Cómo Pedir Un Aumento

En un trabajo que tuve hace algunos años, mi compañera Mariana y yo solíamos fantasear sobre "La escuela de la vida real", ese lugar imaginario donde nos enseñaban lo que verdaderamente necesitábamos saber para enfrentar las situaciones cotidianas. Un ejemplo: cómo despedirse. No nos enseñan a despedirnos, a separarnos, a decir adiós sin lastimarnos. Y ahí estamos, años después, tratando de terminar una relación torpemente, haciéndonos heridas innecesarias. ¿Otro ejemplo? Defendernos de un comentario tóxico. En un mundo donde lo deseable era ser una chica linda, educada, discreta y amable, la educación nos atrofió el impulso para marcar un límite entre la crítica y la agresión. En ese mismo curso habríamos puesto el capítulo "Cómo pedir un aumento".

Para pedir un aumento hay que poner datos sobre la mesa

Mariana decía que en vez de ponernos a resolver cientos de ejercicios de aritmética (donde se repite la misma operación pero con distintas cifras), podrían plantearnos juegos de rol o acertijos donde uno aprendiera a desarrollar habilidades de negociación, específicamente para el día de pedir el tan merecido aumento.

No falta quien opine que son cosas que uno aprende sobre la marcha, y algo hay de cierto en ello. Pero es necesario practicarlo de manera consciente a temprana edad, simplemente como punto de partida; al sembrar las bases de una habilidad, éstas pueden desarrollarse con mejores resultados en la vida profesional. Y más que la habilidad, lo que habría que sembrar es la certeza de que nuestro trabajo tiene un valor, y si éste se traduce en ganancias y crecimiento para la empresa, lo justo es que uno reciba la parte que le corresponde de acuerdo al compromiso y los resultados. Un aumento no es un premio o un favor, es un derecho que se gana con trabajo.

En el caso de las mujeres, lo que ocurre cuando pedimos un aumento es que hacemos una "labor de venta" en lugar de hacer una solicitud concreta. Vamos a pedir un aumento pero tememos despertar una molestia (aunque en el fondo sepamos que merecemos una mejor paga). Tal vez porque nuestro pensamiento funciona con aquella idea que heredamos: la misión de la mujer es agradar a los demás. Y está bien ir muy bien arreglada y con buena cara, pero el objetivo es generar mejores condiciones de trabajo y salario, no recibir el título de Miss Simpatía.

Dicen los expertos que el secreto para obtener un aumento es cambiar el esquema, hacerte indispensable para aquellos de quienes depende tu pago. Para ello hay que mostrarles que es más sencillo y más inteligente darte un aumento, que encontrar quien te reemplace. Pero antes de discutir sobre el dinero hay que poner los hechos sobre la mesa.

La gente piensa que se puede pedir un aumento simplemente porque uno lo desea, o porque ha trabajado más de uno o dos años en la empresa. Y aunque es un anhelo legítimo, no es un

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