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El valor del dinero a la economía


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2012  •  Monografía  •  2.451 Palabras (10 Páginas)  •  702 Visitas

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El dinero permite el intercambio de bienes y servicios en una economía de una manera más sencilla que el trueque.

Por tanto, para que un bien pueda ser calificado como dinero se deben satisfacer los siguientes tres criterios y que son las tres principales funciones que cumple el dinero en un sistema económico moderno:2

Medio de intercambio: para evitar las ineficiencias de un sistema del trueque. Cuando un bien es requerido con el solo propósito de usarlo para ser intercambiado por otras cosas, posee esta propiedad. Por ejemplo, pocas personas conservan billetes para colección. En cambio, la mayoría de las personas los conservan por la posibilidad de intercambiarlos cuando lo deseen por otros bienes. Además, el dinero debe ser un bien ligero y fácil de almacenar y de transportar.

Unidad contable: Cuando el valor de un bien es utilizado con frecuencia para medir y comparar el valor de otros bienes o cuando su valor es utilizado para denominar deudas, se dice que el bien posee esta propiedad. Por ejemplo, si los miembros de una cultura se inclinan por medir el valor de las cosas en referencia a las cabras, las cabras serían la principal unidad contable. Un caballo podría costar 10 cabras y una cabaña unas 45 cabras. La unidad de cuenta significa que es la unidad de medida que se utiliza en una economía para fijar los precios.

Conservación de valor: Cuando un bien es adquirido con el objetivo de conservar el valor comercial para futuro intercambio, entonces se dice que es utilizado como un depósito de valor. En el ejemplo anterior, una cabra tendría un problema a la hora de servir como dinero, puesto que es un bien perecedero: con el tiempo muere. Otros materiales, como el oro y la plata, conservan sus propiedades a pesar del paso del tiempo. Es un medio de acumulación o atesoramiento. El dinero, como representante de la riqueza, tiene el poder de comprar cualquier mercancía y se puede guardar en cualquier cantidad. En otras palabras, la función de atesoramiento sólo puede realizarla el dinero de pleno valor: monedas y lingotes de oro, piedras preciosas, objetos de oro, etc. El bien escogido como medio de acumulación debe ser siempre algo que pueda guardarse durante largos periodos sin que se deteriore. El dinero es un depósito de valor pero no el único, cualquier activo que mantenga su poder adquisitivo a lo largo de tiempo servirá como depósito de valor.

Además de los puntos anteriores, el dinero debe ser reconocido por la sociedad que lo usa, permitiendo su identificación y valoración de una forma clara.

El dinero, tal como lo conocemos hoy (billetes y monedas sin valor propio), debe estar avalado o certificado por la entidad emisora. Actualmente son los gobiernos, a través de las leyes, quienes determinan cual es el tipo de dinero de curso legal, pero son otras entidades, como los bancos centrales (Banco Central) y las casas de la monedas (Ceca), los que se encargan, primero, de regular y controlar la política monetaria de una economía, y segundo, de crear las monedas y billetes según la demanda y la necesidad de tener dinero físico.

Sintetizando, podemos afirmar que el dinero es un activo financiero neutro o plenamente líquido, que sirve de plataforma intermedia para optimizar el intercambio bienes y servicios, evitando las inexactitudes propias del trueque, es decir, del intercambio directo de bienes y servicios.

Antiguamente, la forma común de comerciar era el sistema del trueque, intercambiando directamente bienes y servicios por otros. Este sistema es ineficiente y lo podemos ver con el siguiente ejemplo:

Un ganadero se dedica a criar cabras y necesita trigo para hacer pan. La persona que cultiva trigo no necesita ninguna cabra, y por lo tanto el intercambio directo no es posible. Un herrero sí quiere una cabra para comer, pero el ganadero no requiere de las herramientas fabricadas por el herrero, pero el cultivador si requiere de herramientas para su trabajo.

Desde las sociedades más primitivas, el hombre ha necesitado intercambiar los bienes obtenidos como fruto de su esfuerzo por otros. De ese modo, el que había recolectado frutos de la tierra en un determinado momento podía desear cambiar parte de ellos por ejemplo por pieles. Así surgió el trueque. El problema es que, en ese momento, los intercambios dependían de las necesidades de cada individuo en cada momento, siendo un trámite lento y difícil adaptarse a las urgencias inmediatas de cada individuo.

En el ejemplo planteado, es posible que el cazador que tenía las pieles no desea frutos de la tierra sino bastones de madera. La tarea del trueque podía resultar ardua, ya que en primera instancia, el recolector de frutas requeriría encontrar a alguien dispuesto a cambiar las frutas por madera, para ir posteriormente a cambiar ésta por las pieles. En algún momento pudo suceder que el recolector de frutas diera las frutas al que poseía bastones de madera, y le pidiera una nota equivalente al valor de las frutas; y luego pudo haber ido con esta nota junto al dueño de las pieles, pidiendo le cambiaba ese documento (el cual tenía un valor en madera) por pieles, pues más tarde podría reclamar la madera al emisor de la nota (al dueño de la madera). Y probablemente, en esa hipotética situación, el poseedor de las pieles pudo haber recibido la nota y no ir luego a canjearla por bastones de madera, sino usarla para con ella obtener algún otro bien o servicio en otro lugar. Obviamente, en algún momento la nota pudo haber regresado a su emisor original a efectos de cambiarla finalmente por los bastones de madera. Pero también pudo haber sucedido, que algunas notas muy especiales nunca hubieran regresado a su emisor original, y quedaran circulando por un muy largo tiempo en el circuito de los intercambios hasta su eventual destrucción o hasta su eventual pérdida de valor, cumpliendo así una función monetaria; esto bien pudo haber pasado con notas de entrega de metales emitidas por personas muy importantes, como reyes o faraones.

Al final, en toda comunidad humana acaban apareciendo ciertos bienes que son más fácilmente intercambiables que otros, de forma que los individuos los demandan, no por su utilidad, sino por su especial capacidad para circular por el mercado, para servir de moneda de cambio. O sea en definitiva, por su liquidez. Un claro ejemplo serían los cigarrillos en el ambiente carcelario, que serían utilizados incluso por los no fumadores para cambiar por otros bienes, o los chocolates en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, producto que por su aguda escasez sirvió informalmente para niños y adultos como moneda de cambio de otros bienes. Estos ejemplos ilustran que una necesidad generalizada o aceptación generalizada une a todos, y permite el intercambio de bienes y servicios. Y en las civilizaciones avanzadas, esa especie de aceptación

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