Nube de polvo

Nube de polvo

De pronto callo al suelo levantando una nube densa de polvo, Martín agobiado lo pateaba y lo pateaba, pero su burro no daba señales de vida. Perseverante trató todo: fuertes patadas en las costillas, respiración de boca a hocico, a orejas, a nariz, hasta llego a pensar en esa otra parte pero no se le vino a la mente como eso podría ayudar, también trató de hablarle bonito, contarle un cuento, abrazarlo, pero el burro terco y egoísta se había dado ya por vencido, y después de unas horas Martín siguió su ejemplo.

A la mitad del campo desierto sin transporte y sin compañía no hay mucho que hacer. Martín sabía que iba a estar unos cuantos días sin la necesidad de hablar, o tener cualquier otra distracción social, esto lo ponía nervioso, y ahora que su compañero con quien se desahogaba yacía muerto en la tierra, tendría que acompañarse a él sólo.

Empezó a cantar, perfecta escapatoria de sus pensamientos, los cuales ya se habían percatado de la situación y estaban preparándose para acechar, la música fue de gran ayuda al principio pero de pronto, todas las baladas que se sabía, a la tercera vez de ser escuchadas en su propia voz, perdían su chispa. Solo, en un desierto donde los estimulos habían sido sustituidos por tierra, ya no le quedaba mucho que hacer.

Martín veía el sol persiguiendo las lunas arriba de él, en la lucha de control contra sus pensamientos, fue perdiendo la noción del tiempo, sentado en un burro muerto, con días y días apilándose sobre su espalda, se quedó sin armas, tuvo que acudir a ellos, éstos lo fueron consumiendo lento, hasta que Martín sumiso a su ser se rindió, y después de un largo proceso de violación; penso

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