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Expectativas Racionales De Los Nicaraguenses


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2014  •  1.719 Palabras (7 Páginas)  •  192 Visitas

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Para unos, lahipótesis de las expectativas racionales interpuesta a la teoría macroeconómica por John F. Muth, y, divulgada por Robert Lucas Jr. y Thomas J. Sargent; constituye el supuesto más importante en el cual descansan las múltiples teorías de la micro y macroeconomía contemporánea. No obstante, la veracidad de dicha hipótesis ha sido el meollo de un riguroso debate en el cual no solo los economistas han estado inmersos, sino también expertos de distintas disciplinas como psicólogos y sociólogos quienes impugnan la fidelidad de la hipótesis con lo que sucede en la realidad.

A través de este ensayo se pretende, pues, argüir sobre la hipótesis de las expectativas racionales para luego constatar si se aproxima a cumplirse en el contexto nacional. Se empezará por develar las distintas posturas que confrontan la validez de la hipótesis, así como las implicaciones de la hipótesis misma, contrastada con las diversas aseveraciones de quienes la rebaten.

Es válido suponer que en Nicaragua se cumple la hipótesis, principalmente por las pocas fluctuaciones que presenta el nivel de precios que es determinado por la devaluación fija de la moneda local y la inflación poco volátil de la primera economía mundial, la de Estados Unidos de América. El segundo determinante se explica por la alta dependencia de nuestra pequeña y abierta economía de los precios internacionales de alimentos básicos y el petróleo, no obstante estos resultan ser menos impactantes por las políticas subsidiarias que ejecuta la administración actual.

La denominada hipótesis deductiva de los neoclásicos sugiere que los agentes conocen toda la trayectoria pasada, corriente y futura sobre las principales variables endógenas; suponer que los agentes económicos tienen expectativas racionales, es asumir que estos pueden cometer errores, pero en promedio, a nivel agregado tienden a ser correctas.

La famosa teoría general del empleo, el interés y el dinero de J. M Keynes propugna que la conducta de los agentes económicos es influida por los animal spirits y poco estable, por lo que en un mercado libre de regulaciones nos alejaríamos de la tendencia hacia el pleno empleo; véase esto como una de las principales argumentaciones teóricas que contradicen la hipótesis de las expectativas racionales que objetan ajustes automáticos de los mercados. Sin embargo, es importante mencionar que al rechazar empíricamente la hipótesis neoclásica se pone en oscuridad la teoría de los ciclos económicos, la cual alude a una tendencia continua de las economías hacia el producto potencial y pleno empleo.

Cabe aclarar que las expectativas racionales presumen que la información disponible hace referencia a un conjunto de información heterogénea, asociable con infinidad de agentes decisores heterogéneos. Aunque la información sea verdadera esto no implica que el resultado sea el más eficiente, la decisión estará guiada por las expectativas de éxito que tengan los individuos.

Referente a la verosimilitud de la acción humana en cuanto a expectativas racionales. John Muth, considerado el padre de las expectativas racionales, expresó:

“Se argumenta a veces que la asunción de racionalidad en economía lleva a teorías inconsistenteso inadecuadas para explicar los fenómenos observados, especialmente cambios a través del tiempo. Nuestra hipótesis se basa exactamente en el punto de vista opuesto: que los modelos dinámicos no asumen la necesaria racionalidad.” (1961)

De esta forma, la hipótesis con “racionalidad dinámica” no establece que los agentes realizan predicciones plenas o perfectas pues no disponen de información completa. Sin embargo, tales errores son agregados de tal forma que, el error no se vuelva a cometer en un futuro, evitando así, la existencia de errores sistemáticos o de un error calcado del pasado.

Esto se observa con mucha clarividencia en las Matemáticas con la propiedad estadística de los errores en la predicción,los cuales no están correlacionados entre sí de tal manera que, tienen una media de cero, pues son corregidas en el largo plazo. Esto justifica que la hipótesis de las expectativas racionales cuenta con un amplio nivel de significancia y exactitud.

Esto resulta coherente con lo que sucede en el país, pues la comisión nacional de salario mínimo que reúne a representantes del gobierno central a través del Ministerio del Trabajo (MITRAB), lideres sindicalistas y representantes del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), ajustan la remuneración mínima legal en base a la inflación esperada de cada año, consecuentemente las empresas proyectan el nivel de precios de mercado de sus productos en base a estos ajustes que los sumergen en mayores costos productivos.

Aunque los trabajadores nacionales demandan ajustes salariales estimando la inflación futura y considerando que por el continuo aumento de los precios generales su poder adquisitivo se ve deteriorado, muchas veces las proyecciones de inflación no resultan ser efectivas puesto que no logran eclipsar los aumentos de los precios de los productos de consumo cotidiano; la causa que subyace en estos desaciertos, se graba en la memoria de los agentes quienes aprenden de los errores, tomando las medidas pertinentes para mitigar el error en el próximo período, teniendo en cuenta la probabilidad de una eventual alza de precios por sus demandas salariales.

Reyes señala refiriéndose a las funciones del BCN:

“Para el BCN, en atención a su objetivo fundamental de velar por la estabilidad de la moneda nacional, el seguimiento de las fluctuaciones del IPC, comúnmente referido al monitoreo de la inflación, resulta ser una tarea prioritaria, analizando tanto

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