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Voliencia en los jovenes


Enviado por   •  18 de Abril de 2016  •  Ensayo  •  2.052 Palabras (9 Páginas)  •  272 Visitas

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Universidad nacional de Mar del Plata
Facultad de Psicología

Núcleos Problemáticos I


Adolescencia. Familia y violencia


Integrantes:
Lynch, Ma. Soledad    DNI: 35231265
                                      MT: 09051/09



Comisión: 10

Fecha: 25/06/2013

Introducción:

La adolescencia irrumpe en la vida del sujeto realizando un corte y poniendo fin a la niñez. En ella no solo intervienen factores de cambio biológico, lo que denominamos pubertad, sino también cambios de orden psicológico, donde se produce una restructuración del psiquismo y transformaciones en los vínculos personales.

Debido a algunas características propias de la adolescencia, como el malhumor, pereza, prepotencia, irresponsabilidad, inmadurez, entre otras, el concepto de adolescencia es relacionado por el común de las personas, con términos como vagos, desfachatados, etc; lo que asombra es que cada vez con mayor frecuencia se asocia a los jóvenes con casos de violencia, tratándose a la juventud como una “masa” agresiva y delictiva.

En el presente trabajo se intentara exponer algunas de las causas de la violencia en los jóvenes, en estrecha relación con el ámbito familiar y las dificultades que se presentan tanto al adolescente como a las figuras parentales, haciendo mayor hincapié en las relaciones de autoridad que se suponen en la relación filial padre-madre-hijo. La hipótesis que manejaremos es que la violencia que se verifica en los adolescentes, se debe en gran parte a la caída o desgastamiento de las figuras de autoridad (parentales/institucionales) que ocasiona que el adolescente se encuentre aislado  de las leyes morales o simbólicas que rigen nuestra sociedad, creando sus propias maneras de significar y construir relaciones

 

         La violencia en la actualidad es moneda corriente. Podemos verla en las noticias, en las escuelas, en la calle, en rutinas familiares, etc. Los tratos violentos se han naturalizado y asumido como sucesos diarios en donde no se percibe su extensión ni magnitud. Es vivida como una realidad que esta ahí afuera y de la cual se intenta escapar.

Las autoras Duschatzky y Corea en su escrito “Chicos en banda” presenta el surgimiento de la violencia en los jóvenes como producto del declive de la autoridad institucional, sea esta la familia, la escuela o el Estado o fuerza pública, presentando ésto como uno de los factores primordiales.

Es decir, tomando el caso familiar, la figura materna o paterna ha perdido el rol o lugar y han sido despojados de su autoridad frente al adolescente, dejándolo expuesto  y “solo” ante la caída de referentes que ayuden y/o faciliten la construcción de sus propios discursos y le asignen un lugar en la sociedad.

Como plantea Piera Aulagnier, la familia es una unidad dadora de sentidos que participa de la creación de representaciones de sí mismo, de sus miembros y del exterior; así como también es la encargada de transmitir e imponer el conjunto de reglas y normas, organizando de este modo el funcionamiento del sujeto.

Si estas normas no son transmitidas como leyes simbólicas, desde la familia a sus miembros, surgirá un sujeto no constituido en torno  de un sistema de referencias compartidas, sino un individuo que se define a sí mismo, despojado de un lazo social.

Cuando estas leyes simbólicas no operan (en cuanto límites), el semejante no puede configurarse como tal. De aquí se extrapola que si la ley no opera cualquier hecho de violencia no se percibirá como trasgresión ya que no hay límite violado. “Se trata de una búsqueda brutal y desorientada del otro en condiciones en el que el otro, no es percibido como límite” (Duschatzky-Corea 2002)

En el caso de la violencia escolar, por ejemplo, no es vivida como un hábito de agresividad por parte de sus protagonistas, sino como parte de su trato habitual y cotidiano. Sin embargo son los docentes, ajenos a esta dinámica, quienes hablan de violencia cuando comparan los comportamientos de los jóvenes con los que representarían al ideal de alumno: obediente, respetuoso, atento...

La pregunta que surge es si esto es problema del alumno o de la poca eficacia simbólica de las instituciones.

Aquí es cuando se evidencia que la familia y la escuela han dejado de ser los medios que fundaban la subjetividad moral; y que la violencia se manifiesta como la descarga casi pulsional y descontrolada ante la incapacidad de “pertenecer”, responder o instituir una subjetividad regulada por la ley simbólica.

Volviendo al concepto de familia puede referirse que es un vínculo en el que sus miembros se constituyen  desde el inicio de sus vidas, es un espacio que conecta, pone en relación a los sujetos generando reciprocidad permanente.

En la juventud este vínculo con la familia experimenta ciertas sacudidas. Esto se debe a que el púber necesita desasirse de este lazo que se presenta como obstáculo en la concreción de metas u objetivos. Así es como se suceden pequeñas o grandendo y torpe, risa destiempo, extravagancia, respuestas inoportunas, pereza, desconsideración, despreocupación, adhesión a grupos y modas insólitas, grupos de pares y por sobre todo inmadurez e irresponsabilidad.
Este desasirse de la familia, es según Freud la ratificación de la renuncia a la primera elección de amor, y la salida a la exog

amia. Es decir la búsqueda  de un nuevo objeto fuera del ámbito familiar, ya que de lo contrario se estaría hablando de un nuevo objeto incestuoso.
Se trata de una separación difícil puesto que conlleva la perdida del mundo, cuerpo y rol infantil. Esto plantea que el adolesce

nte no solo se comienza a hacer cargo de si y a asumir responsabilidades, sino que también se produce un notable cambio en las relaciones: principalmente, en el trato con los padres. Este cambio esta dado por el hecho que el adolescente debe diferenciarse de lo familiar, abominar de lo conocido y aquello que hasta entonces era incuestionable.
La tarea de los progenitores ante el “terremoto” adolescente, no es sencilla. La función de estos no debe consistir tanto en com

prender lo que ocurre sino en mantener la firmeza y las respectivas funciones parentales. No ceder antes los jóvenes, ya que muchas de las conductas transgresoras y desafiantes están destinadas a confirmar la vigencia del poder del padre.
¿Pero que es lo que ocurre en caso de que se de lo contrario? ¿Que sucede si la función paterna no se establece o pierde autorid

ad?
Con este interrogante podemos retomar lo anteriormente expuesto. Si situamos a la familia como una unidad compuesta por miembros

 con respectivos roles, que se ubicaría como lugar de protección y cuidaamos a la familia como una unidad compuesta por miembros con respectivos roles, que se ubicaría como lugar de protección y cuidado, que ofrece equilibrio al mismo tiempo que inserta en un espacio de sostén social y que hace posible la inscripción en una genealogía, o sea, da a sus miembros sostén y referencia; podemos deducir que ante la falta de la función paterna que transmita simbolizaciones la estructura sufre una desarticulación que la vacía de relaciones jerárquicas, es decir se pierde la asimetría de la relación filial padre-madre-hijo, y estas relaciones se vuelven simétricas.

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