INDICACION DE NO-TRATAMIENTO

INDICACIÓN DE NO-TRATAMIENTO

Factores como los cambios culturales, los cambios sociales, junto a factores del entorno como el creciente poder mediático de los medios de comunicación, el aumento de la influencia de la industria farmacéutica y el modelo de las instituciones político sanitarias, entre otros, están llevando a nuestra sociedad a convertir los problemas personales y sociales cotidianos en problemas médicos para los que demandamos una atención y una solución profesional llegándose incluso, en los países desarrollados, a desplazar al campo médico la búsqueda de soluciones a problemas inherentes a las circunstancias de la vida (Moré Herrero, 2013).

La definición de salud por parte de la OMS como estado de bienestar físico, psíquico y social contribuye también a considerar como síntoma de enfermedad cualquier sentimiento de malestar, lo que unido a los sistemas de definición y clasificación de las enfermedades mentales que traducen las emociones y comportamientos a alteraciones de los neurotransmisores modificables por los psicofármacos contribuyen también a la conversión del desasosiego en enfermedad (García Moratalla, 2012).  

La búsqueda de soluciones y satisfacciones inmediatas, la intolerancia al malestar y la consideración del sufrimiento y el dolor que pueden producirse por acontecimientos vitales estresantes como evitables y susceptibles de ser tratados por profesionales hacen que dejen de ser estimados como naturales y adaptativos, aumentando así la demanda de las consultas a profesionales sanitarios buscando una respuesta y una solución. El sistema sanitario proporciona tratamiento para todos aquellos que lo necesiten y debería ser capaz de discriminar la gravedad y repercusión de las “patologías” presentadas y determinar la existencia o no de enfermedad y con ello la indicación o no de tratamiento. Y es aquí donde radica la dificultad de la indicación de no-tratamiento (práctica además no suficientemente valorada) para aquellos pacientes que no presentan un problema de salud mental o una intensidad emocional desproporcionada y, por tanto, no se beneficiarían de ello, y sí que precisarían de una resignificación de su demanda y su problema. La indicación de no-tratamiento es en sí una intervención psicoterapéutica en la que una vez validado el sufrimiento, que es real pero no patológico, el paciente logra un cambio de perspectiva y una reconstrucción y resignificación de su versión, de sus sentimientos y de los propios recursos para la resolución de su malestar, consiguiendo controlar que la preocupación y la ansiedad se vean como problemas comunes y verse capaz de evitar que puedan llegar a dominar su vida. La indicación de no-tratamiento puede considerarse un proceso terapéutico concentrado que precisa de unas habilidades y consideraciones por parte del terapeuta (alianza terapéutica, escucha activa, respuestas empáticas, ser consciente de una serie de dificultades y resistencias a vencer tanto por parte del terapeuta como del paciente) que contribuye a una relación con el paciente en la que hacer la indicación de no-tratamiento sin confrontación con sus expectativas (Ortiz Lobo y Murcia García, 2009).

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