Liderazgo Empresarial
Enviado por DianaJAR • 3 de Mayo de 2013 • 1.248 Palabras (5 Páginas) • 387 Visitas
Para poder comprender a fondo lo que implica formar parte de un equipo y ser un líder, habrá que delimitar claramente qué significa cada término. A lo largo del tiempo, la relación entre equipo y líder ha generado muchos debates, como si el líder es el responsable del éxito o del rotundo fracaso de un equipo o, si el equipo es el que lleva al fracaso de una organización.
El líder es una persona que actúa como guía o jefe de un grupo u organización, tiene la facultad de influir en otros sujetos. Su conducta o sus palabras logran incentivar a los miembros de un grupo para que trabajen en conjunto por un objetivo común. Para que su liderazgo sea efectivo, el resto de los integrantes del equipo o de la organización deben reconocer sus capacidades.
El líder es parte del equipo y trabaja desde el equipo, se encarga de dirigir y establecer la visión del equipo y, si es necesario, lo representa ante el resto de la organización.
Ahora hablaremos del equipo o grupo de trabajo. El hombre es un ser social que necesita mantener contactos en la empresa, los equipos de trabajo sustituyen cada vez más al trabajado individual que toma decisiones y ordena, los grupos asumen decisiones con más riesgo y aprenden con más rapidez en algunos casos.
Las organizaciones requieren normalmente equipos de trabajo multidisciplinarios para desarrollar los procesos productivos, los cuales utilizan una tecnología que evoluciona a un ritmo rápido y son cada día más complejos.
El trabajo en equipo supone un cambio organizativo amplio, pues ha influido en aspectos como la dirección, la motivación, comunicación y participación, de hecho, es una de las técnicas de motivación laboral más empleadas.
En los equipos también existe un encargado de equipo, el cual tiene la responsabilidad general de ese equipo y probablemente de otros en la organización; la función del encargado será la de facilitar las cosas: Puede acceder a los recursos, establecer y negociar objetivos y plazos con el equipo y observar con atención el progreso del equipo.
En los años sesenta se pensaba que la mejor manera de conseguir motivación social era a base del modelo de grupos. Si en el gripo había cohesión, los problemas de la motivación y la productividad se solucionarían solos; no se daban cuenta de que era necesario escuchar las opiniones de los integrantes del grupo. Creían que si se les daba a los trabajadores un poco de autonomía y libertad en su toma de decisiones, el caos estaba asegurado. Los directivos tenían la creencia de que sus empleados no trabajarían en beneficio de la empresa, que sólo lo hacía por la paga, que sin un régimen autoritario y rígido no desempeñarían bien su labor.
Al aplicar este modelo de grupos, los directivos se dieron cuenta de que las profecías terminan cumpliéndose; es decir, se afirmó tantas veces que los empleados no trabajaban bien sin un riguroso control autoritario que al final, los trabajadores no lo hicieron. La profecía inicial del jefe siempre se cumple. Los subordinados actuarán de acuerdo a las expectativas de sus jefes. Todo depende del tipo de liderazgo que se ejecute.
A principios del siglo XX se pensaba que el liderazgo era algo con lo que se nacía, que era una combinación de rasgos personales que hacían de una persona todo un líder. Posteriormente se llegó a la conclusión de que no dependía solamente de un “súper hombre” que había nacido para ser líder, se señaló la importancia de las situaciones, lo que quiere decir es que un líder con determinadas aptitudes puede tener mucho éxito en una situación y ser un desastre en otra. Los investigadores se dieron cuenta de que la opinión que tenían los empleados del jefe era de vital importancia para el buen desarrollo del liderazgo. Dedujeron que el liderazgo proviene de un intercambio
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