Trastorno negativista desafiante TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE (TND): UNA MIRADA DESDE LA TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL
Enviado por il.frosch • 18 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 2.295 Palabras (10 Páginas) • 231 Visitas
TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE (TND): UNA MIRADA DESDE LA TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL
Mónica Elizabeth Solarte Bastidas
Diana Milena Rendón Ospina
Diana Carolina Castaño Henao
La prevalencia de este trastorno en la población infantil y adolescente, cuyos padres o cuidadores consultan por conductas disruptivas, asociadas además en la mayoría de los casos a situaciones escolares de conflicto o bajo desempeño escolar, es bastante relevante. Dado que además, numerosos estudios han correlacionado el TDAH (Trastorno por déficit atencional con Hiperactividad) con el TND como altamente comórbido:
“Se estima que el TND afecta al 3% de los niños en edad escolar. En el caso del TDAH entre 30 a 50% de los niños pueden presentar asociado el patrón del TND o rasgos relacionados con el mismo, esto obliga a investigar la posibilidad de este diagnóstico en todo niño y adolescente que es diagnosticado con TDAH. Esta prevalencia se incrementa gradualmente con la edad desde pre-escolares a escolares. En el caso por ejemplo de España, se ha estimado una prevalencia de TND que oscila entre 9.7 y 16.5 % de los escolares” (Granero R, 2008).
Lo anterior, nos hace pensar en una correspondencia positiva hallada en diversas investigaciones sobre el posible correlato neuropsicológico del TDAH y los déficit cognitivos a los que se asocia, entre los cuales se encuentran las alteraciones en las funciones ejecutivas, las cuales también están altamente implicadas en la presencia de conductas disruptivas, dadas las dificultades en la autorregulación, la memoria de trabajo, la flexibilidad, la organización y planeación de pensamientos y conductas. Bark…
Al respecto, el inicio temprano de este tipo de patrones comportamentales, podría asociarse a su vez con una tendencia mayor a desarrollar un trastorno de personalidad en el futuro,
“Un interesante estudio de seguimiento de 89 niños hiperactivos mostró que en la edad adulta el 39% de la muestra había sufrido algún arresto, cifra significativamente mayor que el grupo control, en el cual únicamente había sufrido arresto el 20%. Sin embargo, cuando se analizaron las características de los pacientes con TDAH que habían sido detenidos, sólo mostraban diferencias con respecto al grupo control en la asociación de comorbilidad con personalidad antisocial”.3
En el caso específico del TND, los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) para el TND:
La persona a menudo se encoleriza e incurre en pataletas, discute frecuentemente con adultos, desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus obligaciones, desafiando activamente las normas, molesta deliberadamente a otras personas, es colérico y resentido, entre otros. Este trastorno de conducta provoca deterioro clínicamente significativo en la actividad social, académica o laboral, presentándose por lo menos dos veces en los últimos seis meses.
Nota: Se debe considerar la persistencia y la frecuencia de estos comportamientos para distinguir los que se consideren dentro de los límites normales, de los sintomáticos. En los niños de menos de cinco años el comportamiento debe aparecer casi todos los días durante un periodo de seis meses por lo menos, a menos que se observe otra cosa (Criterio A8). En los niños de cinco años o más, el comportamiento debe aparecer por lo menos una vez por semana durante al menos seis meses, a menos que se observe otra cosa (Criterio A8). Si bien estos criterios de frecuencia se consideran el grado mínimo orientativo para definir los síntomas, también se deben tener en cuenta otros factores, por ejemplo, si la frecuencia y la intensidad de los comportamientos rebasan los límites de lo normal para el grado de desarrollo del individuo, su sexo y su cultura.
Es importante tener en cuenta para el correcto diagnóstico diferencial del trastorno, que las conductas antes nombradas deben presentarse como excesos evidentes del comportamiento habitual del niño, con la suficiente potencia y frecuencia como para catalogarlos de disfuncionales, generando un malestar familiar, escolar y/o social significativo. Descartando así, que la simple o transitoria aparición de conductas similares propias de diferentes etapas del ciclo vital del infante- adolescente o asociadas a situaciones puntuales se consideren como un trastorno del comportamiento.
Existen muchos grados en este cuadro, dentro del cual el problema es más grave cuanto más predomina la actitud desafiante sobre la oposicional, donde son muy importantes las ideas y pensamientos del menor respecto a que normas son dignas de acatar y que autoridades se deben o no cuestionar. El proceso previo de aprendizaje, moldeamiento, dinámica familiar o social donde se encuentra inmerso y las pautas de reforzamiento presentes, constituyen un factor de riesgo o protector con respecto al mantenimiento de la sintomatología. Dado que otros signos de alarma estarían relacionados con el entorno del niño y con respecto a la relación padres-hijos que puede ser observada durante la intervencion, pueden detectarse señales indicadoras de una inadecuada interrelación y entendimiento emocional del niño. (Ortiz Giraldo, Giraldo Giraldo, & Palacio Ortiz, 2008) Puede concluirse de esta manera, que el TND es moldeado y mantenido por la naturaleza de los intercambios recíprocos producidos en el ambiente del niño. (Rizo Ruiz, 2014).
Al respecto, Luiselli J, en Caballo (2009) establece que hay claras evidencias que señalan que el TND es moldeado y mantenido por la naturaleza de los intercambios recíprocos entre un niño y los adultos significativos de su entorno, empezando por los padres y extendiéndose a otras figuras de autoridad. Por consiguiente, cuando se aborda el trastorno, es conveniente tener en cuenta las características del niño y de los padres, al igual que las variables situacionales (del contexto) que pueden estar influyendo en las interacciones niño-adulto. “los síntomas de los niños deben considerarse dentro del contexto de las circunstancias ambientales y las disposiciones personales que originan, exacerban y mantienen el malestar” Fredberg, R; Mx Clue, J. (2005).
Desde una perspectiva del aprendizaje, se proponen diversos modelos. Para Skinner (1986) “El niño viene al mundo con características genéticas propias de la especie humana y adquiere conductas bajo las contingencias del refuerzo” Para esta orientación teórica, la influencia del medio ambiente es un factor determinante en la adquisición y mantenimiento de comportamientos, ya sean considerados socialmente adecuados o inadecuados. El aprendizaje de tales patrones comportamentales tiene lugar en función de un contexto específico, que refuerza determinadas conductas y no otras. Así la agresión, como patrón comportamental en el TND puede tener un valor adaptativo para un determinado contexto, aunque no siempre sea adecuado o apropiado como respuesta, por lo que se le considera, problemático, patológico.
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