MARCAS Y PATENTES
Enviado por bradalberto • 13 de Marzo de 2014 • 1.767 Palabras (8 Páginas) • 339 Visitas
VII. LIBERTAD Y DEMOCRACIA
1.La ilusión de la individualidad
Existe la creencia convencional de que la democracia moderna ha alcanzado el verdadero individualismo al liberar al individuo de todos los vínculos exteriores. Nos sentimos orgullosos de no estar sujetos a ninguna autoridad externa, de ser libres de expresar nuestros pensamientos y emociones, y damos por supuesto que esta libertad garantiza nuestra individualidad. Pero el derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios. La
represión de los pensamientos espontáneos y, por lo tanto, del desarrollo de una personalidad genuina, empieza tempranamente; en realidad desde la iniciacion misma del aprendizaje del niño. Dentro de nuestra cultura, la educación conduce con demasiada frecuencia a la eliminación de la espontaneidad y a la sustitución de los actos psíquicos originales por emociones, pensamientos y deseos impuestos desde fuera. Y aquello que la educación no puede llegar a conseguir se cumple luego por medio de la presión social, ya que en nuestras sociedades se desaprueban, en general, las emociones.
El hombre moderno vive bajo la ilusión de saber lo que quiere, cuando en realidad desea únicamente lo que se supone (socialmente) ha de desear. El hombre moderno está dispuesto a enfrentar graves peligros para lograr los propósitos que se supone sean suyos, pero teme profundamente asumir el riesgo y la responsabilidad de forjarse sus propios fines.
La dificultad que existe en reconocer hasta qué punto nuestros deseos, pensamientos y emociones, no son realmente nuestros sino que los hemos recibido desde afuera, se halla estrechamente relacionada con el problema de la autoridad y la libertad. En el curso de la historia moderna, la autoridad de la Iglesia se vio reemplazada por la del Estado, la de éste por el imperativo de la conciencia, y en nuestra época ésta ha sido sustituida por la autoridad anónima del sentido común y la opinión publica, en su carácter de instrumentos del conformismo.
Nos hemos transformado en autómatas que viven bajo la ilusión de ser individuos dotados de libre albedrío. Tal ilusión ayuda a las personas a permanecer inconscientes de su inseguridad. En su esencia, el yo del individuo resulta debilitado, de manera que se siente impotente e inseguro. Piensa, siente y quiere lo que él cree que los demás suponen que él debe pensar, sentir y querer, y en este proceso pierde su propio yo, que debería constituir el fundamento de toda seguridad genuina del individuo libre. La pérdida del yo ha aumentado la necesidad de conformismo, dado que origina una duda profunda acerca de la propia identidad.
La duda acerca del propio yo se inicia con el derrumbe del mundo medieval, en el cual el individuo había disfrutado de un lugar seguro dentro de un orden fijo. Hoy damos por supuesto lo que somos; sin embargo, la duda acerca de nuestro ser todavía existe y hasta a aumentado. La pérdida de la identidad hace más imperiosa la necesidad de conformismo; significa que uno puede estar seguro de sí mismo sólo en cuanto logra satisfacer las expectativas de los demás. Si no lo conseguimos, no sólo nos vemos frente al peligro de la desaparición publica y de un aislamiento creciente, sino que también nos arriesgamos a perder la identidad de nuestra personalidad, lo que significa comprometer nuestra salud publica.
Al adaptarnos a las expectativas de los demás, al tratar de no ser diferentes, logramos acallar aquellas dudas acerca de nuestra identidad y ganamos así cierto grado de seguridad. Sin embargo, el precio de todo ello es alto: la consecuencia de este abandono de la espontaneidad y de la individualidad es la frustración de vida. Detrás de una fachada de satisfacción y optimismo, el hombre moderno es profundamente infeliz, y se aferra a la noción de individualidad: quiere ser diferente. Pero puesto que siendo un autómata no puede experimentar la vida como actividad espontánea, acepta como sucedáneo cualquier cosa que pueda causar excitación: bebidas, deportes, la identificacion con personajes de la pantalla, ...
¿Cual es el significado de la libertad para el hombre moderno? Se ha liberado de los vínculos exteriores que le hubieran impedido obrar y pensar de acuerdo con lo que había considerado adecuado. Ahora sería libre de actuar según su propia voluntad si supiera lo que quiere, piensa y siente. Pero no lo sabe, ajustándose al mandato de autoridades anónimas y adoptando un yo que no le pertenece. Así, la desesperación del autómata humano es un suelo fértil para los propósitos políticos del fascismo.
2. Libertad y espontaneidad
Hemos visto que el individuo no puede soportar el aislamiento, a causa del cual la unidad del mundo se ha quebrado para él, sin tener ningún punto firme de orientación. Tanto el desamparo como la duda paralizan la vida, y de este modo el hombre, para vivir, trata de esquivar la libertad que ha logrado: la libertad negativa. Se ve así arrastrado hacia nuevos vínculos, diferentes de los vínculos primarios. La evasión de la libertad no le restituye la seguridad perdida, sino que únicamente lo ayuda a olvidarse de que constituye una entidad separada. Halla una nueva y frágil seguridad a expensas del sacrificio de la integridad de su yo individual; prefiere perder el yo porque no puede soportar su soledad. Así, la libertad, como
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