LA CONFORMACIÓN DE LA IDENTIDAD
Enviado por monicavela • 30 de Mayo de 2017 • Trabajo • 953 Palabras (4 Páginas) • 871 Visitas
¿QUIÉN SOY?
La construcción de la identidad
Mónica Vela Cuevas
Docente adscrita a la Dirección de Identidad Universitaria
En ciertos momentos de nuestra vida es probable que en alguna noche de insomnio, de esas que dejamos habitar por pensamientos ociosos y que creemos sin sentido; o quizá guiados por una profunda y sincera necesidad, llegamos a preguntarnos quiénes somos, cuál es nuestro lugar en el mundo, o por qué somos de esta u otra manera y si eso nos satisface o nos hace infelices.
Éstas no son, en absoluto, preguntas banales. Así como nos las formulamos de manera personal, pueblos y culturas se las plantean cíclicamente para no perderse, para sobrevivir o elegir nuevos rumbos; ya que es inherente al ser humano el deseo de trascender, de no desaparecer, de conservar sus raíces y las nuevas expresiones que se integran a sus prácticas y tradiciones.
Quizá no encontremos respuestas o quizá nos enfrentemos a muchas. De una u otra forma es probable que ante la interrogante “quién soy” nos inunde el caos, la confusión o las incertezas y venga el desasosiego. Ello es normal. Para Nietzche ante esta pregunta manifiestamente ontológica[1] que pareciera llevar a un callejón sin salida emergen, inesperadamente, la claridad, la intuición y la conciencia de nuestro ser.
A partir de ahí, del cuestionarnos, es que podemos llegar a dilucidar algún tipo de “ser esencial” que sólo a nosotros corresponde. Así como nadie más puede tener nuestro rostro, podríamos decir que tenemos un “rostro interior” único que, al momento de re-conocerlo, de re-encontrarnos con él, es posible volver a definir o fortalecer ese “yo” al que le suceden ciertas cosas; el que se relaciona con determinada gente; y siente, piensa, intuye y anda por ahí, siempre “uno” y siempre “muchos” porque somos también nuestra época, nuestra cultura y nuestra cotidianidad.
La búsqueda del “yo” es la búsqueda de la Identidad. Pico Della Mirandola, pensador renacentista italiano, afirmaba que el hombre era un ser “sin terminar” porque había sido creado libre para moldearse a sí mismo[2]. Esta idea parece adecuada para tratar de definir el término Identidad: ese “soy” y ese “deseo ser” que dan forma a nuestra vida y demarcan nuestro camino en función de experiencias, intereses y expectativas.
La Identidad, si somos individuos sin terminar o “inacabados”[3], es entonces un proceso y, por tanto, un concepto dinámico. Nos construimos mientras “andamos el tiempo” y tenemos la capacidad de reconfigurarnos. Así, hablamos de dos niveles de libertad respecto a la construcción de esa Identidad de la que habla Della Mirandola: la libertad de elegir lo que hacemos y pensamos –siempre dentro del marco social y cultural que nos corresponde-; y la libertad de elegir aquello que, de eso que hacemos y pensamos, incorporamos a nuestro ser para que permanezca.
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