EL CRIMEN FERPECTO
Enviado por greencriz • 28 de Abril de 2016 • Reseña • 1.517 Palabras (7 Páginas) • 366 Visitas
Christian Sánchez Psicoanálisis: Sujeto y Problemáticas 07 de abril del 2016
EL CRIMEN FERPECTO
Mis variaciones sobre el crimen ferpecto.
Una película donde el humor es el ingrediente principal, donde la trama se desarrolla como una tragicomedia y las vivencias de los personajes que parecieran ser extraordinarias o irreales, están demasiado sujetas a nuestra vida cotidiana. Esto se refleja en los pensamientos, en las asociaciones con nuestras represiones e instintos, sumando también la experiencia de situaciones propias del ser humano, donde se nos pone como un animal que tiene que luchar por sobrevivir y es capaz de hacer todo lo que pueda por eso, y tal vez más.
El inicio es sencillo, es claro y conciso. ¿Es claro que el vendedor no es más que una vocecita en el inconsciente del comprador? Y se nos vuelve a mostrar en la pintoresca escena de la señora que duda que comprar, el pez gordo para nuestro protagonista, pero él no es su vocecita, él es quien despierta su deseo, su negación a comprar es como la del señor del inicio, un poco de frustración en tu vida y ya estás tomando decisiones que casi ni piensas, y aunque evidentemente son ridículas las haces porque; ¿Por qué no?
Nuestro personaje principal, una analogía de nuestro yo ideal, quien con lo poco y para el todo, no está conforme con eso y desea más, una ambición de obtener algo que toda su vida ha soñado o al menos eso cree, tal vez porque considera ese almacén como su hogar y tal y como la hermana de alguien, quiere hacerse nota y sobresalir por encima de todos. Y es entonces cuando ve como su tan anhelado ascenso se esFuma entre sus manos, que este se llena de una increíble frustración y al final aceptación de su destino. Sin embargo, en una situación bastante particular ocurre un hecho bastante ambiguo en cuanto a lo que quería y deseaba.
Tenemos dos protagonistas desde ahora, una que se nota y no se nota, no he hablado de ella porque no había sido relevante para nuestro ideal del yo. Que sí, que aparece en la portada de la película, que sabemos lo que hará cuando leemos la sinopsis, pero a Rafael le importaba? Sí, pero la apartaba, no era crucial en su vida y tal como le gritaba en la trágica escena del incendio; es fea, es el tipo de mujer que nadie desea al parecer, porque nadie nos mete por los ojos que ella también puede ser hermosa o que lo gracioso y las PAYASADAS son sofisticadas y a su vez son verdades que reprimimos. Por este ejemplo tenemos a una mujer que nadie desea porque nadie nos induce a hacerlo y una ropa que nadie usa porque nos infunden tristeza, y los colores “tristes” son los que mandan, hechos para trabajadores y gente de rutina, que a la fuerza se les arranca la niñez y la felicidad propia de una fantasía, que se queda en eso, una fantasía.
Y es en su vida gris y sin color, problemática y sin entusiasmo donde Lourdes desarrolla por al parecer 10 años una especie de enamoramiento de ese empleado tan brillante, ese tipo que le sobra estilo y cae bien a la gente, pero es un cretino que toma la vida de los demás como la suya. ¿Y no nos pasa también a los hombres que nos enamoramos de la mujer imposible? No importa si es guapa, si parece inalcanzable más nos gusta, y para todas y todos Rafael es el más deseado, al menos en su pasillo donde desfila toda su frivolidad.
Y tal y como nuestra querida y odiada Lourdes; muchas veces confundimos el enamoramiento y lo definimos como revestir a un objeto de interés meramente sexual sólo para lograr una satisfacción erótica, desapareciendo entonces con la consecución de dicho fin. Este es el amor sensual, pero esto no es tan simple como parece, según Freud. Cuando surgen los impulsos sexuales directos pueden ocurrir dos cosas: o bien éstos se salvaguardan alejados de los impulsos coartados en sus fines (se ama a quien no se desea sexualmente, o no se ama a quien se desea en tal sentido), o bien se hace la recapitulación de amor sexual o terrenal y amor espiritual o asexual (lo más frecuente). El grado de enamoramiento lo medimos entonces por la parte de los instintos coartados en sus fines (por oposición al simple deseo sensual).
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