La conquista de México
Enviado por 895689 • 24 de Noviembre de 2014 • Tesis • 2.437 Palabras (10 Páginas) • 246 Visitas
Desarrollo
En los años cincuentas en prácticamente todas aulas de enseñanza primaria de nuestro pais, se exhibía una imagen que consistía en una especie de cono invertido que emulaba la figura del mapa de México, del cual emanaban todo tipo de bienes que representaban la riqueza que el Mexicano, en cuanto a recursos naturales, ha poseído y posee hasta nuestros tiempos; se le denominaba “El cono de la abundancia”. Esa imagen desapareció hace mucho tiempo de las aulas, porque también los recursos se han ido agotando inexplicablemente. Inexplicablemente porque países como Japón y otras potencias mundiales tienen a lo sumo 3 de los 29 recursos esenciales que señala Rodríguez Estrada, y a pesar de ello, el nuestro es considerado - como también lo recalca- un país pobre.
Pero el denominado “tercermundismo“ del mexicano-trabajador, no radica en la carencia, por lo menos no en la carencia de bienes Materiales -si como se dice, el petróleo es nuestro, bastarían los ingresos petroleros para mantener a los Mexicanos indefinidamente con una renta mensual que le permitiría vivir cómodamente, sin necesidad de trabajar ni de hacer el más mínimo esfuerzo que acudir a recibir su cheque- sino en la manera apática de desempeñarse, y su falta de preparación que redunda en falta de motivación.
Tratar de motivar al mexicano-trabajador con el discurso ya sea político o administrativo para tratar de comprometerlo con la productividad y la calidad en las empresas es totalmente infructuoso, no hay “entendimiento”. Y en este caso puede decirse que la falta de entendimiento no es en sí del mexicano-trabajador sino del mexicano-empresario que ignora o trata de ignorar la ignorancia del mexicano-trabajador y es aquí en donde difiero de Rodríguez Estrada cuando señala a un sector de la población, en el que incluye a funcionarios de gobierno, y capitanes de empresas, como “los hombres más dinámicos y de mas visión”. Y de estos asuntos, debe entenderse la Psicología, precisamente la Psicología del mexicano, no la psicología del ruso, del alemán, del francés o del Norteamericano y más específicamente, la psicología del mexicano-trabajador.
El mexicano es a la vez un ser tan complicado como interesante y fascinante, “la mexicanidad es una vocación y un estilo de vida” dice Rodríguez Estrada. Su folklore es único, lleno de matices como alas de mariposa y mucho muy alejada de los estereotipos que en diversas partes mundo se le han atribuido. La historia misma, escrita por los vencedores, miente. La imagen de su personalidad ha sido distorsionada. ¿De que otra forma se explica que los “idolatras salvajes” poseyeran un sentido cósmico y arquitectónico más admirable que el de sus “civilizadores” cristianos? ¿De que otra forma se explica que una de las máximas contribuciones a las matemáticas, el “0” lo hayan hecho precisamente mexicanos? ¿De que otra forma se explica que hasta la fecha, ni con todos los adelantos en materia de informática hayamos podido aun, descifrar el significado de la mayor parte del simbolismo de sus construcciones, sus esculturas, sus jeroglíficos? Y es innegable que el mexicano de la actualidad, por “elemental observación” el mexicano de hoy es producto “de la herencia biológica que nos dieron nuestros padres”; nuestros padres mayas, toltecas, chichimecas, yaquis, mayos, purépechas, y por qué no, también nuestros padres Aztecas, cuya contribución, en realidad, fue muy poca.
La conquista de México y los mexicanos por los españoles no se debió tanto a su superioridad militar “todo lo arrasaron” dice Rodríguez Estrada; porque al mexicano en realidad lo arrasaron las enfermedades, el contagio de plagas, bichos, microbios, virus que le eran totalmente ajenos, importados por sus conquistadores; y lo arrasó su propia docilidad, su confianza, su hospitalidad. La superioridad de sus conquistadores radicaba en su codicia, en el afán de conquista, de dominio, de total desprecio y falta de respeto a los derechos de los hombres. ¿Cómo puede un hombre que es sometido a la fuerza; al que de la noche a la mañana le es robada su cultura, su espiritualidad; un hombre que es sometido y obligado a creer en algo que no cree – se dice que cuando el indio le reza a la guadalupana, en realidad continúa adorando a su verdadera reina, Coatlicue, la madre tierra, la tierra morena- a hacer cosas que no desea – la india que es obligada a casarse con el español y traicionar a su raza - , a postrarse ante su verdugo; a ser llamado “hijo de su madre” (desconocido por su padre, el culto español); cómo puede un hombre en estas condiciones después de quinientos años de esclavitud, considerarse libre y capaz de realizar sus sueños, sin temor, sin envidia, sin resentimiento?. Pues el mexicano y sobre todo, la mexicana, hija de la Malinche, como nos llama Octavio Paz en el “Laberinto de la soledad” “los Mexicanos hijos de la chingada, hijos de la Malinche”, de la chingada porque esa fue la suerte de la Malinche; el mexicano y la mexicana “un pueblo surgido de la violación (Octavio Paz)” que tienen el corazón como el “cono de la abundancia” lleno de recursos, a pesar de que “otros” se los agotan, puede.
Las crisis de identidad, la ambivalencia, la mentira, atributos a las que alude Rodríguez Estrada, provienen de allí, de la castración cultural, de la “hibridización” del mexicano, esto sin que el mexicano-trabajador eluda su responsabilidad echándole la culpa a su pasado, pues en realidad, no lo conoce, se lo han contado mal. Aquí haremos un paréntesis para pronunciarnos en contra del término “malinchismo”; sólo aquel que no conoce la historia, la verdadera historia de la Malinche, puede aceptarlo y aplicarlo.
El mexicano-hibrido, mezcla y confunde sus creencias con sus costumbres, la “magia” - la verdadera magia- la de las plantas medicinales, del copal, del chaman, con la religión; el “ipod” con la música ranchera, la torta con el hot dog, el chile con el cátsup.
“El mexicano, frágil, inseguro, quiere convencerse de que es duro: necesita expresar y demostrar que “es muy hombre” cita Rodríguez Estrada. El mexicano es ambivalente, machista, “edipico-dependiente” y en esto influye de manera muy importante el descuido y la tolerancia de quienes tienen la responsabilidad de guiarlo, de capacitarlo, la “tele” y “otros vicios”, que fomentan su ignorancia y lo obligan a “dormirse”.
El mexicano-trabajador-dormido es el que deambula por las calles, infiel, corrupto, intransigente, violento, que abandona, que maltrata.
El mexicano-trabajador-dormido-folklórico es el que desafía a la muerte, la abraza, la santifica, le falta al respeto; es aquel en el que “la muerte se nutre de su indiferencia ante la
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