Pacto Por Mexico

En los primeros días de julio de 2012, recién concluido el proceso electoral, un muy relevante político de América Latina me comentó: “Uno de los más graves problemas del sistema político mexicano es que nadie confía de nadie; México vive una crisis de valores y credibilidad entre la clase política muy seria”. Pero eso no es todo, su análisis certero y agudo fue aún más alarmante: “Me atrevería a decir que el problema más grave de México son sus élites dirigentes, políticos, empresarios, líderes sindicales”.

Dicho con esa crudeza, nos guste o moleste, desafortunadamente estas afirmaciones son reales y durísimas. México es un país cuyas élites son el problema para un mayor desarrollo, élites que además desconfían de sí mismas. Pero la desconfianza que reina en la nación no es exclusiva de su clase dirigente: en general la sociedad no confía en los políticos, en los empresarios ni en el sistema de justicia.

El Pacto por México es una manifestación de confianza entre políticos, que finalmente se ponen de acuerdo en una agenda común para el país. El Pacto es una especie de gobierno de “coalición”.

El día 8 de enero se instaló el Consejo Rector del Pacto y se definieron 55 iniciativas que serán aprobadas en el 2013. De estas reformas, 26 se aprobarán en el primer semestre y 29 en el segundo. De las 26 iniciativas que se busca aprobar antes de julio destacan las siguientes:

Telecomunicaciones: Fortalecer la Comisión Federal de Competencia y la Comisión Federal de Telecomunicaciones, tribunales para competencia económica, acceso a banda ancha, contienda en telefonía, servicio de datos, televisión y radio.

Energética: Hacer de Pemex una empresa más productiva, ampliación de la exploración y producción de hidrocarburos, competencia en refinación, petroquímica y transporte de hidrocarburos, cadena de proveedores nacionales, fortalecimiento de la Comisión Nacional de Hidrocarburos.

Estas dos, sumadas a la reforma educativa y a la eventual reforma fiscal, ponen de manifiesto la envergadura, el alcance y la importancia del Pacto, pero también, los retos y dificultades de mantenerlo vivo. ¿Cuáles son algunos de éstos?

Domar a los intereses fácticos: Las reformas de telecomunicaciones, energía y educación deben enfrentar y convencer (o doblar) a intereses que hasta ahora han saboteado todo intento por reformar estos sectores. Las tres reformas (si son de verdad) significan atentar contra los intereses de grandes empresarios y dos de los sindicatos más fuertes del sistema político. Provechos que han tenido un altísimo costo para el desarrollo económico y la competitividad de México; y enormes beneficios para quienes los gozan a costa de la sociedad en su conjunto.

Conservar liderazgos eficaces en los partidos: La fuerza del presidente Peña para enfrentarse a los intereses ya mencionados y su capacidad de “domarlos”, será indispensable para que los líderes del PRD y PAN puedan conservar su liderazgo al interior

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