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Wenceslao


Enviado por   •  18 de Octubre de 2015  •  Resumen  •  3.588 Palabras (15 Páginas)  •  151 Visitas

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Texto basado en el libro El Valle de la Muerte Autores: Roberto Musso y German Echecopar Edición: Catalina Romero C.

Caso: Wenceslao Casares El genio latino de los negocios tecnológicos

Su nombre saltó a la fama el año 2000. Wenceslao Casares tenía 26 años cuando vendió el 75% de su empresa Patagon.com al Banco Santander en 528 millones de dólares. Fue el momento justo. Un mes después las acciones tecnológicas se desplomaron, dejando damnificados a miles de ciber empresarios. Pero su historia es mucho más que Patagon. Este emprendedor argentino apuesta por Latinoamérica y cree que el próximo Google puede salir de la región. ¿Por qué no?

Construir desde cero

Casi por casualidad descubrió Internet. Era 1994 cuando visitó junto a sus hermanas María y Azul la feria tecnológica Comdex en Buenos Aires, una de las exposiciones de computadoras más grandes del mundo. Fue simplemente porque le habían regalado entradas. Wences, como prefiere que lo llamen, no sabía que aquella tarde cambiaría su vida para siempre. En el lugar encontraron un computador al que nadie daba “bola” según sus palabras, pero que podía hacer algo que hasta ese minuto era impensado: “desde allí uno podía entrar a cualquier parte del mundo y obtener información. Nosotros nos volvimos locos al darnos cuenta de que podíamos conversar con flacos de Corea o Israel”, cuenta Wences.

 Se trataba de algo revolucionario. En aquellos días, pensar en hablar sin costo a otros países era inimaginable. En Argentina una llamada a Estados Unidos costaba varios dólares el minuto.

Wences estaba fascinado con los descubrimientos encontrados en la feria, por lo que decidió faltar al día siguiente a la universidad donde estudiaba Administración de Empresas y averiguar un poco más. Casi de inmediato vislumbró que estaba ad portas de algo grande: “si hoy puedo ver el inventario de una compañía, algún día se podrá hacer shopping online o video conferencias”.

 Sin duda, ese rasgo de genialidad que le permitió vislumbrar la oportunidad y adelantarse a los tiempos ha sido una constante en la vida de Wences y por cierto, le ha dado muchos dividendos.

 Wences estaba en el lugar indicado o, en otras palabras, se encontraba en la “pista de baile”, donde es necesario estar para que aparezcan las oportunidades. “En aquella feria era muy fácil enterarse de todo, ibas y preguntabas”, recuerda. Allí averiguó dónde debía solicitar la fibra óptica que traería la maravilla que acababa de descubrir.

Con el arrojo característico de un emprendedor y siendo aún un universitario, llenó la solicitud y pidió Internet para su “oficina”, que en ese momento era su departamento de un ambiente. No tenía un peso, pero se podía pagar a 30 días, entonces, no había más que lanzarse.

Quería comercializar “su descubrimiento” y ya tenía la mitad del trabajo avanzado para poder hacerlo. Le faltaban las líneas de teléfonos. Para los lectores más jóvenes, recordemos que la conexión a Internet en un comienzo necesitaba de una línea telefónica. Wences fue a Telecom, empresa de telefonía argentina, y para su sorpresa, fue muy fácil pedir líneas de teléfonos. Así que solicitó 30. Cada vez estaba más cerca el inicio de su primer negocio: Internet Argentina S.A.

Ese primer emprendimiento tuvo mucho de empuje e ingenio. Wences recuerda que al principio no tenían fondos para pagar los servicios. Entonces, cuando sus proveedores llamaban para cobrar, les derivaba con el “Departamento de Finanzas”, que en realidad era su hermana y ella, a su vez, traspasaba el llamado a otro “empleado” de la empresa, quien aseguraba que el pago lo realizarían la semana entrante.

 A través de estas anécdotas, Casares recalca su visión sobre el valor de trabajar con lo que se tiene a la mano y tratar de hacer mucho partiendo de cero. Para él, eso es parte del ADN del emprendedor. “Cuando vienen emprendedores con una súper buena idea, pero está poco trabajada y me dicen que necesitan 150 mil dólares para desarrollarla, yo les digo que con esa plata cualquiera puede desarrollar algo bueno. Tengo más respeto por los emprendedores que sin nada tratan de hacer algo”, enfatiza Wences.

El golpe más grande de su vida

Internet Argentina S.A. pronto se convirtió en un actor importante dentro de los proveedores del servicio dentro de Argentina. Fueron claves el empuje de Wences y el saber aprovechar el momento oportuno para entrar en un mercado naciente.

Casares comenzó este emprendimiento con unos compañeros de universidad. La presión del trabajo y el estudio hizo que, con el correr de los meses, sus socios no rindieran bien académicamente, por lo que decidieron abandonar la aventura de emprender. Wences, en cambio, no estaba dispuesto a perder el diamante en bruto que había encontrado. Así que habló con ellos, les pagó su parte de la empresa y se quedó con el control total de ella. Ahora era dueño del cien por ciento de la compañía, pero estaba sin capital. Los problemas de flujo de caja no tardaron en llegar.

Tampoco tardaron en aparecer los competidores. Un estudio sobre la telefonía en Argentina muestra que en mayo de 1995 se vendieron las primeras conexiones comerciales de Internet. Pero ya en 1996 había más de 90 ISP (Internet Service Providers), que ofrecían el servicio de acceso a la red. Así como Wences aprovechó las nulas barreras de entrada al mercado, también lo harían otros. Por supuesto que la competencia haría que las tarifas del servicio cayeran estrepitosamente.

Quizás eso explica por qué en esa fecha Wences comenzó a buscar un inversionista con urgencia. No tenía fondos para nada; debía sueldos, tenía deudas con proveedores, pero principalmente, debía pagar el derecho de conexión, que era justamente lo que vendía. Si le cortaban eso, se acababa el negocio.

Comenzó a golpear puertas y, según recuerda, “iba donde cualquiera que tuviera plata en Buenos Aires, con la esperanza de que invirtiera en mi empresa”.

 Finalmente encontró a un inversionista. Casares no se encontraba en un buen pie de negociación. Necesitaba con urgencia financiamiento, así es que le ofreció el cien por ciento de su empresa a cambio de 70 mil dólares en el momento y una inyección de capitales en distintos plazos. La condición era que si llegaba a ciertas metas en un plazo de un año y medio, automáticamente el 15% de la propiedad volvía a sus manos. Además, él mantendría los derechos absolutos de administración de la empresa. Hoy está seguro que esa fue la peor negociación de su vida, y que jamás volvería a ofrecer ese tipo de trato. Pero fue parte del aprendizaje. Lo importante en ese momento era sobrevivir y él estaba en la cuerda floja; necesitaba desesperadamente inyección de dinero en la compañía. Si no la obtenía, simplemente moriría.

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