La normalidad de la violencia LA VIOLENCIA NORMALIZADA EN MÉXICO.
Enviado por blacky7126 • 19 de Enero de 2018 • Ensayo • 1.802 Palabras (8 Páginas) • 154 Visitas
CONTRERAS CORTES, ADAN.
LA VIOLENCIA NORMALIZADA EN MÉXICO.
Introducción.
En el mundo tan revolucionado en que vivimos actualmente se han permeado una serie de situaciones que han transformado la vida cotidiana que gozábamos en años pasados. Es muy triste ver como los homicidios, asaltos, robos, corrupción, narcotráfico y delincuencia en general son el pan nuestro de cada día. Sin embargo, lo peor es que ya no nos sorprende ver todo eso en periódicos, noticieros en radio y televisión, además de las redes sociales que, dicho sea de paso, han tomado un enorme papel en la difusión de las noticias. Por ello se pretende realizar el presente escrito, con la intención de desenmarañar y conocer las causas de esa indiferencia hacia lo que ahora se considera normal.
¿Qué es lo normal para la sociedad mexicana?
Antes de enumerar cuestiones, bien cabe el hacer un paréntesis para determinar qué cosas o acciones son normales. Así pues, empezar con el siguiente enunciado es menester. En la calle, el trabajo, la escuela o con la familia es común escuchar la expresión “eso no es normal” y viceversa, pero en realidad eso es solo una acepción que se le da pues bien quedaría el término “usual”. Para ello, la Real Academia de la lengua Española menciona que lo normal es aquello que se halla en su estado natural y que sirve de norma o regla mientras que lo usual se refiere a lo que con frecuencia se practica.
Lo normal también se puede tomar como medida estadística, como tipo específico y también como un valor vital o social que le otorga el carácter de meta, de ser procurado, ser un objetivo. Así pues, el término normal posee un doble carácter: tipo y valor, pudiendo ser normativo por ser la expresión de exigencias colectivas. Lo normal es lo preferible, lo deseable, que se reviste de valores positivos y lo anormal será lo contrario, algo detestable, algo que repele. No obstante, a pesar de su contrariedad, hay una polaridad que hace que uno se afirme por la mediación del otro, es decir, normalmente no se tiene el criterio de normal sobre una cosa sin que haya otra considerada como anormal.
Por ello, el concepto de normalidad siempre implica subjetividad y varía dependiendo de la persona, el tiempo, lugar, cultura y situación que se vive; implicando juicios de valor, influenciados por estándares y normas sociales, pues el peso de la sociedad es lo que más injerencia tiene en la categorización de normal y anormal. Todas las sociedades tienen estándares y normas de conducta que fijan los límites de lo que se considera aceptable. Los grupos, las familias y los mismos individuos tienen y establecen sus criterios y rangos de normalidad. Así, para una persona puede ser normal el dormir pocas horas por su ajetreada vida como para otra puede ser un desbalance del estado de equilibrio y descanso que se debe mantener. Cuando alguien o algo, sale de esos estándares es calificado de anormal.
Otro ejemplo que se puede utilizar es lo considerado normal de acuerdo a las edades. Es común escuchar que son los jóvenes los que pueden salir de fiesta a divertirse e incluso se dan las miradas de asombro por parte de los jóvenes cuando en algún sitio de recreación se dan cita personas adultas. También es considerado que sean los jóvenes los que se tiñen el cabello, usan piercings o se tatúan. Influyen mucho en esa ambigüedad las ideologías y costumbres que se arraigan desde el seno familiar y social. Por ejemplo, las costumbres de un pueblo provinciano difieren en gran medida con respecto a un pueblo urbano. Hay poblaciones en dónde las parejas no pueden tener un momento de convivencia con la familia del otro porque no puede entrar la dama a la casa de los posibles suegros porque ya debería quedarse. Mucho menos la idea de salir a pasear.
Pasando a lo que versa en el título del escrito, se debe dar una postura sobre el origen de la violencia, una definición y sus posibles consecuencias en la vida actual del ser humano. En este rubro, Jiménez (2012) “considera que hay factores que pueden condicionar los comportamientos violentos de los seres humanos: como el instinto, el aprendizaje social, la frustración, etc., y que se pueden aprovechar como una herramienta intelectual para inducir al ser humano hacia el entendimiento, la armonía y, de manera especial, la transformación de conflictos. Siguiendo a Johan Galtung intentaremos aclarar los tipos de violencia: directa (verbal, psicológica y física), estructural (pobreza, represión, contaminación, alineación), cultural (ideas, normas, valores, la tradición), y/o simbólica (manifestaciones mediante actos o rituales que dan reconocimiento a la violencia)”.
La RAE la señala cuando se realiza una acción que desemboca en un estado fuera de lo natural, que provoca una ruptura de la armonía; provocada por la acción de cualquier ente, en este caso, referida a actos humanos. Se emplea cuando se actúa contra la equidad o la justicia social, con ímpetu o fuerza y uso excesivo de la misma. Asimismo, se aplica a las acciones de personas y grupos con un carácter desmedidamente pasional, impetuoso o colérico, que se dejan llevar fácilmente por la ira. También se usa para definir actos guiados por las falsedades, fraudes e imposturas naturales. La violencia se vive como un roto orden de armonía
Cuando lo anormal se convierte en normal, la reflexión se convierte en justificación, de modo que la crítica se convierte en argumentación explicativa, y nos encontramos con frases como “es el precio que hay que pagar”, “en otros lugares están peor que nosotros”, “podría haber sido más grave”
¿Es la violencia un problema de hoy?
Pareciese que la violencia es un suceso exclusivo de la sociedad postmoderna, tecnológica y televisiva pero muchas de las civilizaciones que han existido ha utilizado la fuerza física para imponer su voluntad sobre otros pueblos y culturas vecinas. A lo largo de la historia se han encontrado los argumentos morales y éticos para justificar el comportamiento violento y uso de la fuerza pero no por ello deja de ser violencia.
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