Patas Arriba. La Escuela Del Mundo Al Revés. Eduardo Galeano
Enviado por luisestenssoro • 7 de Noviembre de 2012 • 578 Palabras (3 Páginas) • 1.461 Visitas
La enseñanza del miedo
n un mundo que prefiere la seguridad a la justicia, hay cada vez más gente que
aplaude el sacrificio de la justicia en los altares de la seguridad. En las calles de las
ciudades, se celebran las ceremonias. Cada vez que un delincuente cae acribillado,
la sociedad siente alivio ante la enfermedad que la acosa. La muerte de cada
malviviente surte efectos farmacéuticos sobre los bienvivientes. La palabra farmacia viene
de phármakos, que era el nombre que daban los griegos a las víctimas humanas de los
sacrificios ofrendados a los dioses en tiempos de crisis.
El gran peligro del fin de siglo
A mediados de 1982, ocurrió en Río de Janeiro un hecho de rutina: la policía mató a un
sospechoso de hurto. La bala entró por la espalda, como suele ocurrir cuando los agentes
de la ley matan en defensa propia, y el asunto fue archivado. En su informe, el jefe explicó
que el sospechoso era un «verdadero microbio social», que había sido «absuelto, en este
planeta, por su muerte». Los diarios, las radios y la televisión de Brasil frecuentemente
definen a los delincuentes con un vocabulario que proviene de la medicina y de la
zoología: virus, cáncer, infección social, animales, alimañas, insectos, fieras salvajes y
también pequeñas fieras cuando se trata de niños. Los aludidos son siempre pobres.
Cuando no lo son, la noticia merece la primera página: «Joven que murió robando», era de
clase media, tituló el diario Folha do Sao Paulo, en su edición del 25 de octubre de 1995.
Sin contar a las numerosas víctimas de los grupos parapoliciales, en 1992 la policía del
estado de San Pablo mató oficialmente a cuatro personas por día, lo que al cabo del año dio
un total cuatro veces mayor que todos los muertos de la dictadura militar que reinó en
Brasil durante quince años. A fines del 95, se otorgó aumento de sueldo a los policías de
Río de Janeiro que actuaran con «valentía y arrojo». Ese aumento se tradujo de inmediato
en otro aumento: se multiplicó la cantidad de presuntos delincuentes acribillados a tiros.
«No son ciudadanos, son bandidos», explica el general Nilton Cerqueira, estrella de la
represión en la dictadura militar y actual responsable de la seguridad pública en Río. Él
siempre ha creído que un buen soldado y un buen policía disparan primero y preguntan
después.
Las fuerzas armadas latinoamericanas habían cambiado de orientación, a partir del
terremoto de la revolución cubana en 1959. De la defensa de las fronteras de cada país, que
era su tarea tradicional, habían pasado a ocuparse del enemigo interno, la sublevación
guerrillera y sus múltiples incubadoras,
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