Cultura y comportamiento humano
Enviado por Argelia Gomez • 17 de Agosto de 2023 • Trabajo • 980 Palabras (4 Páginas) • 47 Visitas
EDITORIAL
Cultura y comportamiento
humano
Adentrarse por los laberintos de comprender las complejidades del
comportamiento humano, implica ver la cultura desde la perspectiva antropológica, como algo que se lleva consigo, como un abrigo
permanente y que como una eterna viajera acompaña a su amo por
donde quiera que él se desplace (Gómez, 1999). Desde esta óptica,
se aprende, se respira y se interioriza en el alma de cada persona, en
contacto con ella.
En el histórico papel que se le ha asignado a la cultura como reguladora y administradora de conductas, aparece en ella un conjunto de
normas que le dan vitalidad a su continua constitución y reproducción social. Parece claro, y sobre todo ampliamente aceptado, que en
el mundo culturalmente constituido –una especie de superestructura
social– se haya instalado a través del tiempo una serie de reglas de
convivencia y de solución de conflictos que, consciente o inconscientemente, el ser social ha aceptado y practicado durante toda su existencia (McCracken, 1986).
Estas, como ha de suponerse, son las que deciden y marcan el grado
de aceptación o de rechazo de determinado comportamiento asumido por alguien perteneciente a una cultura. En este sentido, los patrones culturales determinan no solo los premios para quien con su
conducta contribuya a la prolongación de la norma predominante,
sino también el contenido y la forma de castigar a quien, irreverente,
se atreva a enfrentar lo estatuido. Es esta lucha vital, entre todo lo
nuevo que batalla por emerger y lo tradicional que en su afán perpetuador se resiste a fenecer, la que permite que se logren enormes
y significativas modificaciones que dinamizan la vida y estimulan el
cambio y el avance social. Aparecen así las recompensas como una
forma de premiar a quienes respeten el orden estatuido y los castigos
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para quienes se atrevan a desafiar lo imperante, lo dominante, lo “normal”
(Schein, 1985).
En este marco de normas de comportamiento socialmente compartidas y
aceptadas, emergen los premios y aplausos para quienes, plegados a la ortodoxia de pensamiento y acción, se encargan de reproducir en la cotidianidad de su existencia, lo tradicional, “lo bueno”, lo que concuerda con la
ideología dominante; todo aquello que perpetúa el estado actual de cosas.
Surgen así los patrones ejemplarizantes construidos en el pasado y que
“bien vale la pena” emular. Por ejemplo, las gestas libertadoras, el predominio de las ideas reconocidas y admitidas, las creencias traspasadas
de una estructura familiar a otra, los valores asociados con el bien común, los agüeros que generaciones anteriores transformaron en mitos, los
símbolos que transmiten poder y estatus, las formas de comportamiento
acendradas en la tradición, y los hábitos que en su constante reproducción
disminuyen la incertidumbre son algunas muestras de acciones y pensamientos que en su permanente recreación favorecen la continuidad y la
perpetuidad de un orden social “debidamente” constituido.
Esta forma de recompensar a quien respeta los cánones establecidos conduce a que el inconsciente colectivo perdure en la mente
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