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AMOR MADURO O UN JUEGO AUN


Enviado por   •  19 de Agosto de 2014  •  1.666 Palabras (7 Páginas)  •  180 Visitas

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AMAR VERSUS SOPORTAR A MI PAREJA

En el día a día de la actividad psicoterapéutica es muy común la presencia de muchas mujeres que se dan cuenta y se atreven a consultar por el hecho de estar inmersas en una relación, donde es mayor el sufrimiento y la angustia que el placer de convivir con otra persona. Relaciones que se desarrollan en un clima de celos, gritos, reproches, insultos y hasta maltratos físicos, seguidos en el mejor de los casos, de un arrepentimiento o perdón para luego repetir una y otra vez el mismo guión de la insana relación.

En ese darse cuenta escuchamos afirmaciones como “se que debo dejarlo pero no puedo”, “el problema es que lo amo mucho”, “estoy segura que él me ama, pero tiene problemas y no quiere recibir ayuda” y muchas otras parecidas, que encierran a la persona en una angustia mayor por saber que las cosas andan mal pero no sabe qué y cómo hacer para que cambien.

En nuestra cultura era fácil entender que en una relación de pareja las responsabilidades siempre estuvieron predestinadas a que el hombre se encargara del trabajo fuera de la casa en búsqueda del sustento económico para la familia, mientras que la mujer aceptaba el trabajo no menos importante y mucho más exigente de llevar las actividades del hogar, aceptando como parte de su razón de ser el título de “Ama de Casa”. Esa situación se prestó con mucha frecuencia a situaciones de abuso de parte del hombre como “proveedor” sobre una mujer insegura, en una relación de dependencia que podía hasta justificar que muchas mujeres aceptaran y se acostumbraran a vivir soportando maltratos, infidelidades y otros abusos, dado que su preparación en la mayoría de los casos no le permitía acceder a una actividad laborar en igualdad de condiciones.

Hoy, a pesar que la historia ha cambiado y podemos ver a la mujer inmersa en todo tipo de actividades profesionales, incluyendo aquellas que siempre fueron reservadas para los hombres, cuesta un poco más entender como sigue siendo muy alto el número de mujeres que aceptan vivir sufriendo en este tipo de relaciones tormentosas, sintiendo que dan mucho para lo poco que reciben a cambio, o peor aún para recibir solo maltratos y vejaciones.

Culpemos al amor:

Como también es común en nuestra cultura, alguien o algo ha de hacerse responsable o culpable por las cosas que nos suceden. Así que ¿por qué no atribuirle al “amor” esa razón que lleva a una persona a sufrir?

Si bien es cierto que el amor es un sentimiento y como tal se pudiera afirmar que no está sujeto al control racional, quién ha dicho que a cuenta del amor ha de aceptarse el sufrimiento. Una cosa es amar y otra cosa es que a cuenta del amor se lleguen a tolerar situaciones que van en contra de la misma integridad de los seres humanos. Amar y tolerar no son sinónimos, tolerar es una decisión de aguantar, de soportar, de resistir una carga. Si el amor es así de pesado, bien vale la pena decidir no cargarlo y acabar con la relación, de lo contrario las consecuencias irán empeorando y se hará cada vez más difícil romper ese círculo vicioso.

Perder el Objetivo:

Dos preguntas me gusta precisar cuando hablo con una persona que inicia y decide mantener una relación de pareja: ¿para qué decidió vivir en pareja? y como consecuencia y en concordancia con la respuesta ¿qué significa para ella una relación sana?. En otras palabras, como cito en mi artículo “¿Hasta que la muerte nos separe?”, siempre que decidimos vivir en pareja es porque tenemos un proyecto de vida en el cual queremos tener a nuestro lado a alguien para compartir nuestra vida y generalmente para construir una familia, y en ese proyecto también aspiramos que la relación con esa otra persona a quien hemos elegido para tal proyecto, nos brinde amor, compañía, presencia, respeto, disfrute, hijos, solidaridad, etc.

Sin embargo y a pesar que las respuestas suelen coincidir en el objetivo citado, la realidad nos enfrenta con relaciones donde hay sexo pero no hay placer, hay compañía pero no hay respeto, hay hijos pero no hay un compartir, hay desequilibrio en las responsabilidades y poca solidaridad.¿hay amor?. Lo que si es seguro encontrar son sentimientos de rabia, ansiedad, impotencia, desesperación, desvalorización, falta de confianza y frustración.

Teniendo claro el objetivo y cómo es el camino, entonces es fácil determinar cuando estamos en el barco equivocado y en consecuencia darnos cuenta que el destino será distinto al originalmente trazado. O el capitán vira el curso o nos toca cambiar de barco.

Algunas consideraciones que llevan a la aceptación:

Cuando interactuamos con personas que están viviendo en este tipo de relaciones que podemos llamar insanas o tormentosas, encontramos que hay ciertas características que se repiten, destacándose y generalmente combinadas, el poco amor a sí mismos, las creencias, los miedos, la defensa del machismo y por supuesto la propia responsabilidad

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