Amor a la muerte por los biofilos
Enviado por pepelorenz • 30 de Junio de 2017 • Ensayo • 1.839 Palabras (8 Páginas) • 295 Visitas
Universidad Politécnica del Valle de México
División de Ingeniería Industrial
Por José Lorenzo Osornio
Amor a la muerte por los biofilos
Erich Fromm nos brinda dos conceptos, con los cuales será desarrollado el presente trabajo, la necrofilia y la biofilia, por un lado el amor a la muerte y amor a la vida, respectivamente.
Pero que quiere decir con amor a la muerte, quiere decir que nos gusta la gente muerta, o acaso esa sensación de matar o morir. Y en el caso del amor a la vida, ¿es el gusto por amar a sus prójimos?
Primeramente definiremos la necrofilia, entonces de acuerdo con Fromm:
“Literalmente, >necrofilia< significa “amor a la muerte”… Suele emplearse esta palabra para designar una perversión sexual, a saber, el deseo de poseer el cadáver de una mujer para realizar el acto sexual, o el deseo morboso de estar con frecuencia, una perversión sexual no hace sino representar el cuadro más franco y claro de una orientación que se encuentra sin mezcla sexual en muchos individuos”
Ahora como es que los amantes de la vida pueden amar la necrofilia y no estrictamente en el significado sexual sino como tal el amor a la muerte.
Dentro de este trabajo me gustaría tratar más a fondo otro título que lleva más enfoque a lo que deseo tratar. ¡Las intermitencias de la muerte! De José Saramago
¿Y porque será que minimizamos la importancia de la muerte?, ¿Porque decimos querer estar toda la vida con el ser amado sin embargo en las dificultades tiramos la toalla? Es que acaso somos tan incoherentes que aclamamos la vida pero queremos la muerte.
Intermitencias de la muerte
Tal vez en alguna época distinta a los 70’s, a la era preclásica, al siglo de oro o a las corrientes románticas de Bécquer surge en un lugar, muy posiblemente, cercano a una fuente, a Belice, algún trópico, o a una mente retorcida y maquiavélica, la patraña ficticia de una discapacidad probablemente espiritual de la señora muerte, ¡sí! La sindicalista del inframundo, deja de matar, reclamando su poca importancia hace una huelga en dicho lugar utópico y época anónima.
Finalmente los seres humanos tienen respuesta a su harta de demandas, ya no lloraran más por la muerte de ese o esa que tanto dicen querer, amar, adorar, etc. Ahora lloraran porque aquel o aquella siguen atormentándolos con el insignificante problema de que el suicidio no es una opción.
En la biosfera del enigma, los puros, los inconscientes, los viejos, los longevos, los de la tercera, quinta y decima edad, las momias y otros menos afortunados, curiosamente dejaban de morir, la felicidad en los veteranos de la ciudad inicialmente era numerosa, la obsesión en las mentes de eruditas, filosofas, políticas, zánganas y hasta religiosas era mayor, el intereses para resolver semejante paradoja exigió que hasta se pusieran en tela de juicio el dogma que la iglesia profesaba sobre Jesucristo y la fantasiosa historia de su muerte y resurrección, no obstante los habitantes de la religión disfrutaron en todo su éxtasis su inmortalidad, lo peor de toda esta trama es que la vejez los alcanzaba más rápido, las marcas de los traumas emocionales de su sabiduría cada vez eran más pesados, los malestares fisiológicos de los cuerpos casi putrefactos eran más intensos, incrementaron tanto las agonías en cada madrugada, que hasta el arlequín lloraba en su propia resignación de la desesperación de la atención al enfermo multiplicado por mil, los retos contables bajaban la nómina de la tranquilidad, y el globo demográfico estaba en exceso de helio.
Las oportunidades de la industria de la salud privada aumentaban cada vez más, sus utilidades, se veían seriamente elevadas, la inflación poblacional en las instancias públicas eran casi cuadráticas, los terminales, los cancerígenos, los incapacitados, estaban a punto de colapsar el sistema de asilos y hospitales con la cruda realidad de no poder morir, familiares y amigos que jugaban el papel de enfermeras y niñeras, vivían aprisionados por las paredes de terapia intensiva, de urgencias y de quirófanos, y que decir de los que con cada finado podían pagar sus facturas, comer, beber y hasta respirar, así es, la industria funeraria estaba en un punto de la esquizofrenia empresarial, habían llegado al punto de considerar entierros para las mascotas de los ancestrales, haciendo una especie de ritual animal.
En vista de la trágica realidad, un grupo de visionarios dieron solución a esta problemática, deshaciéndose de los que estaban al borde de la muerte, llevándolos al límite del territorio a otro lugar vago de este mundo a morir, ya que la paradoja no era universal, es decir, mientras en ese lugar nadie podía tocar un ataúd por lo menos inconsciente y sin latidos cardiacos, en el resto de la tierra las personas seguían su ciclo, tenían la fortuna de poder morir, “Maphia” se hacían llamar los contrabandistas de moribundos, los que hacían que la gente muriera instantáneamente estando en dicho lugar exterior al trucado.
El negocio de la maphia tuvo un crecimiento increíble al llegar al grado que hasta el gobierno se asocia con ellos, trayendo como consecuente hasta posibles guerras de las naciones vecinas.
Es entonces donde aparece un personaje muy particular, fantástico y hasta cultural, ¡la muerte!, era una mujer de tez burlona y de autoestima inútil, la cual hace un experimento poniendo a prueba su importancia, cuya aplicación tuvo lugar en que los humanos se dieran cuenta de lo necesario que era morirse.
La muerte comunica por un medio masivo que las muertes vuelven, y que para enmendar su absurdo error mandaría una carta con un sobre morado al moribundo próximo a morir en un lapso de una semana, para que estuviese preparado y no dejara asuntos pendientes, esas cartas causan un caos extremo ya que la gente tiene que enfrentarse a su destino inevitable, ¡a la muerte!
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