Agresión Y Ansiedad En Niños

Planteamiento del problema

En este capítulo se hace referencia a la problemática en estudio, la cual está dirigida a analizar desde diferente perspectiva el comportamiento agresivo de los alumnos de Educación Básica en la Unidad Educativa Santa Sofía. En función de esta temática se contextualiza la investigación, se plantea la interrogante a la que responderá, así como su justificación y delimitación. El ser humano es considerado como susceptible de ser socializado desde el momento de su nacimiento, desde entonces, entra en contacto con un medio ambiente familiar en el cual recibe estímulos que le enseñan a interactuar con las otras personas, a medida que crece, los estímulos se van diversificando así como los ambientes en los que interactúa. Entre los entornos de más decidida influencia en la formación de las personas se encuentra la escuela, la cual actúa como agente reforzador de las normas, valores y costumbres del hogar, además, de brindar al niño o niña nuevas oportunidades de aprendizaje. En la escuela, el niño y la niña aprenden nuevos modos de interactuar y ponen en evidencia, los patrones de comportamiento que han adquirido en sus ambientes familiares; la institución educativa se convierte así, en un escenario propicio para expresar todo tipo de comportamientos, entre ellos los agresivos, los cuales encontrarán en el entorno educativo un ambiente que puede facilitarlos o controlarlos dependiendo de la acción que ejerzan las personas con las que interactúan en este medio, como lo son: el personal docente, directivo, administrativo, obrero y sus compañeros de estudio.

Cabe destacar que la agresión como comportamiento suele ser vista desde distintas perspectivas, puede asumirse como una conducta aprendida, modelada e instintiva, pero independientemente de la explicación que se le otorgue, es de común su presencia en cualquier contexto de desempeño humano.

La agresividad humana es el producto de un instinto alimentado por una energía biológica e inagotable que en muchas ocasiones no necesitaba de un estímulo externo para que se produjera una reacción violenta. Sino que esta reacción podría producirse en la medida que hubiere suficiente acumulación de esa energía biológica, sin la necesidad de la presencia de un estímulo externo. En los últimos años ha surgido interés por la agresión como fenómeno social. Esto obedece en parte a los profundos cambios que están ocurriendo en los más diversos tipos de sociedades. De esta manera se ha estimulado el estudio experimental de la agresión y se ha propiciado la aparición o el resurgimiento de muy diferentes teorías e hipótesis sobre el problema. Algunas de éstas se han concentrado en el análisis y explicación de la agresión individual y social en el contexto de los procesos del organismo determinados biológicamente; por su parte, las explicaciones derivadas del análisis etológico de la agresión han conducido a postular la inevitabilidad de la agresión y la violencia entre los organismos vivos y en el hombre en particular.

Así mismo, se han realizado investigaciones experimentales a fin de aislar los determinantes fundamentales del comportamiento agresivo, destacando entre éstos el presentado por Ulrich y Azrin (1962) sobre los efectos de la estimulación aversiva en la producción de conducta agresiva.

De acuerdo a lo expresado, la agresión, en el ser humano, no es un fenómeno individual sino social. En este sentido es una conducta modelada culturalmente, reforzada, instigada y mantenida por el entorno. Destacándose entre los agentes socializadores que promueven y modelan la agresión al núcleo familiar. Se observa a diario como madres y padres dañan tanto física como psicológicamente a sus hijos, convirtiéndolos en futuras personas agresiva.

De manera particular, en el contexto educativo es cada vez más frecuente encontrar instituciones educativas en las cuales tanto su personal como los alumnos presentan conductas disruptivas,

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