Trastornos de Conducta: Hacia su comprensión y entendimiento

Trastornos de Conducta: Hacia su comprensión y entendimiento

Actualmente la Conducta puede ser definida como un conjunto de acciones o comportamientos  condicionados por factores biológicos (crecimiento, aspectos evolutivos del organismo humano), factores sociales (las relaciones existentes entre un individuo con la sociedad) y factores situacionales (momentos clave enmarcados en contextos determinados en la vida de un individuo) que inciden en la manera en la que se actúa cotidianamente en la intimidad o en las relaciones sociales de las personas; la Dra. Valeria Quiroga expone que aspectos como la impulsividad, la hiperactividad o la desobediencia son normales en la etapa evolutiva comportamental de los niños, por lo que define al trastorno como “la persistencia, la severidad de los síntomas y la disfunción que éstos ocasionan” en los diferentes entornos en los que el niño participa o está incluido. (Quiroga, 2011)

Para Fejerman (2010) “un número significativo de niños presentan síntomas y/o signos en áreas de la conducta, la motricidad, el aprendizaje, el lenguaje y la comunicación, que corresponden a cuadros bien definidos en su expresión clínica: retardo mental, trastorno de la atención con o sin hiperactividad, torpeza motora, dislexias y discalculias, trastornos en el desarrollo del lenguaje y trastornos del espectro autista” (Fejerman, Trastornos del desarrollo en niños y adolescentes, 2010), por lo que se comprende que no en todas las ocasiones en que se diagnóstica un trastorno corresponde solo a aspectos psicológicos o a alteraciones en las dinámicas que los niños viven por determinadas razones, si no que corresponde a aspectos clínicos en los que se diagnóstica una disfuncionalidad en el organismo del niño que afecta su conducta en la cotidianidad y que por responsabilidad social se debe aceptar y apoyar.

En el caso de los niños y adolescentes diagnosticados con Disforia de Género, según Josep Tomàs Vilaltella “La identidad de género se refiere al sentido individual de ser macho o hembra, que se suele consolidar hacia los 3 a 4 años de edad”, además considera que “la identidad sexual se refiere al propio etiquetaje del individuo como un ser heterosexual, homosexual o bisexual. Este etiquetaje, que normalmente está relacionado con aquello que ha sido experimentado como eróticamente atractivo, normalmente no se consolida hasta la adolescencia” (Vilatella); así mismo, Vilatella considera que “la capacidad de los padres para moldear la conducta de sus hijos con relación a su género no tiene todavía unas bases claras, aunque los estudios más recientes apuntan al hecho de que los padres tienden a responder de manera más positiva a las conductas del mismo sexo de sus hijos que a las conductas del sexo contrario”.

Es por esta razón que los padres juegan un papel fundamental en el proceso de adaptabilidad de los niños diagnosticados con Disforia de Género, pues según un informe presentado por el portal Web infosalus.com^[1] demuestra que “los niños transgénero que son apoyados por sus familias y han hecho socialmente su transición, cambiando de nombre, ropa y peinado, muestran signos de buena salud mental”. Es importante que se apliquen políticas públicas de salud donde se conformen acciones que estén relacionadas a la atención y a la educación de los padres de niños con este diagnóstico, pues en un contexto como el colombiano donde la homofobia y el rechazo hacia estos es algo cotidiano, este tipo de acciones influye considerablemente en el desarrollo social y personal de cada uno de los niños y adolescentes, además de lo necesario que es el apoyo de la familia en la toma de sus decisiones y en la comprensión de sus conductas y actitudes.

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