Ensayo expositivo: miedo a morir
Enviado por Camilo Lopez • 28 de Septiembre de 2022 • Documentos de Investigación • 891 Palabras (4 Páginas) • 139 Visitas
Titulo del ensayo: miedo a morir
Tipo de ensayo: ensayo expositivo
Largo:
La muerte no es plato de gusto para las personas jóvenes. Se reflexionar sobre ella cuando, a personas a las que queremos mueren.
Hay grupos de personas que no temen la muerte. Uno es el grupo de los muy ancianos, cuando vivir se les dificulta cada vez mas por evitar lo inevitable, que es de lo que hablamos.
El otro grupo de personas que no la temen es el de los no creyentes, o ateos, como quiera que se les llame. Los no creyentes nos segamos pensando en que un día tendremos que dejar a las personas queridas, y en cómo las tendremos que dejar. Pero sólo tememos, de verdad, el dolor físico. Y carecemos de toda seguridad de poder escapar a él. No tememos la muerte, pero sí el dolor del desajus
Hay personas que palian su temor a la muerte mediante el expediente religioso, esto es, adhiriéndose con toda la firmeza de que son capaces a la por lo demás infundada creencia en la existencia de otra vida, en una segunda oportunidad, consoladora además de las desgracias e injusticias de la vida verdadera, la que viven. No todas las personas creyentes temen morir. Pero sí la mayoría, y es cierto que en su creencia se sienten acompañados gregariamente y reafirmados por quienes la comparten, y empujados por pastores que les estimulan a temer y a creer. Estos pastores operan con dogmas contrarios a la lógica, con relatos ajenos a la experiencia, y también al idear ritos y rituales que tienen la función de suplir la falta de lógica y de experiencia. Las prácticas religiosas afianzan la creencia.
Las personas son respetables siempre. Las creencias que sostienen no siempre lo son. Nos vemos obligados a combatir ciertas creencias respetando a las personas que las sostienen. Empezando por la creencia de que todas las opiniones son igualmente respetables. Esto no es así. Las opiniones pueden ser desinformadas, absurdas, disparatadas, infundadas, o compartidas, coherentes, fundamentadas, etcétera. Por eso las creencias se pueden combatir. Las evidencias, no.
Es particularmente enjoso, y en una sociedad bien ordenada debería ser condenado y proscrito socialmente, inculcar creencias a los niños para que desarrollen sentimientos y emociones de temor o de terror. La amenaza tradicional de las eternas llamas del infierno a personas tan jóvenes que difícilmente son capaces de hacer conscientemente el mal parece especialmente repugnante. Es un signo, en realidad, de que los pastores desean poder sobre los demás —y primero el más insidioso y opaco de todos: el poder cultural— a costa de lo que sea, incluida la tortura psíquica infantil.
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