¿ES EDUCATIVO QUE SE TRABAJEN EN LA ESCUELA PROBLEMAS DE NUESTRO MUNDO?
Enviado por kokielgrande • 28 de Agosto de 2015 • Ensayo • 3.031 Palabras (13 Páginas) • 141 Visitas
EL TRATAMIENTO DE PROBLEMAS[pic 2]
DE NUESTRO MUNDO EN LA
ENSEÑANZA OBLIGATORIA[1]*
F. Javier Merchán
Francisco F. García[2]+
¿ES EDUCATIVO QUE SE TRABAJEN
EN LA ESCUELA PROBLEMAS DE NUESTRO MUNDO?
Plantearse hoy esta cuestión constituiría una pregunta retórica. Nadie pone en duda la conveniencia educativa de que los alumnos y alumnas, durante su educación obligatoria trabajen, entre otras temáticas, en torno a los problemas importantes de nuestro mundo, de nuestro tiempo, tanto para comprenderlos de una forma más completa como para preparar a dichos alumnos para una futura intervención como ciudadanos en relación a esas problemáticas. Así lo recogen, formalmente, los objetivos del nuevo sistema educativo; así lo suele comprender el profesorado –sobre todo, el de ciencias sociales, como profesorado más específicamente responsabilizado de estas temáticas–, y con ello conecta también la sensibilidad social; se parte, asimismo, del supuesto de que el alumnado, por su parte, asume este planteamiento educativo.
Pero, con frecuencia, nos asaltan ciertas dudas acerca de ese último aspecto, a juzgar por algunos datos y observaciones que diariamente tenemos oportunidad de obtener en nuestras aulas y en otros contextos sociales: ¿Tienen nuestros alumnos y alumnas motivación para trabajar sobre este tipo de cuestiones? ¿Conectan esas temáticas con la lógica de su conocimiento (infantil o adolescente)? ¿Son capaces de abordar el estudio de problemas de nuestro mundo desde la perspectiva educativa que los profesionales de la enseñanza manejamos? ¿Tiene el trabajo en torno a estos problemas implicaciones en su visión crítica del mundo o en sus actitudes de responsabilidad ciudadana? Éstas, sin duda, no son preguntas retóricas, sino de gran relevancia.
En efecto, de casi nada servirían nuestras convicciones educativas y nuestros buenos propósitos docentes si los alumnos y alumnas no llegan, de hecho, a aprender aquello que nos proponemos enseñarles. Y esta última reflexión nos lleva a reformular la pregunta inicial en otros términos: ¿Qué contenidos relativos a problemas de nuestro mundo podrían tener mayor potencialidad educativa en el marco escolar? ¿Qué objetos de estudio podrían organizar mejor esos contenidos? ¿Cómo trabajar esos problemas para que puedan ser mejor aprendidos por los alumnos? ¿Se pueden tratar los mismos problemas en todos los niveles de la enseñanza obligatoria?
La cuestión nos la hemos de plantear, pues, ante todo, en el marco de la selección, organización y formulación de los contenidos de enseñanza. Más concretamente, entendemos que lo fundamental al respecto sería establecer criterios que faciliten la selección de objetos de estudio relativos a problemas de nuestro mundo (es decir, de tópicos, centros de interés, problemáticas de investigación escolar...) que tengan mayor potencialidad para integrar contenidos educativos relevantes (interpretaciones del mundo, conceptos específicos, destrezas educativas, sistemas de valores).[3]1
Por lo tanto, habría que tomar decisiones en relación con el tipo de asuntos sobre los que deberían articularse las propuestas de enseñanza, a fin de que éstas lleguen a producir, realmente, aprendizajes que puedan contribuir al tipo de formación del alumnado que nos parece deseable desde una determinada opción educativa.[4]2 Subrayamos, en ese sentido, el interés de que la enseñanza sirva para la formación del alumnado entendida como desarrollo humano y, por tanto, como desarrollo de la racionalidad, de la afectividad, de la sensibilidad ante los problemas de la humanidad, de la socialización crítica.
Desde esta perspectiva, debería ser objeto preferente de enseñanza aquello que contribuya a la comprensión –y a la correspondiente implicación personal– de la realidad social, y, más precisamente, a la comprensión de aquello que impide o dificulta en el ámbito social el desarrollo humano. En conclusión, desde este supuesto, no es que los problemas de nuestro mundo puedan ser tratados en la enseñanza obligatoria, sino que deberían constituir el referente fundamental en la selección de objetos de estudio.[5]3 Ahora bien, hemos de seleccionar y organizar didácticamente los objetos de estudio relativos a estos problemas que vayan a integrarse en un proyecto curricular.
¿PUEDEN LOS ALUMNOS Y ALUMNAS TRABAJAR
EN EL MARCO ESCOLAR PROBLEMAS
DE NUESTRO MUNDO?
Una vez postulada la necesidad de seleccionar y organizar didácticamente los objetos de estudio, tendríamos que profundizar –como decíamos– en el análisis del tipo de vinculación que pueda existir entre los problemas trabajados y su comprensión por parte de los alumnos y alumnas. Y, en ese sentido, las primeras dudas surgen en torno al propio concepto de problemas de nuestro mundo. ¿Se trata de los problemas que nuestra sociedad, a través de la cultura dominante, considera como tales? ¿Son los problemas identificados y denunciados desde posiciones sociales críticas o alternativas? ¿Son los problemas estudiados por las diversas ciencias sociales? ¿Coinciden dichos problemas con aquellos asuntos que nuestros alumnos se plantean como problemas?
Los problemas de nuestro mundo son entendidos y abordados de diferente manera dependiendo de colectivos de pertenencia, de actitudes y tomas de posición, de posibilidades de comprensión, etc. El conocimiento cotidiano, manejado en el ámbito de nuestra vida diaria, y muy marcado por los medios de comunicación –en definitiva por la cultura dominante–, suele contemplar dichos problemas de una determinada forma: muy apegados a la coyuntura (incluso a la noticia reciente; si no está presente en las noticias suministradas, puede, incluso, dejar de ser problema), con una escala de análisis muy reducida (tanto desde el punto de vista espacial como temporal) y con una perspectiva simplificadora. Nuestros alumnos y alumnas –hay que recordarlo– suelen estar impregnados de esta óptica, por sus vivencias habituales, si bien tampoco podemos olvidar que ellos mismos, en gran parte, son –si se nos permite la expresión– «productos escolares», es decir han ido incorporando a su visión del mundo (desde edades muy tempranas) interpretaciones típicamente escolares, que interactúan con las ideas que les impregnan en los ámbitos cotidianos no escolares.[6]4
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