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Transferencia y contratransferencia AT


Enviado por   •  17 de Mayo de 2022  •  Trabajo  •  747 Palabras (3 Páginas)  •  147 Visitas

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Curso: Acompañante Terapéutico
Profesora: Brelles, Laura
Alumna:
Martínez, Carmela

Transferencia y Contratransferencia

Se le llama transferencia al proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y, de un modo especial, dentro de la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida con un marcado sentimiento de actualidad.
La 
transferencia se hace presente en todas las relaciones humanas, y se manifiesta con un mayor grado de intensidad en aquellas que generan condiciones altas de intimidad. La transferencia se puede pensar dentro del vínculo del Acompañante Terapéutico con su paciente, ya que en este vínculo se crean fuertes lazos afectivos, cercanos y de cuerpo a cuerpo.
El lazo que se establece en esta relación se crea en forma involuntaria y automática, y es el que permite investir a la figura del analista con intensos contenidos afectivos, en este contexto independiente de toda realidad.  La transferencia
 terapéutica tiene que ver con el soportar las vicisitudes de un tratamiento, y esto exige que el analista o el acompañante terapéutico  sepa como posicionarse y como sostenerla.
Es importante tener en cuenta que un manejo no apropiado de la relación transferencial puede disolver cualquier tipo de evolución que se haya dado dentro del tratamiento; al igual que una maniobra transferencial acertada puede mejorar el mismo considerablemente. Para esto es necesario que el Acompañante Terapéutico tenga presente que las verbalizaciones o actitudes del paciente no están dirigidas específicamente a él, es decir, no debe posicionarse como destinatario, pero sí sostener la transferencia.
Por otra parte, resulta fundamental diferenciar la importancia que la transferencia tiene dentro de una terapia dirigida por un analista, de la que tiene para el Acompañante Terapéutico. Para empezar, el AT tiene una relación diferente con su paciente, al que tiene un analista con el suyo; con esto se hace referencia a que el vínculo que se establece en la primera relación es simétrico, en donde no hay interpretaciones posibles y el diálogo está basado en las situaciones cotidianas que se experimentan. En el caso del analista, la relación se presenta de forma más asimétrica, donde la palabra toma otro valor y donde hay escucha e interpretación.
Partiendo de esta diferenciación, se puede concluir que la transferencia en ambos tratamientos también ocupa un lugar distinto. En el caso del analista la transferencia resulta esencial para la cura del paciente, se posiciona en el centro de la terapia, a diferencia del acompañante terapéutico, donde si bien aparecen cuestiones transferenciales
 en juego, inevitables y muchas veces aprovechables, como vehículo de ciertas intervenciones, no se trata sin embargo de la transferencia que ordenará la dirección de la cura.
Otro de los conceptos fundamentales es el de
Contratransferencia, ésta es el conjunto de las reacciones inconscientes del analista frente a la persona del analizado y, especialmente, frente a la transferencia de éste.
El AT será el receptor de múltiples relaciones transferenciales, ya que su labor lo lleva a ingresar en el terreno afectivo del otro. Por esta razón, debe estar dispuesto a que se gesten diversas modalidades transferenciales y a recibir lo que los pacientes depositen y reactualicen en su presencia.
El vínculo que se genera entre el AT y su paciente ésta caracterizado por la singularidad y la particularidad del mismo, ya que el espacio físico en donde se lleva a cabo el proceso, y la forma en que se crean los lazos entre los protagonistas tiene un alto grado de intimidad, familiaridad y confianza. Para que este vínculo se consolide, el Acompañante deberá tener en cuenta los sentimientos, pensamientos y conductas de su paciente, ya que a través del conocimiento y análisis de los mismos se podrá establecer una relación adecuada que permita sortear las defensas del paciente, trabajar con ellas y avanzar con el tratamiento.
Sin embargo, como se mencionó anteriormente, el AT también deberá luchar contra sus propios complejos y resistencias internas, es decir, deberá tener la capacidad de manejar la contratransferencia, las reacciones inconscientes  que genera la persona del acompañado. De esta manera, y ante la ardua tarea que tiene el AT, para que se genere un vínculo sano, basado en la empatía y en la ayuda desde un lugar de acompañamiento, es necesario que el profesional tenga la capacidad suficiente para mantener su autonomía e independencia, sin tomar como personal los sentimientos que el acompañado deposita sobre sí. Para que esto ocurra resulta fundamental que el AT tengo, por fuera de su vínculo con el paciente, la suficiente contención y supervisión.      


   

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