que estaremos de acuerdo en que consistiría en ser
lo más profesionales posible. La profesionalidad es un compendio de conocimientos
y experiencia, pero no únicamente, es también un conjunto de valores y habilidades
en nuestro desempeño, que dependen del desarrollo de la capacidad emocional y
ética y que nos llevarán, sin duda, a retroalimentar los dos aspectos anteriores.
Si has elegido el ámbito de la seguridad privada como tu profesión, estoy
completamente segura que habrás oído más de una vez el término “segurata”, tal
vez, incluso tú en algún momento lo hayas utilizado; aunque observemos que
también se habla de los matasanos, de los picapleitos, del loquero, etc. ¿Qué
ocurre aquí?
En toda interacción humana existe una multidireccionalidad, es decir, si en nuestro
caso ofrecemos un servicio a las personas, éstas recibirán “el mensaje” con
infinidad de condicionantes: su formación, el contexto, la educación, los miedos, los
prejuicios y un largo etcétera. Está claro que la seguridad es un servicio con una
manifestación material pero se basa en un concepto muy subjetivo: ¿qué es lo que
me hace sentir seguro?. De la confluencia de peligro más vulnerabilidad se
desencadena el riesgo; está claro que los peligros no pueden controlarse, aunque sí
la exposición a ellos, es decir, minimizando el riesgo siendo consciente de la
vulnerabilidad.
El vigilante, como ser humano, es vulnerable y el objeto de la protección también. Si
tu servicio se desarrolla en el transporte público, es lógico que las amenazas sean
más frecuentes que en unas oficinas, debido a la mayor concurrencia y exposición.
Pero, en cualquier caso, ahí tenemos al individuo, origen del riesgo y objeto de
protección. ¿Qué hacemos entonces?
Retomando el concepto de “segurata” me llevo el ejemplo a un cliché para ser más
ilustrativa:
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