Conceptualización. Análisis autocrítico

Conceptualización

Análisis autocrítico

Parte de las presentaciones frente a qué se entiende por autoevaluación integran la noción de reflexión autocrítica desde la cual se desprenden oportunidades de mejora. Los planteamientos refieren a la revisión de la actual actividad de la unidad y a la utilización de herramientas como FODA y otras relacionadas al examen de procesos. Algunos aspectos que se manifiestan como características de la autoevaluación refieren al diálogo, su carácter continuo y esencialmente participativo.

Existe una mirada crítica hacia la comprensión de un proceso de autoevaluación acotado a la verificación del cumplimiento de objetivos, como ejercicio de verificación de metas; sino que se espera el desarrollo de análisis asociados a la identificación de debilidades, riesgos o procesos que requieran de mejora o intervención. De manera indistinta, se presenta una alta preocupación por la calidad de los datos sobre los cuales se construyen los análisis.

Por otro lado, aparece la percepción de que la preocupación por estos procesos autoevaluativos se concentra en el cuerpo académico, más que en otros estamentos. Sin embargo, las narrativas asocian de manera directa la autoevaluación al ámbito de gestión: los conceptos de “desempeño”, “sistematización de información”, “funciones” y “calidad” son aquellos que aparecen con mayor recurrencia en la construcción del discurso.

Gestión

En las exposiciones, los elementos de gestión se presentan mayormente relacionados con el ámbito privado, donde los atributos de utilidad y eficiencia aparecen como pilares de la administración. De lo anterior, se plantea que esta óptica genera una tensión cultural respecto al funcionamiento histórico de la institución, que en tanto percepción aparece “demonizado”, y que implica un subsecuentemente cambio en el modo de abordar los desafíos.

Así, elementos como reporte de gestión, la gestión de calidad y/o la revisión de funcionamiento, si bien se presentan vinculados a los procesos de autoevaluación, no se exponen como componente del actual proceso en la universidad. Sin embargo, los discursos sí entienden la revisión del proceso como aspecto fundamental de cualquier reflexión autoevaluativa.

Desconocimiento

Un número importante de exposiciones señalan que no existe un entendimiento transversal respecto a la autoevaluación institucional: se presentan de manera reiterada planteamientos que sostienen que parte de la comunidad académica relaciona esta actividad a la “CNA” y con fines exclusivos de acreditación. Aun cuando se reconocen los esfuerzos desde el nivel central (CSAI) respecto a organizar la generación del informe anual, se plantea que –a nivel general en la comunidad- las preguntas de “por qué es importante” y “para qué es la autoevaluación” siguen sin una respuesta sólida. El objetivo de la autoevaluación institucional se presenta como un elemento no compartido por las CLAIs, el cual se valora relevante para la definición de su funcionamiento.

Asimismo, se indica que la existencia de la CLAI y, por consiguiente, sus actividades, no forma parte del imaginario colectivo de las unidades académicas. Un elemento que aporta a esta situación es –en algunos casos- la inexistencia de sistemas o procesos definidos para el desarrollo de la actividad auto evaluativa.

Desde las y los hablantes, es frente a este desconocimiento que aparecen resistencias frente a lo que se considera una “evaluación”, lo cual impacta la disposición a participar y el acceso a información. La autoevaluación aparece asociada a percepciones de un “proceso de rellenar formularios”, “rendición de cuentas” y “trabajo extra”, las cuales refuerzan una valoración negativa de la actividad. Por otro lado, un efecto de este desconocimiento aparece en la duplicación de esfuerzos, en tanto se identifican distintos departamento o unidades generando procesos autoevaluativos paralelos. Lo anterior se vincula con expresiones referidas a que los niveles de cercanía con la CLAI difieren por departamento dentro de las unidades. Existe también el planteamiento de que en el estamento académico se reconoce la mayor resistencia a procesos autoevaluativos, particularmente en ámbitos de docencia.

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