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LA PRODUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2019  •  Apuntes  •  2.193 Palabras (9 Páginas)  •  266 Visitas

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LA PRODUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD

¿Qué es la “subjetividad”?

La “Subjetividad” refiere a los modos de ser y estar en el mundo. Es decir, a las formas de actuar, de sentir, de valorar, de aprender, y  de relacionarse: con los otros,   con el conocimiento, con el mundo físico, con nosotros mismos. No involucra sólo a lo privado, a lo propio, a lo íntimo; sino también los modos de ser y estar en el mundo que se hacen públicos.

¿Cómo se produce?

Aclara Silvia Bleichmar (2003)[1] que la idea de  producción de subjetividad no es psicoanalítica, es sociológica. La producción de subjetividad hace al modo por el cual las sociedades determinan las formas con las que se constituyen sujetos[2] plausibles de integrarse a sistemas sociales que le otorgan un lugar. El resultado de esta producción es un sujeto histórico.

¿Por qué el sujeto es  histórico?

Porque la subjetividad no está dada desde el inicio de la vida.  Se produce en el discurso de los adultos, que requiere de alguien que le acerque al niño la lengua y la cultura, y que le ofrezca espacios de protección que le posibiliten aprehenderla. Expresa Sandra Carli[3], “es en la ligazón entre la experiencia de los niños y la institución de los adultos que adviene el niño como sujeto”. Esta ligazón es constitutiva. La relación entre niño y adulto es asimétrica, se constituye en una relación de poder.

¿Por qué la asimetría?

Porque el aparato psíquico[4] del niño está en constitución y requiere que los adultos organicen la realidad en los términos en que el niño pequeño pueda  hacer algo con ella (los niños no sienten, no piensan, no actúan como los adultos). El adulto tiene la responsabilidad de preservar al niño y nunca debería abandonar  su papel de mediador entre el niño y la realidad. Se constituye como mediador en la medida en que pueda generar espacios de protección que le permitan al niño producir su subjetividad como: los de juego, la ficción, narración, las palabras, los  lenguajes musicales, los lenguajes plásticos, y las múltiples relaciones con los otros adultos y semejantes.

Como vemos se trata del proceso de construcción de la propia subjetividad en el marco de una transmisión entramada en el universo cultural de la sociedad y de cada familia.[5] Esta construcción singular del sujeto, sostenida por una relación de asimetría, lo ubica en una transmisión particular, en un contexto cultural particular.

Llevada esta idea a  los procesos educativos, es fundamental considerar:

  •  la relevancia de la posición del adulto

  •  la heterogeneidad de recorridos posibles  -  en términos de producción de subjetividad -  por parte de los niños.

La transmisión en la producción de la subjetividad

Como ya lo expresamos en la producción de la subjetividad interviene la transmisión que realizan los otros humanos.

¿Cómo?

Mediante: la palabra del adulto empatizando con el niño, la escucha, la mirada, la disponibilidad corporal, la disponibilidad emocional, el juego, la narración, los saberes culturales …  la enseñanza.

¿Qué implica esta intervención?

Implica  ofrecer al niño la producción de la cultura, los significados que dan cuenta de la realidad. Entendemos a la cultura como todo el patrimonio simbólico que construye la humanidad  a lo largo del tiempo. Ese patrimonio es mucho más que un contenido específico a enseñar. Es un patrimonio que le permite al niño “abrirse a la curiosidad”, “crecer en la cultura”, “desear conocer y “descubrir”, apropiarse de los “sistemas simbólicos” creados por la humanidad.

Los adultos ocupan un lugar  esencial como “pasadores de la cultura”. Sostenernos en este rol es pensar al niño en la trama de generaciones, ello implica una intervención en el presente y una apuesta hacia el futuro. Pensar el tiempo presente de una generación de niños implica pensar cómo se inscribe esa generación en las transformaciones  sociales, políticas y educativas que están por venir. Implica pensar en qué medida el tiempo propio de la infancia adquiere otra dimensión, en tanto se inscribe en el tiempo largo de los imaginarios políticos y de los proyectos educativos.

El proceso educativo supone una intervención  de modo tal que genere una diferencia, una grieta, una fisura en el presente de los niños, a través de la cual la transmisión se realiza y da lugar a la palabra de los niños.

La transmisión es una tensión entre la continuidad y discontinuidad, conservar el pasado pero poder hacer diferencia con ese pasado. La transmisión es como un andamio, como un sostén que en algún momento es necesario abandonar, pero necesario al fin. Y es en ese abandono donde se juega la diferencia con aquello que viene dado. Lo que se juega entre un educador y un niño, para que se logre una transmisión es el ofrecimiento de  referencias que le permitan al niño construir su diferencia, que es su propia palabra. La palabra  ocupa un lugar relevante  en todo proceso de transmisión ya que el lenguaje es el soporte  necesario para poner el bagaje de saberes, el capital simbólico, sobre una base transmisible que supone darle la palabra a quien transmite, así como a quien recibe la transmisión. Construir una transmisión requiere de tiempo, de tiempo de diálogo, de decirse, de hacerse un lugar en el intercambio con el otro. El diálogo es una condición necesaria para   la constitución de la subjetividad. Se trata de habilitar un tiempo para que se construya una interlocución verdadera.

Nos dice Graciela Frigerio[6] que la cuestión de la transmisión hace al corazón de la problemática educativa (que como sabemos excede a lo escolar) y se encuentra en el centro de la vida y del tejido social, en tanto condición de construcción, inscripción e identidad cultural. Podemos pensar a la transmisión como  una ilusión necesaria al ser y al ser con otros, y a las instituciones como encargadas de sostener esa ilusión esencial.  La transmisión es una ilusión porque hay experiencias que no se pueden transmitir, es imposible una transmisión total, hay felices fallidos en una transmisión, a la vez, es indispensable el intento de transmisión sin el cual no hay lazo social ni sujeto.  Abordar la transmisión implica imaginar un particular rompecabezas. Tenemos piezas que no encajan en los lugares disponibles, y a la vez hay espacios para piezas inexistentes. Esto significa admitir, de comienzo, lo que no es transmisible, lo que no se transmite, lo que al transmitirse se transforma, lo que en la transmisión pasa y queda intacto, lo que en la transmisión se pierde.

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