Adolescencia Gaby
Enviado por NAYROLDAN • 25 de Julio de 2013 • 12.650 Palabras (51 Páginas) • 464 Visitas
DELIMITACION EN LA ADOLESCENCIA EN NUESTRA SOCIEDAD
Vivimos en una sociedad tecnológica, industrial y de la información, en la que priman los intereses mercantiles y la escasa transmisión de valores éticos, morales y humanísticos. Teniendo en cuenta que en la adolescencia son características la rebeldía y la escasa percepción del riesgo, la familia se enfrenta a serias preocupaciones ante la conducta de algunos adolescentes que hacen un uso inadecuado de su tiempo libre, o caen en conductas de riesgo respecto a sustancias tóxicas o en la sexualidad. La relación entre los jóvenes es fundamental para la socialización y desarrollo normal, aunque, en ocasiones, practican la violencia sobre algún compañero, o en grupo, o inducen a conductas de riesgo. La familia es la entidad idónea para transmitir factores protectores en colaboración con los docentes y deberá ejercer una autoridad afectiva, compartida y responsable. Familia; Sociedad; Educación; Adolescente.
LA SOCIEDAD:
En la sociedad postmoderna en la que vivimos, el desarrollo y la inteligencia mercantil han sustituido al progreso en su sentido más amplio, haciendo valer el “tanto tienes, tanto vales”, el “tener antes que el ser”, la llamada que escuchan nuestros niños y adolescentes hacia la tecnología es imperiosa y el humanismo se cultiva poco. Palabras como abnegación y sacrificio están perdiendo su significado al no ser contempladas como una posibilidad a ejercitar y a nuestros adolescentes les llega el mensaje de lo fácil, de lo inmediato, el futuro es hoy.
La importancia ambiental en etapas
infanto-juveniles cobra extraordinaria importancia; en el siglo XVIII, se trataba de imponer la razón por encima de todo, los sentimientos regían los comportamientos en el siglo XIX. Y a finales del siglo XX y en los años que llevamos del XXI aparece una discordancia entre corazón, cabeza y cultura, cada uno por su lado, iniciándose un camino que multiplicará la frustración y las depresiones, creando una situación que es percibida y trasladada a nuestros adolescentes.
Por otra parte, se están produciendo situaciones impensables hace unas décadas; así, en nuestra sociedad, la adolescencia y juventud se prolongan por razones de estudio o de dificultad para encontrar trabajo, manteniéndose durante mucho tiempo en una pseudo adolescencia proclive a crear hábitos y actitudes de ocio inadecuadas, al no haberse producido el despegue de la familia y la asunción de nuevos papeles en la vida, hay madurez cronológica pero no psicosocial; lo contrario sucede en sociedades no desarrolladas, en las que los adolescentes han de trabajar antes de lo deseable para contribuir en lo posible al sustento de la familia.
Algunos jóvenes se rebelan ante una sociedad fría y tecnológica a ultranza que incita a un consumismo carente de sentido en muchas ocasiones, y todo ello en el marco de unas metrópolis deshumanizadas y superpobladas, rodeadas de múltiples núcleos periféricos, donde la abundancia tecnológica se mezcla con la indiferencia a partes iguales y donde los centros comerciales se convierten en el punto de encuentro familiar, sustituyendo a las plazas y paseos de pueblos y ciudades. Rojas Marcos aborda el problema del urbanismo agresivo en La ciudad y sus desafíos, donde la patología del estrés induce a los jóvenes a refugiarse en sus amigos, en sus pares, buscando la cohesión y afectividad que los adultos no les proporcionamos y desembocando, en ocasiones, en comportamientos violentos contra ese mismo medio que en su opinión no les protege de forma adecuada, o cayendo en conductas de riesgo ante la falta de consistencia de factores protectores.
Es justo decir también que, en esta sociedad industrial y de la información en que vivimos, hay enormes posibilidades intelectuales y formativas para aquellos adolescentes y jóvenes que sean capaces de sustraerse a las llamadas de lo fácil, de lo inmediato y de la diversión por encima de todo, lo cual hay que reconocer que es tarea complicada cuando se tienen entre 14 y 20 años de edad.
Aunque este hecho tenga algunas limitaciones, resulta evidente el progreso alcanzado. Se da por hecho que la adolescencia es la edad del pleno disfrute, y que ni los estudios ni el trabajo han de impedirlo. Gran error, ya que pueden y deben ser compatibles ambas cosas, y como afirma el ensayista y pensador José A. Marina:
”los jóvenes se han instalado en un sentimiento de impotencia confortable mostrando un comportamiento en el que dan por sentado que no van a cambiar sus vidas ni la sociedad, lo cual tampoco les importa mucho”.
Será muy difícil que se produzcan cambios en la sociedad mercantilista en que vivimos y sólo la familia en colaboración con los docentes, y en menor grado con
los sanitarios, podrán canalizar adecuadamente los impulsos, la vitalidad, la creatividad y el estudio y el trabajo de las generaciones que nos reemplazarán en pocos años. Por otra parte, los cambios sociales que antes se producían cada 10-15-20 años, ahora se producen cada 5-10 años, por lo que no hay tiempo para su asimilación y adaptación a las nuevas condiciones y estilo de vida que generan. Esta sociedad es hedonista y consumista y en ella se prima la eterna juventud, que se logra en parte por la cirugía estética, para olvidarnos de la soledad, la ancianidad y la muerte. Paradójicamente, no nos ocupamos de forma adecuada de los verdaderamente jóvenes.
Es obligado hacer alusión al control que los responsables han de ejercer sobre los medios de comunicación, especialmente la televisión; ya que, la degradación de sus contenidos y la incitación a un estilo de vida y consumo no recomendables son percibidos por los adolescentes como “lo normal”. Parece que las autoridades regularán el contenido y horarios de los programas televisivos que son vistos entre dos y tres horas al día por niños y adolescentes y que contemplan 10.000 anuncios al año y entre 10.000 y 12.000 asesinatos o actos violentos.
LA FAMILIA:
La familia es la unidad básica de salud y la única entidad que a lo largo de la historia de la humanidad ha resistido los avatares antropológicos, culturales, religiosos, económicos y políticos, preservando al sujeto dentro de la sociedad.
La madurez de la familia posibilita lo que denominamos desarrollo psicosocial, entendiendo por tal el proceso de diferenciación progresiva del sistema nervioso central que permite la adquisición del lenguaje, y de capacidades cognoscitivas y sociales que facultan al sujeto para vivir con normalidad en el seno de la familia y de la sociedad. Tras esa fase, el adolescente se convertirá en adulto, libre y útil a sí mismo y a los demás.
NUEVAS FAMILIAS:
La familia clásica de corte tradicional, judeocristiano, en la
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