Relaciones Internacionales

Ética y política exterior

Especialmente aquellos que sostienen una concepción realista de la política mundial indican que “la moral no tiene lugar en las decisiones de política exterior”. La moral no juega ningún papel en este tipo de decisiones o que no debería de jugar ningún papel en las decisiones de la política exterior.

Con frecuencia los pronunciamientos de carácter moral pueden encubrir decisiones interesadas, existe evidencia de que aun en situaciones de crisis los aspectos pueden tener una influencia muy seria en los procesos de toma decisiones

Entonces quienes toman las decisiones de política exterior, hasta un cierto punto incluyen en sus deliberaciones consideraciones de carácter ético, aun cuando no hay que exagerar su papel. Algunos analistas de la política internacional van tan lejos para argumentar que los cánones normales de moralidad observados entre los individuos simplemente no se aplican entre las naciones y cualquier hombre de estado que intenten comportarse de acuerdo con las normas de la moralidad cuando actúa en representación de su país es un loco.

Cualquier gobernante que busque actuar revestido de la ética en los asuntos mundiales se enfrenta con grandes dificultades:

El primer problema consiste en la materia relacionada con el “relativismo moral”. No se puede asumir que acciones tomadas sobre bases morales serán recibidas por otros en la misma forma, especialmente en un sistema donde existen diferencias culturales e ideológicas tan grandes como sucede en el sistema internacional.

El segundo problema se relaciona con el supuesto de que el ejemplo de un país no puede mover a oro a actuar en términos de moralidad aunque no este inclinado a hacerlo.

El tercer problema es el síndrome de “el fin justifica los medios”, esto es, la tentación de ejecutar los actos más horrendos si se hacen en la búsqueda de lo que se consideran causas nobles. Dados los fines que están en juego en la política internacional, tales como la supervivencia nacional, existe una tentación especial de parte de los lideres de adoptar la actitud de que “todo vale”.

Relacionados con todos estos problemas esta la crítica que hacen muchos realistas a consideraciones de carácter moral, en el sentido de que pueda contribuir a decisiones irracionales de política exterior basadas en un ingenuo sentimentalismo o en un mesianismo imprudente y temerario.

La moralidad puede llegar a ser en ciertas oportunidades otra fuente de irracionalidad; los aspectos asociados con la ética en los asuntos internacionales en realidad son difíciles pero no son necesariamente insuperables, y que no llegan hasta el extremo de que sea necesario destacar la ética como componente de las decisiones de la política exterior.

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