Ensayo ecuador peru

Conflicto y Psicología

     Parafraseando a Luis Gabriel Carrillo Navas: “Meterle psicología a la vida, es dialogar con los problemas, negociar con los conflictos y concertar la convivencia con tolerancia.”  En base a ésta afirmación, y considerando que a medida que el mundo se ha globalizado, las personas, empresas y naciones sobreponen sus intereses con el afán de formar parte significativa del orden mundial, en donde la única constante es el cambio. Así también la posibilidad del aumento en el número de conflictos, evidencia que el uso de recursos como la psicología aplicada a las negociaciones es el único camino a la paz, tolerancia y respeto mutuo.

     Con esta introducción, el presente trabajo pretende analizar el conflicto entre el Ecuador y el Perú, desde la perspectiva psicológica de cómo se llevaron a cabo las negociaciones y como la parte subjetiva de los grupos negociadores influyeron en el resultado.

    La vieja rencilla fronteriza entre Ecuador y Perú fue solventada en el año de 1998 cuando los presidentes de los dos países firman un acuerdo, con el que se concluyen meses previos de enfrentamientos armados y negociaciones que implican la intervención de países externos al conflicto.

    El origen de la disputa radica en políticas exteriores basadas en puntos de vista divergentes, por un lado se encontraba la posición Ecuatoriana que,  pretendía alcanzar al río Amazonas que por historia formaba parte del territorio del país. Paralelamente, la posición Peruana buscando la ejecución totalitaria del Protocolo de Río de Janeiro, con una base eminentemente jurídica. En este sentido, los intereses nacionales de cada nación buscaban imponerse frente a los del país vecino mediante el uso de las armas de ser necesario.

    Cuenta la historia que el año 1995 fue de álgidos combates entre los países, dejando una estela de bajas, costos y tropas movilizadas; de esta manera se instituye el punto de partida de una nueva etapa: de negociación para este altercado. El preciso momento en que esto ocurre es cuando se reconoce de su necesidad, el Ecuador reconoce el Protocolo de Río de Janeiro y el Perú abre su mente para diferentes interpretaciones a éste instrumento jurídico, dejando latente la posibilidad de encontrar una solución en donde los contendientes puedan “ganar-ganar”.

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