Adolescencia. Imagen Personal Y Sentimientos
Enviado por zarinabidu • 20 de Abril de 2013 • 5.905 Palabras (24 Páginas) • 776 Visitas
ADOLESCENCIA: IMAGEN PERSONAL Y SENTIMIENTOS
Los seres humanos nos construimos a nosotros(as) mismos(as) a partir de los vínculos que desarrollamos con las demás personas. Es en esta interacción permanente entre el interior y el exterior en la que formamos nuestra identidad, la cual consiste en “aquella experiencia interna de mismidad, de ser nosotros mismos en forma coherente y continua, a pesar de los cambios internos y externos que tengamos en nuestra vida” (Krauskopf, 1995).
Es decir, a partir de las interacciones con las personas significativas y con su medio, se genera un proceso desde el nacimiento, en donde cada individuo va introyectando aspectos de los otros y construyendo una amalgama única e irrepetible que lo diferencia y que le hace sentir esta “mismidad” sobre la cual se hizo referencia.
Como se dijo antes, la identidad da coherencia a la persona, pues permanece pese a los diversos cambios de la vida. Pero al ser esta construida y no natural, se habla entonces de un proceso de formación que tiene dos puntos claves: los primeros años de vida (donde se sientan las bases para la formación de la identidad) y la adolescencia (en la cual se genera una reconstrucción de la propia identidad).
Esta construcción y reconstrucción de la identidad se encuentra intrínsecamente relacionada con la imagen personal (o autoimagen), que es la percepción que cada quien tiene de sí mismo(a).
La imagen personal implica la vivencia de aspectos hacia uno(a) mismo(a) en tres niveles:
- emocional (el sentir hacia sí mismo/a),
- cognitivo (lo que se piensa sobre sí mismo/a), es decir lo que se ha denominado auto concepto, y
- conductual (las actitudes y lo que se hace respecto de sí mismo/a, por ejemplo: la forma de vestirse, los hábitos de higiene, etc.).
Es a través de estos aspectos, que se refleja la forma en que cada quien se percibe, la cual, al igual que la identidad, se va construyendo por medio de lo que se refleja en el espejo que conforman los otros significativos.
La imagen corporal, definida por Rodríguez (2000) como”una fotografía mental que cada individuo tiene sobre la apariencia del cuerpo unida a las actitudes y sentimientos con respecto a esa imagen corporal” (p.73), es otro de los aspectos que entra en juego al hablar de la autoimagen. En este sentido, se debe tener claro que si bien es cierto, la imagen corporal parte de lo biológico y de lo físico, lo trasciende, pues entre otras cosas, se refleja y contiene en ella la forma en que cada individuo se percibe a sí mismo.
Así, la autoimagen es fundamental en nuestras vidas, pues determina en gran medida la forma en que nos relacionamos con nosotros(as) mismos(as), con los otros y otras, y la forma en que enfrentamos la vida. Es por ello que resulta fundamental trabajar esto con los y las adolescentes, no sólo en las actividades de este bloque temático en específico, sino que a través de las actividades planteadas en todo el Módulo.
B. Los mandatos sociales y su impacto en la construcción de la imagen personal
Anteriormente, se señalaron aspectos relacionados con la construcción de la imagen personal, aspectos concernientes en su mayoría, a un proceso psíquico complejo y subjetivo. Sin embargo, es fundamental señalar que esta subjetividad entra en interacción constante con la sociedad, por lo que los fenómenos y situaciones que se presentan desde esta, marcan inevitablemente a todos los sujetos (aunque esta influencia, debido a la diversidad de las subjetividades, pueda ser distinta en cada caso). Es por ello que, a continuación, se presenta un apartado donde se plantean puntos de interés al respecto.
En nuestra sociedad, se ha venido produciendo un fenómeno del que no todas las personas están conscientes: una imposición social tácita de cómo deben ser la mujer y el hombre ideales de la época. Esta situación se da de muchas maneras, entre ellas a través de los mensajes publicitarios y de algunos programas difundidos por los medios de comunicación, principalmente la televisión, pero que se ha engarzado a la cotidianidad de las personas y a los discursos sociales que imperan.
La razón por la cual no todas las personas se han dado cuenta de este fenómeno, se debe a que esta imposición no siempre se da a través de mensajes claros y directos, sino que con frecuencia se produce con la simple presentación de imágenes o comentarios cotidianos que, tienen en común la reproducción de un mismo tipo de hombres y mujeres.
Se debe tener presente que, estos ideales cambian de acuerdo a la época, siendo influenciados por los cambios a todo nivel: políticos, económicos, culturales, sociales, históricos. Así, los ideales responden a las necesidades que se desarrollan en cada época y sociedad.
Por ejemplo, en la dimensión física, se ha atravesado por diversas concepciones de belleza. En algún momento resultaron atractivas las personas robustas. En otra época lo importante era el tono de la piel.
En nuestros días se propone que una mujer atractiva debe ser necesariamente delgada, traslapándose esto con lo que todavía hasta hace unos pocos años resultaba fundamental: un cuerpo con proporciones de 90-60-90 (busto, cintura y cadera).
Igual ha sucedido con el modelo de hombre, en donde el ideal clásico caracterizado por ser atlético, fuerte y con musculatura notable, de repente se ha visto traslapado con modelos de hombres más delgados.
Esto se observa con claridad en algunos programas televisivos, cuyos personajes son, con frecuencia, interpretados por actrices y actores que físicamente cumplen con los requisitos del momento, independientemente de la calidad de su actuación. También es muy común verlo en la industria de la moda y en las publicaciones asociadas a la misma. De hecho, la moda se construye a partir de estos ideales de belleza, lo que ha llevado a extremos tales como que algunas prendas de vestir solo pueden ser encontradas en ciertas tallas.
Ahora, además de un ideal físico, también se ha venido imponiendo un ideal sobre cómo son la mujer y el hombre “felices y exitosos”. En esta perspectiva, el éxito se asocia con elementos tanto materiales como sociales. Así por ejemplo, se impulsa la idea de que para ser una persona feliz y exitosa se debe tener un buen trabajo –no solo tener un trabajo estable-, preferiblemente un puesto de dirección o jefatura; tener un excelente salario, posesiones materiales como casa, auto, vestimenta, celular, artículos y productos costosos, etc.
En el ámbito social, el éxito se asocia con aspectos tales como ser ampliamente reconocido, ser popular, tener un importante grupo de amistades, residir en un lugar exclusivo, poseer una considerable capacidad de conquista y seducción, e incluso tener
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