Roudil - El sindicalismo argentino.
Enviado por Barbie Redruello • 28 de Febrero de 2017 • Apuntes • 3.558 Palabras (15 Páginas) • 265 Visitas
Roudil - El sindicalismo argentino
El modelo predominante en Argentina ha sido el de un sindicalismo fuertemente ideologizado y politizado en torno a las ideas nacionales y populares con gran adhesión al peronismo.
Lo novedoso es que apareen rasgos que emparentan y vinculan las dos etapas fundacionales del movimiento obrero en Argentina: la etapa pre-peronista, y la etapa “formal”, comenzada el 17 de octubre de 1945.
El énfasis puesto en la defensa de los intereses profesionales reconoce antecedentes en los “sindicatos puros”, como la Confederación General del Trabajo (CGT).
La diferencia entre la doctrina socialista y la peronista estriba en la relación que conciben entre partido y sindicato. Mientras que los socialistas consideraban a la organización gremial subordinada al partido socialista, el sindicalismo peronista se plantó de igual a igual frente al partido peronista alentado por la concepción de Perón que distingue una rama gremial y una política.
La ideología anarquista, en lo que se refiere a la desconfianza y hasta rechazo hacia el partido político, caló hondo en el movimiento obrero.
La participación política, defensa de los intereses profesionales (fundamentalmente salarios) y relación partido-sindicato, más la relación con el Estado fueron constituyentes del sindicalismo argentino. Su característica principal es la de sindicato único por actividad, la personería gremial en forma exclusiva por demostrar ser el más representativo en cantidad de afiliados. Dicha unidad acompañada por factores estructurales del desarrollo económico argentino (industrialización y generalización de la condición asalariada) convirtió al sindicalismo en un poderoso actor, capaz de equilibrar la relación capital-trabajo.
La participación política del movimiento obrero que se vehiculizó a través del peronismo, fue motivo permanente de conflicto con el poder establecido, y también con la fuerza política alternativa al peronismo, la UCR, quienes siempre vetaron la participación política obrera.
Desde 1955 (caída de Perón) el sindicalismo se convierte en una pieza clave para enfrentar a un régimen que de distintas maneras buscaba la marginación del movimiento político mayoritario y con él el grueso de la clase trabajadora y sectores populares.
La situación de ilegalidad e ilegitimidad -por la prescripción del peronismo- en que debían desenvolverse los gobiernos les obligaba desarrollar tácticas diversas para atraerse el favor del movimiento obrero organizado, convirtiendo a éste en un factor muy importante a tener en cuenta para la viabilidad de los planes gubernamentales y a veces hasta para mantener la estabilidad.
Frondizi (UCR Intransigente) fue presidente de 1958 a 1962 mediante el apoyo de una porción mayoritaria del voto peronista proscripto, gracias a un pacto con Perón mediante el cual se comprometía a reinstaurar la legalidad sindical (ley 14.455). Frente a la resistencia de los trabajadores a su política de acuerdos con el FMI implantó el estado de sitio, y posteriormente el plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado), que permitió encarcelar a muchos militantes sindicales y políticos por parte de las FFAA, violando así preconceptos constitucionales. Finalmente Frondizi fue derrocado por las FFAA tras haber fracasado en su estrategia de integrar al peronismo en el sistema.
El gobierno radical de Illia (1963-1966) contó con un gabinete integrado totalmente por antiperonistas, quienes inhabilitaron la participación política de los sindicatos. Por esto fue presa fácil del golpismo, debido a no contar con el apoyo del sindicalismo. Los reclamos no se dirigían sólo a Illia, sino también abarcaban etapas anteriores.
Durante el gobierno de Illia se obtuvo la sanción de la ley de Salario Mínimo, Vital y Móvil, y se constituyó el Consejo Nacional del Salario, integrado con representantes del gobierno, empresarios y sindicatos
El 17 de octubre la Unión Popular convoca a un acto en Parque de los Patricios, al que adhiere la CGT. En los choques entre manifestantes y policías, hubo decenas de detenidos. La CGT convocó a un paro activo el 21 de octubre, que se cumple masivamente, y a raíz de la represión policial mueren tres obreros metalúrgicos.
La lucha entre gobierno y sindicalismo siguió vigente hasta que en Junio de 1966 Illia es derrocado por un nuevo golpe militar. Una parte significativa del sindicalismo peronista, el “vandorismo”, brindó su apoyo al gobierno dictatorial de Onganía, posibilitándose así una pseudo legitimidad a su asunción al poder, que éste retribuirá con la devolución de la jurisdicción nacional a los sindicatos de primer grado y con el régimen de obras sociales con administración sindical.
Los objetivos perseguidos por la dirigencia sindical estaban referidos a lograr una redistribución del ingreso beneficiosa para los trabajadores, el mantenimiento de las conquistas obtenidas durante los dos primeros gobiernos peronistas, y la normalización político-institucional.
En esta etapa ocurrió el Cordobazo, que con motivo de un paro activo de los obreros mecánicos del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), seguidos luego por una seccional de Luz y Fuerza, y otros gremios como la Unión de Tranviarios Automotor (UTA), más los estudiantes universitarios. Esto constituyó el principio del fin de la dictadura de Onganía.
Diferente será el accionar sindical con la vuelta del peronismo al gobierno (1973-1976), ya que los representantes sindicales se incorporarán activamente a la estructura del poder. Asimismo salvaguardarán una estructura sindical centralizada con permanencia duradera de los dirigentes en sus cargos.
Las gobernaciones se convirtieron en el escenario principal de la lucha por espacios de poder donde los vicegobernadores de extracción sindical hostigaron a los gobernadores de extracción política, bajo una supuesta defensa de la pureza doctrinaria y en contra de los avances de la Juventud Peronista, hegemonizada por la organización Montoneros. Sin embargo, en el terreno de la política electoralista, se dio una cierta supremacía del político sobre el sindicalista.
Cuando la relación de supremacía a favor de la rama política se invirtió y la lógica sindical fue dueña de la iniciativa política, el peronismo sufrió su única derrota en elecciones libres, aunque dicha supremacía sindical no fue el único factor interviniente. Ocurrió en 1983 con Lorenzo Miguel (UOM) como virtual jefe del PJ, que impuso la candidatura presidencial de ítalo Luder, quien perdió frente a Alfonsín, de la UCR.
En Argentina, ya sea a favor o en contra, el Estado fue factor constituyente del sindicalismo interviniendo activamente en sus varias dimensiones, negándoles capacidad de realización autónoma. Desde esa especie de “ariete” introducido por el Estado en el seno del sindicalismo se fue construyendo su complicada trama interna, tal como el divisionismo sindical o el nucleamiento interno, que actuaban como válvulas de escale para evitar la ruptura de la unidad sindical y de la central única, la CGT. Así, surgieron 62 organizaciones peronistas: los 20, los 25 gremios combativos, la CGT Azopardo, la CGT de los argentinos, etc.
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