La Organización Mundial de Comercio (OMC)

La Organización Mundial de Comercio (OMC)

Es indiscutible e innegable reconocer la tendencia sólida y creciente hacia una integración por parte de los países, especialmente en lo que respecta a las relaciones intercomerciales. Así, esta corriente no es más que la respuesta a una necesidad, la necesidad de establecer vínculos, regular y modernizar estándares bases para las reglas de comercio global.

Bajo este orden de ideas es que nace la Organización Mundial de Comercio, un ente interfronterizo encargado no solo de regular, sino también de fomentar las relaciones comerciales entre naciones.  El impacto de su creación ha sido bastante papable y sus implicaciones han sido globales; no obstante, lo debatible respecto a los beneficios y perjuicios.

Impacto de la OMC. Más comercio significa más posibilidades de desacuerdo. Si no se les prestara atención, los desacuerdos podrían decaer en conflictos graves. Pero, en realidad, las tensiones comerciales internacionales se reducen en gran medida porque los países pueden recurrir a las organizaciones, especialmente a la OMC, para resolver sus diferencias en materia de comercio (OMC , 2014). Es decir, un enfoque de fomento comercial internacional es el factor que ha sido trascendental para la creación de iniciativas que enmarquen el establecimiento de las reglas de juego en el ámbito comercial. Eliminando así los resultados negativos de la desregulación.

Asimismo, “el surgimiento de los sistemas internacionales de producción integrada o redes globales de producción, denominados frecuentemente como “cadenas globales de valor”, está asociado a la llamada “segunda desagregación” de la globalización caracterizada por los rápidos avances de las tecnologías de la información y las comunicaciones, los menores costos de transporte, la liberalización del comercio y el auge de la inversión extranjera directa. Estos factores han hecho rentable la combinación de recursos de diferentes países a fin de producir un bien” (Programa de Cátedras de la OMC | FLACSO, 2013, pág. 1).  Dicho de otra forma, con el surgimiento de la creación de la OMC se han exacerbado los niveles de eficiencia y crecimiento en las compañías, toda vez que la competitividad hace lo propio bajo la base de la apertura de nuevos mercados y creación tecnológica.

No obstante, uno de los aspectos negativos es los acuerdos de la OMC condicionan la política económica de los países subdesarrollados por el carácter excluyente del mecanismo de consenso bajo el cual son adoptadas las decisiones, pues estas son tomadas por unanimidad de los miembros presentes en la reunión y son de carácter obligatorio para todos los miembros (Lara, 2012, pág. 33). En este tema en particular, el trasfondo en sí radica en la constitución del formato de los votos de los miembros, el cual resulta ser poco democrático.  De tal manera que, en este mismo sentido se debe resaltar que, de los 153 miembros a 2008, solo entre 30 y 35 participan en las negociaciones; siendo excluidos en su mayoría naciones pertenecientes al tercer mundo o países en vías de desarrollo.  

Por otra parte, “se afirma que los países con mayor capacidad tecnológica y de innovación se ven beneficiados con dicho Acuerdo, ya que pueden comercializar productos con un mayor valor agregado; y, por el contrario, los países con menor desarrollo al no disponer de tecnología ni de recursos económicos quedan relegados de la innovación a ser importadores de tecnología” (Aníbal Narváez, Guerrero Dávalos, & Alcaraz Vera, 2014, pág. 234). En consecuencia, estas constituciones y esquemas del comité de miembros de la OMC pueden llegar a tener impactos negativos en las aplicaciones de políticas económicas en los países en desarrollo, dada la naturaleza desventajosa en la que los miembros de estos últimos países se encuentran.

En conclusión, la apertura económica internacional, aunque necesaria para dar respuesta a los problemas de la desregularización y aunque son muchos los avances que ha registrado en cuanto a apertura comercial y traspaso de tecnología se refiere, aún avista rasgos que implican una desventaja notoria solo para ciertos países. Esto resulta bastante contradictorio, pues una de las consignas del ente comercial es precisamente la integración. Así pues, esta integración debe obedecer a un abarcamiento de los intereses de la mayoría sin que se registe la exclusión alguna.

Los acuerdos sobre barreras técnicas al comercio. “Los reglamentos técnicos y las normas establecen las características específicas de un producto, por ejemplo, el tamaño, la forma, el diseño, las funciones o el rendimiento, o bien la manera en que se etiqueta o embala antes de ponerlo en venta. En algunos casos, la manera en que se elabora un producto puede influir en esas características, en cuyo caso puede ser más oportuno elaborar reglamentos técnicos y normas relativos a los procesos y métodos de producción en lugar de a las propias características (OMC, 2019)”. Se establecen unas reglas de juego mucho más específicas de acuerdo a los requerimientos y estándares establecidos previamente con el propósito de cubrir las demandas de calidad, sanidad, entre otros.

Ventajas. “Los estándares y las medidas técnicas ayudarán a garantizar la calidad y seguridad de los productos, además de proveer de información técnica y específica a los mercados, buscando disminuir las asimetrías de información, haciendo más sofisticada la interacción entre oferta y demanda, y eventualmente contribuyendo al comercio y a la eficiencia de los mercados” (Diaz, 2013, pág. 47). En este sentido lo que se pretende es un común acuerdo sobre los requerimientos y características con el fin de prevenir eventuales desacuerdos o inconformidades.

Tanto así que, Los objetivos y los ámbitos de aplicación de los obstáculos técnicos al comercio se sitúan en los siguientes temas: protección de la seguridad y salud de las personas (por ejemplo, que los autos lleven cinturones de seguridad o el empleo de etiquetados advirtiendo sobre el uso restrictivo de medicamentos). Protección de la salud y la vida de los animales y vegetales (con el objetivo de evitar la extinción de especies), entre otros.

Como ejemplo de caso de éxito se presenta el ALCA, donde “se argumenta que, en aras del desarrollo, será vital que los países miembros mantengan márgenes de flexibilidad dentro de las disciplinas del ALCA para adoptar políticas activas de desarrollo productivo a fin de aumentar la competitividad y para manejar la cuenta de capitales como instrumento de regulación macroeconómica” (Bustillo, Inés; Ocampo José [CEPAL], 2013). En estas rondas de negociación se ha sobrepuesto los tecnicismos de común acuerdo y en resultado consecuente ha sido un aumento considerable de los niveles de cooperación e integración.

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