El fin del emprendedor
Enviado por carlos hernandez velarde • 8 de Agosto de 2023 • Informe • 389 Palabras (2 Páginas) • 107 Visitas
El fin del “emprendedor”
PUBLICADO: 2012-11-16
Los sucesos de La Parada me han hecho pensar en la urgente necesidad de pasar del concepto de “emprendedor” al de “empresario”.
Por alguna razón, al pequeño empresario que hace negocios en el Perú se le ha preferido llamar “emprendedor” antes que “empresario” y, por tanto, destacar su “empuje” y su “coraje ante la adversidad” que su “capacidad de organización y gerencia”.
“Emprendedor” en el Perú está más asociado a la cultura de “arrancar”, “iniciar” y, en ese sentido, hasta diría de “empujar”. Parece que esta manera de llamarnos fue necesaria para el tránsito de estos últimos cuarenta años donde la masa empresarial creció de manera considerable por la crisis del país.
El Perú se convirtió en un “país de emprendedores”, de gente que puede empezar de la nada y como sea empieza un negocio y se genera su puesto de trabajo. La “cultura combi” se maquilló un poco y dio paso a la “Cultura del Emprendedor” que integró al ambulante que pasó a un establecimiento permanente y a las decenas de miles de personas que alquilaron un puesto pequeño en las galerías comerciales, puso su restaurante, su bodega o compro su combi.
Pero el arranque, la capacidad de “emprender”, es solo una pequeña parte de ser empresario. La empresa es fundamentalmente una organización creada para dar utilidades a los socios que han invertido en ella no un puesto de trabajo.
¿Cómo explicarse que tremendos empresarios de La Parada se hayan opuesto radicalmente a ocupar el espacio infinitamente mejor de Santa Anita? ¿Qué ha estado realmente detrás de esta incapacidad de dar un paso adelante? ¿Por qué esta necesidad de mantenerse en la informalidad, de convivir entre delincuentes, drogadictos y ratas cuando, por fin, se les estaba ofreciendo un espacio digno para hacer negocios?
En nuestro imaginario, un “emprendedor” trabaja donde y como sea porque “la está luchando”. Se justifica su informalidad porque necesita “generar ingresos”. Esta condescendencia ya no tiene sentido en los tiempos actuales. Es momento de exigirnos responsabilidad social y cumplimiento de deberes.
Hoy necesitamos concebirnos como empresarios en su total dimensión. Esa debería ser nuestra ambición: buscar crecer, organizarnos, tener un equipo de trabajo al cual dirigir y, finalmente, gerentes a los cuales delegarles la empresa.
Tener utilidades y pagar impuestos debería ser nuestro orgullo.
Publicado en Mi Empresa de El Comercio el domingo 3 de noviembre del 2012
...