LAS COMADRES
Enviado por SalmaMtz • 16 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 2.579 Palabras (11 Páginas) • 205 Visitas
LAS COMADRES
(Llega Ángela con un plumero y muy alegre, comienza a darle una pasada más a su sala y comedor)
Ángela: A ver por aquí, ya está. Por acá… (Revisa los rincones) perfecto… falta algo más Mmm… (Mira por todos lados) ¡Ay, las galletas! (Va corriendo desesperada a la cocina) (En eso, tocan el timbre) ¡Ding dong! – ¡Ya va! – ¡Ding dong ding dong! –¡Ya va! (Sale de la cocina algo apurada y abre la puerta, es Teresa; una mujer chismosa, encargada de pasarles los “últimos datos” a sus amigas) ¿¡Pero quién… (La ve y pone una cara de asombro) ¡Comadrita!
Teresa: ¡Comadrita! (Se abrazan)
Ángela: ¿¡Cómo estás!? (Se sueltan) ¡Pero pasa, pasa! ¡Siéntate!
Teresa: Gracias ¡Ay, comadrita! Los pies me están matando (Se sienta en el sofá y deja su cartera a un costado).
Ángela: ¡Vaya! ¡Y cómo no te van a doler, si traes esos enormes tacones!
Teresa: Lo sé comadre. ¿Por casualidad, no tendrás talco para pies? (Se soba los dedos mientras habla)
Ángela: Sí amiga, iré a buscarlo. La verdad en serio ya te urge talco para tus pies (Le responde con la nariz tapada).
Teresa: “Sorry” por apestar tu sala, amiga.
Ángela: No hay problema, iré por un talco y por un aromatizante.
(Comienzan a tocar la puerta de una manera muy fuerte)
Teresa: ¡Tocan la puerta, Ángela!
Ángela: ¿Puedes abrir? ¡Sigo buscando el talco!
Teresa: ¡Me dueles los juanetes!
Ángela: ¡Ay, ok ahí voy! (Sale toda atolondrada) (Siguen tocando con más fuerza) ¡Ya voy!
Teresa: ¡Ay, ay, ay mi piecito! (Abre la puerta y era Ceci, una señora amante de las novelas y conversadora)
Ángela: ¡Comadrita!
Ceci: Comadre, ¿Cómo estás?
Ángela: ¡Qué alegría de verte nuevamente!
Ceci: Sí. ¡Por Dios! ¡Esta casa no ha cambiado para nada! (Entra mientras habla)
Ángela: ¡No, no entres ahí!
Ceci: ¿¡Por qué!? ¿¡Qué pasa!?
Ángela: Pues porque… (Ceci ya ha entrado)
Ceci:(Pone en su rostro, una expresión de desagrado) ¡Iuj! ¿¡Pero qué es este olor tan horrible!?
Teresa: ¡Oye, te puedo oír! ¡Son mis pies! Es que me quité mis tacones porque me dolían una barbaridad.
Ceci: ¿¡Te olían!? Bueno en realidad, te siguen oliendo (Mueve su mano como alejando el mal olor)
Teresa: ¡Dolían! ¡Dije dolían!
Ceci: jajajaja…. (Se acerca a saludarla mientras sonríe)
Ceci: ¿Cómo estás, “comadrita”?
Teresa: Muy bien (Le ve los pies) ¿Y qué te pasó? (Pasa Ángela)
Ángela: Por caminar con esos tremendos tacones… (Se mete a seguir buscando el talco)
Ceci: ¿¡Has estado caminado con estos “taconazos”!? (Los recoge y los ve)
Teresa: No tenía otros, comadre.
Ceci: ¡Ay, cuándo no tú! (Le grita a Ángela) ¡Angelita, el talco!
Ángela: (Contesta desde adentro) ¡Lo estoy buscando, un rato!
Ceci: (Se pone de pie y comienza buscar algo par el mal olor) ¿No habrá otra cosa por aquí que utilizar? Un perfume o inciensos.
Teresa: ¡Ay, ya qué exagerada eres! ¡No es para tanto!
Ceci: Sí, cómo no.
Ángela: Acá está el talco (Va donde Teresa para dárselo)
Ceci: ¡Ay, gracias a Dios! (Ceci va rápidamente y toma el talco) A ver, dámelo.
Ángela: ¡No, mejor se lo echo yo!
Ceci: ¡No te preocupes, yo lo hago! (Comienzan a discutir por el talco desesperadamente hasta que de pronto, Ceci logra quitarte el recipiente y sin querer, le cae algo del talco en la cara de Teresa) ¡Ay, comadre, disculpa!
Teresa: (Se queda en silencio por un momento. Se limpia la cara y mira a Ceci algo molesta) No te preocupes, “comadrita” (Extiende su mano) ¿Me permite el talco, por favor?
Ceci: Sí comadrita, toma (Le entrega el talco algo apenada por lo que pasó) (Se echa el talco en los pies y caen residuos al piso)
Ángela: ¡Échate con cuidado, mujer!
Teresa: ¡Ay comadre, por un poquito de talco! (Ángela pone en su rostro una expresión de desagrado y preocupación al ver que el piso que tanto trabajo le costó limpiar, se arruino)
Ángela: Ya no importa (Agacha la cabeza mientras suspira)
Ceci: Ya conoces a Teresa de cochina.
Teresa: ¡Oye no soy cochina!
Ceci: ¡No qué va! “Eres súper limpia”
Ángela: Voy por una escoba. (Mientras ellas hablan, Ángela entra a la cocina algo molesta a traer una escoba)
Ceci: Al parecer no te lavas los pies desde la última vez que nos vimos, ¿No?
Teresa: No seas exagerada, por Dios.
Ceci: Luego me prestas el talco para echarme en mi nariz.
Teresa: ¡Ya basta! (Llega Ángela con la escoba y comienza a barrer el talco que cayó al suelo)
Ángela: A ver, coja sus tacones y levante los pies, “señorita”. (Ella toma sus tacones y pone los pies en el sofá)
Teresa: Disculpa comadre, debes comprender lo dolorosos que son tacones y lo difícil que son usarlos.
Ángela: Sí, comprendo (Mira a Ceci mientras la otra hace lo mismo) Bueno, ya está listo, ya puedes bajar los pies (Pero antes que toquen el suelo, la detiene) ¡Espera!
Teresa: ¿¡Qué!?
Ángela: Antes que pongas los pies en el suelo, te traeré unos zapatos para que no vuelvas a manchar el piso, espera (Se va a buscar los zapatos). (Mantiene los pies en el aire y mientras lo hace, conversa con Ceci)
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